La difícil situación interna cubana y la política internacional
Las probables fuentes de financiamiento extranjero afrontan serias
dificultades o no están dispuestas a dar sin garantías de retorno
Miriam Leiva, La Habana | 21/09/2011
La proyección internacional del gobierno de Cuba ha tenido durante 2011
un inusual bajo perfil —a nivel de viceministros de Relaciones
Exteriores o inferior— en eventos que habían recibido prioridad, pero se
ha destacado este septiembre en el Consejo de Derechos Humanos y la
conferencia de prensa en La Habana para presentar el informe anual a la
ONU sobre el llamado bloqueo norteamericano. También fue representado
por Venezuela al exponer las posiciones adversas del ALBA en la reunión
de La Asamblea General de la ONU, que reconoció por amplia mayoría al
Consejo Nacional de Transición de Libia.
Los cocidos se están efectuando en la capital personalmente por Raúl
Castro, acompañado del canciller, como sucedió al recibir al
vicepresidente primero de Irán, Dr. Mohammad Reza Rahimi, el pasado 9 de
septiembre; y anteriormente, al enviado especial del presidente de Siria
y a dignatarios de China, Rusia, Brasil y otros amigos. Bruno Rodríguez
se ausentó únicamente para asistir a la reunión de ministros de
relaciones exteriores del ALBA-TCP en Caracas, el 9 de septiembre, pero
no estuvo en el recibimiento de Hugo Chávez y Evo Morales por el
presidente en el aeropuerto el 17 de septiembre.
La difícil situación interna cubana podría ser la causa fundamental, más
que el estilo de Raúl Castro, ciertamente muy distinto en general al del
Comandante en Jefe. Cuando la economía no despega, debido a las
insustanciales y timoratas medidas emprendidas, el gobierno tiene ante
sí el creciente descontento de la población, que no cree en los
gobernantes, pues está agotada de promesas incumplidas y prohibiciones
que no permiten labrar el futuro desde este presente. Pero las probables
fuentes de financiamiento extranjero afrontan serias dificultades o no
están dispuestas a dar sin garantías de retorno. Simultáneamente, la
crisis económica internacional no se remonta, sino que una recesión
podría repetirse, y aunque la propaganda oficial se mofa y augura el fin
del capitalismo, su repercusión sobre Cuba, llena de vacas flacas, sería
tremebunda.
"Cuando veas la barba de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo",
probablemente sea el consejo que golpea las mentes de altos dirigentes
en Cuba. Regímenes totalitarios muy bien armados, con escalofriantes
servicios represivos, no han podido aplastar la marea de sus pueblos,
tan carentes que rompieron sus límites de resistencia. En Túnez y
Egipto, en los muy amigos Libia y Siria, las inmensas movilizaciones
populares se iniciaron y mantienen por los mismos motivos que crecen en
el archipiélago caribeño, no por intereses confesionales extremistas.
La defensa a ultranza a estos dos últimos países, vociferada por Chávez,
con la satisfacción de Fidel Castro, que lo considera su ejecutor
actual, lleva a la dirigencia cubana a remolque. Cada día se aíslan más
como incondicionales de tiranos asesinos de indefensos ciudadanos. Desde
que empezaron las protestas en Siria han fallecido más de 2.600
activistas, según anunció Nani Pillay, alta comisionada de la ONU para
Derechos Humanos, como sucediera a uno de los organizadores, Ghiath
Matar, secuestrado el 6 de septiembre y entregado muerto a sus
familiares el 17. Sin embargo, el ALBA justifica a Gadafi y Al Assad.
En el otro gran aliado, Irán, la situación se complica por el
refortalecimiento de los elementos más fundamentalistas. La posición de
Ahmadieyad parece deteriorarse más, según aprecian analistas en su
imposibilidad de liberar a los dos norteamericanos prisioneros como
prometiera, porque supuestamente la autoridad judicial lo impidió a
escasos días de su asistencia al período de sesiones de la ONU en Nueva
York. Además, llama la atención una declaración del director de la
Agencia Internacional de Energía Atómica sobre la creciente preocupación
sobre la posible utilización militar del programa nuclear iraní.
En cuanto a las relaciones con Estados Unidos, el apresamiento y condena
a 15 años de cárcel a Alan Gross en diciembre de 2009 siguió la
tradicional política cubana de impedir pasos hacia el relajamiento de la
confrontación, que le ha sido tan útil para justificar su errático
sistema y la represión. Las autoridades cubanas prefirieron obstruir las
medidas de la Administración Obama para facilitar las visitas y el envío
de remesas a Cuba, y dañar los debates en la Cámara de Representantes y
el Senado para eliminar las restricciones de viaje a los
norteamericanos, por temor a los contactos pueblo a pueblo.
En ese marco, la presencia de Bill Richardson en La Habana el 7 de
septiembre, para abordar, a título personal, la liberación del
contratista por motivos humanitarios no tuvo un timing o momento
adecuado, y contrasta con la buena sintonía que pareció tener en sus
estancias anteriores.
Según el estadista norteamericano, hubo estrecha coordinación con la
Sección de Intereses de Cuba en Washington DC, mientras la cancillería
cubana lo desmintió. El negociador parece haber caído en una trampa para
tensar más las "no" relaciones con su país o cometió un gravísimo error.
En el curso de la semana que permaneció "plantado" en La Habana porque
no le permitían entrevistarse con Gross, el gobierno cubano estaba
inmerso en la campaña para que René González Sehwrert, uno de los cinco
convictos acusados de espías, que en octubre recibirá libertad
condicional, cumpla los tres años restantes en Cuba; así como en la
propaganda televisiva y la represión contra la oposición pacífica
interna, y sobre todo, en torno al llamado bloqueo norteamericano, que
supuestamente ha ocasionado pérdidas cercanas al millón de millones de
dólares, aunque es el quinto socio comercial de bienes y exportador
fundamental de alimentos a Cuba. Esto, al unísono con los ataques en los
medios a Estados Unidos y la Unión Europea por la actuación de la OTAN
en Libia, y el apoyo a Siria.
Las llegadas simultáneas de Evo Morales, en visita oficial, y Chávez,
para recibir otra sesión de quimioterapia, auguran la concertación antes
de los segmentos de alto nivel de la sesión de la Asamblea General de la
ONU. Las autoridades cubanas parecen andar a remolque de la mediocridad
y el poder a ultranza. ¡Quien paga, manda! Venecuba o Cubazuela
significa mayor pérdida de soberanía. Pero no puede olvidarse que en las
esferas del poder puede haber quienes se nieguen a destruir
definitivamente Cuba, de igual forma que la ciudadanía está cobrando
conciencia de sus derechos como sociedad civil.
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