Fernando Ravsberg | 2009-10-01, 11:50
Obra del artista cubano Roberto Fabelo. (Foto: Raquel Pérez)Acabo de
leer el "Informe Global sobre la Corrupción 2009" (IGC) realizado por la
organización Transparencia Internacional. Los datos son mundiales y se
basan en estudios, análisis y encuestas en 180 países, entre ellos los
de América Latina.
Como una plaga que lo destruye todo, la corrupción desprestigia partidos
y parlamentos debido a que "las compañías que actúan en colusión con
políticos y funcionarios corruptos habrían pagado sobornos por un total
de hasta US$40.000 millones".
Y lo peor de todo es que "son los ciudadanos quienes pagan el costo: los
casi 300 cárteles privados internacionales descubiertos entre 1990 y
2005 aplicaron a sus consumidores sobreprecios por US$300.000 millones",
según denuncia el IGC.
En América Latina los países donde se percibe más corrupción, en orden
de gravedad, son: Haití, Venezuela, Ecuador, Paraguay, Nicaragua,
Honduras, Argentina, Bolivia, República Dominicana, Guatemala, Jamaica,
Brasil, México, Perú y Colombia.
En contrapartida, los países con mejor nota en este barómetro mundial
van desde Santa Lucía, ubicada en el lugar 21 hasta El Salvador situado
en el puesto 67. Entre ellos están Barbados (22), Chile (23), Uruguay
(23), Costa Rica (47).
Cuba entra en este grupo ocupando el lugar 65 en el mundo y el 6 de
Latinoamérica. La ubicación parece bastante real, aunque me imagino que
tanto anticastristas como revolucionarios cuestionarán los resultados
que aparecen en el IGC.
Recuerdo que el propio Fidel Castro, poco antes de abandonar la
presidencia, advirtió a los cubanos sobre los daños que puede ocasionar
la corrupción al país. Llegó a decir que ésta podría terminar
destruyendo a la Revolución Cubana.
Oficialmente se ha sugerido que la corrupción se debe a la apertura
económica que el país se vio obligado a realizar en los años 90: la
legalización del dólar y de las remesas familiares, el trabajo por
cuenta propia y las inversiones extranjeras.
Efectivamente desde esa época prospera con mayor rapidez y, lo que es
peor, aumenta su aceptación social. Los corruptos son la imagen viva del
triunfador, en particular aquellos que mantienen la praxis pre
revolucionaria de "bañarse salpicando a los demás".
Sin embargo, no es menos cierto que mucho antes de la apertura ya habían
altos oficiales del Ministerio de Interior y de las Fuerzas Armadas,
dirigentes de la Juventud y del Partido Comunista destituidos y
condenados por corrupción.
Tengo el desgraciado privilegio de haber presenciado el crecimiento de
esta plaga. Me refiero a la fundamental, la de los poderosos. Vi caer
militares, ministros, dirigentes partidistas, jóvenes ligados a la
presidencia e importantes empresarios.
Se desarrolló poco a poco. Los funcionarios venales se conformaban
primero con cenas en buenos restaurantes, después pedían regalos caros y
más tarde reclamaron viajes al exterior. Hoy exigen comisiones pagadas a
cuentas bancarias en el extranjero.
Un empresario europeo me aseguró que para cerrar cualquier trato hay que
pagar "comisiones", pero aclaró que esto no implica ningún problema,
porque lo que se le entrega al intermediario se carga después en la
cuenta del Estado cubano.
El grave problema que existe en Cuba con esta plaga es que ya se ha
adaptado a las circunstancias nacionales. Los contagiados se esconden
tras un discurso políticamente correcto, se mueven si hacer demasiado
ruido y se mimetizan en el desorden.
El caldo de cultivo que les permite trepar socialmente son las
decisiones centralizadas, las estructuras de poder paralelas, la falta
de controles institucionales, la selección de los directivos en base a
criterios políticos, el nepotismo y el amiguismo.
Por si todo esto no diera suficientes facilidades para robar, se crearon
dos monedas, se realizan dobles contabilidades y se establecieron
diferentes tasas de cambio, una empresarial y otra pública. Un mar
revuelto en el que los pescadores hacen fortuna.
Estos son algunos de los problemas que parecen surgir cuando se trata de
adaptar la realidad económica al modelo político-ideológico. Una
contradicción que Cuba deberá resolver si quiere mantenerse entre los 6
países menos corruptos del continente."
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2009/10/la_plaga.html
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