Ilei Urrutia Álvarez
San Miguel del Padrón, La Habana, 23 de agosto de 2011, (PD) Un amigo
extranjero me preguntó qué era más peligroso paralta el gobierno cubano,
si el periodismo independiente o los grupos de oposición. Por cuestiones
de tiempo no pude exponer mi criterio con lujo de detalles, razón por la
que lo hago ahora.
Mis contactos con la oposición comenzaron a finales de la década de 1980
pues tuve un primo, Adolfo González Cruz, que cumplió sanción por
"propaganda enemiga".
Desde entonces, solo conozco tres hechos que, en mi opinión, han puesto
en jaque a la dictadura de los Castro.
Uno fue el proyecto Varela, que logró recolectar decenas de miles de
firmas con el intento de comprometer a las autoridades, en una petición
ciudadana amparada en la Constitución para hacer cambios políticos, algo
sin precedente en la isla.
En segundo término, considero que el grupo de las Damas de Blanco (que
en realidad no es un movimiento de oposición) tuvieron la fuerza, el
coraje y el motivo idóneo, para salir de las casas y pasear por las
calles un mensaje de desafío al gobierno. Este desafío logró, después de
siete larguísimos años, hacer negociar a los Castro.
En tercer lugar está el periodismo independiente.
Tanto el Proyecto Varela como las marchas de las Damas de Blanco fueron
una hazaña, pero si analizamos fríamente nos percatamos que el gobierno
neutralizó ambos sucesos.
Al Proyecto Varela le aplicó una contracandela al convocar a una
revisión de la Constitución en la que se proclamó el socialismo en Cuba
como irrevocable. La votación de este engendro constitucional fue
avalada por casi la totalidad del intimidado pueblo cubano. Esta enorme
mayoría dejó sin efecto las decenas de miles de firmas recogidas con
valor, esfuerzo e inteligencia por muchos participantes en el Proyecto
Varela.
Con las Damas de Blanco, el régimen se vio obligado a ceder en sus
peticiones y sacar de las cárceles a unos hombres injustamente
encarcelados. Al estar excarcelados los familiares y esposos y aunque
aún siguen dando batalla, prácticamente se neutralizó al grupo femenino.
En mi opinión, los periodistas independientes son el conglomerado
contestatario más peligroso para el gobierno. Para el grupo de la
población que sigue nuestro trabajo, el hecho de que lo hagamos desde
dentro de la isla despierta, entre nuestros lectores, mucha admiración y
respeto.
Por otra parte, creo que salta a la vista el enorme interés que tiene el
gobierno por controlar el flujo de información hacia el interior del
país. Aunque resulte repetitivo, cabe recordar que son cotidianas las
redadas policiales contra las antenas satelitales de TV, que las
computadoras no están prohibidas pero tienen precios inalcanzables, al
igual que la telefonía móvil, y la internet es un lujo desconocido para
la abrumadora mayoría de la población que aunque la pudiera pagar no
está permitida la conexión de particulares; a esto súmesele el alto
precio en los cibercafés estatales y la falta de entrenamiento de las
personas.
Con estos comentarios, no pretendo desacreditar a los grupos de
oposición, lo que intento es esbozar, desde mi punto de vista, por qué
el periodismo independiente es más peligroso para el gobierno de los
Castro que otros conglomerados opositores.
Si aplicamos el sentido común y somos totalmente sinceros, veremos que
los movimientos y partidos políticos opositores, los sindicatos
independientes, las ONG y otros grupos ajenos al periodismo no tienen
poder para movilizar a las masas, esto es por dos razones fundamentales,
la primera es la eficiencia de la maquinaria represiva del régimen que
lleva ya 52 años de perfeccionamiento y la otra es precisamente la
limitante informativa del pueblo.
Es cierto que en este momento, si se compara con 10 años atrás, el flujo
de información hacia la población en general es mucho mayor y se
escuchan en la calle comentarios que eran impensables antes de los años
90. Esto es responsabilidad total del periodismo independiente, que a
través de materiales impresos, memorias flash, CD e incluso de manera
verbal, se encarga de divulgar la información que el gobierno calla o
tergiversa.
Es decir que los grupos opositores no cumplen sus objetivos, pues tienen
muy poco poder de convocatoria, y cuando logran convocar es puertas
adentro y en las contadas ocasiones que salen a una calle lo hacen con
un reducido número de personas fácilmente neutralizables por fuerzas
combinadas de la Seguridad del Estado, la policía y las llamadas
brigadas de respuesta rápida.
Sin embargo la prensa independiente, con todas sus limitantes, cumple
con su labor de informar sobre los hechos que ocurren en la isla y fuera
de ella. Las opiniones vertidas por los periodistas independientes crean
un estado de opinión al aclarar dudas ideológicas y desmontar el
discurso oficial que ata al ciudadano común de manos, pies y cerebro.
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