El hijo del vicepresidente cubano creció rodeado de una servidumbre
negra y uniformada, que como marca de dotación, les bordaban a modo de
identificación las iniciales del más honorable mástil de la ortodoxia
comunista: MV, Machado Ventura.
Juan Juan Almeida/ Especial para martinoticias.com 19 de septiembre de 2011
Ahora que el General Raúl Castro se convirtió en Rey de la selva, José
Ramón es la atracción más visitada en el polémico y controversial
zoológico nacional.
Rebeca, una mujer delicada, católica, de simpatía singular y elegantes
modales; tuvo que padecer el síndrome "déficit de atención" para hacer
semejante elección. Contraer nupcias con José Ramón Machado Ventura, a
quien la fábula "El águila y La serpiente" describe al dedillo.
El doctor de marras, vicepresidente primero de la República de Cuba,
devenido en reptil, tiene un único hijo heredero de malolientes
cualidades que, además de arrastrado y ladino, es zigzagueante.
Para Ernestico Machado, un hombre de baja estatura con manía de
grandeza, y tan confundido de la vida como lo está de sí mismo, la
amistad no es equipaje. Un pequeño asuntillo de identidad sin resolver,
lo sobre agobia y convierte en un personaje sumamente complicado.
Homofóbico extrovertido, y a la vez gay reprimido, aprendió a odiar
sonriendo. Creció observando el ejemplo de su padre, vilipendiado
constantemente por Raúl, resistiendo humillaciones y agachando la
cabeza en señal de aceptación. Fue penoso, traumatizante, y finalmente
reconfortante. El tiempo lo gratificó, ahora que el General Raúl Castro
se convirtió en Rey de la selva, José Ramón es la atracción más visitada
en el polémico y controversial zoológico nacional.
Con la inteligencia de Shrek, y la agilidad de Bugs Bunny, Ernestico es
la prueba fehaciente de que La Revolución es una secta en la que el
ingenio no es requisito importante para ser parte de ella. Su juventud
europeizada le inculcó que los cubanos hablan alto, gesticulan
demasiado, y poseen una culinaria de bajísima calidad y excesiva
vulgaridad. Quizás por eso este ejemplar se autodefine "vanguardia de
símbolo patrio" y es además un ferviente practicante de la negrofobia,
como elegante ideología de modernidad exclusionista.
Discriminación y pertenencia, otra mezcla que asimiló bien; ya no en su
plantel escolar sino en su hogar de origen. Rodeado de una servidumbre
negra y uniformada, que como marca de dotación, les bordaban a modo de
identificación las iniciales del más honorable mástil de la ortodoxia
comunista: MV, Machado Ventura.
Con su andar de húsar prusiano y vocabulario florido; tímido, emotivo,
intenso e impopular, Ernesto Machado siente obsesiva predilección por
los mocasines Salvatore Ferragamo sin medias. Maestro de la lisonja y
las respuestas fatuas, el poder es su vedette; se retuerce cuando habla,
y nadie ha podido explicar cómo pueden compartir la cama él y su nada
humilde ego, que siempre oculta algún pecado. Cuentan las lenguas
paganas que cuando Príapo le hace un llamado, lo sacia con prostitutos
marginales a quienes luego de brindar lo que lleva en sus bolsillos, les
acusa de ladrones.
Su ilustre vida de empresario estuvo marcada por comentarios de estafa…,
engaño…, extorsión… La voz popular se escuchó con excesiva indiscreción
al punto de cruzar fronteras, los informes secretos llovieron en la
oficina del entonces Ministro de Las FAR, y se ordenó hacer cirugía con
la opinión de un policía del MININT que distraído confundió la
diferencia entre honradez, osadía, inexperiencia y necedad. La versión
cubana de Eliot Ness no sólo iba contra los excesos del joven Machado,
también se opuso a la carrera programada de Alejandro Castro Espín como
aspirante a Coronel.
Como era de esperar hubo efectos especiales, sexo y lenguaje de adultos;
ni cámara lenta ni música relajante. Al policía lo movieron, y sólo
porque es hijo de un papi añejo y empolvado pero con relativo poder,
temporalmente formó parte de inmigración y extranjería, con el tiempo
fue reinsertado, no sé si decir sobornado, a su antiguo puesto de jefe
del departamento de espionaje a diplomáticos europeos. Así terminó la
lección: Machadito agradecido, o más bien comprometido; y el intrépido
oficial aprendió que ojo morado y mandíbula dislocada no sólo son las
consecuencias de injerencia en el poder.
Podría escribir mucho más, incluso citar amenazas; pero esto no es
personal, no es venganza, no es vanidad.
http://www.martinoticias.com/noticias/cuba/Machadito--130111808.html
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