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Sunday, September 04, 2011

Arcos y la memoria

CRONICA DE DOMINGO

Arcos y la memoria
Raúl Rivero

Madrid – Ahora, cuando la oposición pacífica es una presencia tangible,
viva, con temperatura, y en el forcejeo de la extensión bajo violentas
acciones represivas de San Antonio a Maisí, aparece con frecuencia
–tanto dentro del país como en el exilio– la figura de un hombre alto y
callado que desde la mínima y desvencijada sala de su casa habanera tuvo
esta realidad como una ilusión. Y como una certidumbre. Se llamaba
Gustavo Arcos Bergnes.

En los vapores de este verano, mientras la policía acosaba, golpeaba y
arrestaba a las Damas de Blanco, a las mujeres de apoyo, a decenas de
opositores en La Habana, Santa Clara, Camagüey, Oriente, una amiga,
compañera de muchos años de Arcos Bergnes, me dijo por teléfono desde de
Cuba: "Con todo este ajetreo y estas batallas hemos pasado por debajo de
la mesa el quinto aniversario de la muerte de Gustavo. O, a lo mejor,
esos brotes de rebeldía son el homenaje que quiere recibir allá donde está".

En efecto, Arcos, fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos
(CCPDH) junto a otros disidentes, había nacido en Caibarién en diciembre
de 1926 y murió en La Habana el 8 de agosto de 2006.

Él era un hombre que venía de la lucha, de la cárcel, un señor a salvo
de las seducciones del poder, un cubano de la calle que quería vivir en
un país con democracia. No tenía ínfulas de profeta, ni se creía
infalible. Era un disciplinado lector de historia y un conversador
demorado que se negaba a dar lecciones. Prefería reflexionar y escuchar.
Tenía coraje para soportar, con la misma entereza (y una estudiada
indiferencia) los mítines de repudio que le organizaba el gobierno y los
ataque verbales de diversos orígenes.

No era un santurrón, ni un soñador sin base. Quería la unidad en el
respeto, pero no la unanimidad y utilizaba un vocabulario escogido para
rechazar a quienes consideraba fuera de las fronteras de su ámbito de
combate frente al comunismo.

Iban muchos opositores de todas las edades de todas las tendencias a
verlo y a conversar con él, pero no recibía a nadie en las pantuflas de
un experto. Se visitaba a alguien querido que ni siquiera era un viejo
aunque hubiera vivido muchos años.

Yo creo que mucha gente iba a buscar fuerza, confianza, valor para
encontrar puntos de contactos en la amplitud y las complejidades del
pensamiento. A verlo en su entereza y en su austeridad, a escucharlo
decir lo que pensaba no como un viejo maestro encapotado sino como un
amigo que canta las cuarenta.

Parece natural una evocación de Gustavo Arcos Bergnes en esta hora de
efervescencia y renovación de la oposición y que se le reanime en el
recuerdo junto a los iniciadores de esa corriente contestataria que
desde los años ochenta sostiene la esperanza de un cambio y manda
señales cada día más rotundas desde las bases de la sociedad.

Unos días después de la muerte de Arcos, el periodista Adolfo Rivero
Caro (fallecido recientemente en el exilio) escribió una nota en la que
recordaba que durante su última conversación telefónica Gustavo le
confesó que estaba muy orgulloso de lo que habían hecho. "Cómo ha
cambiado el movimiento", dijo, "ya no somos unos pocos. Ahora estamos en
todo el país".

http://www.elnuevoherald.com/2011/09/04/1017019/raul-rivero-arcos-y-la-memoria.html

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