Monday, August 8, 2011 | Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – Aunque la vivienda de
Margot la espiritista era muy vieja, de madera y apuntalada con
horcones, se creía que iba a durar un poco más. Margot se propuso
arreglarla en varias ocasiones, pero el precio de los materiales de
construcción la espantaba. Arreglar la casa exigía una suma enorme. En
sus rezos siempre pedía a sus santos que la ayudaran.
A su consulta asisten personas de bajos recursos, buscando remedios para
empachos, mal de ojo, matrimonios en crisis o ayuda para resolver
visas y marcharse del país. Margot cobra poco por sus servicios. Casi
siempre es ella la que pone la manteca de cacao, de corojo, las
velas, el perfume, las hierbas. Nunca ha dejado desamparados a quienes
van a su casa a buscar consuelo.
Durante la pasada semana, Margot estuvo escuchando ruidos extraños
dentro y fuera la casa. Interpretó los hechos como señales del más allá.
Se consultó a sí misma y sus santos le dijeron que debía esforzarse
más, porque Dios ayuda al que se deja ayudar.
Extendió el horario de sus consultas. Subió la tarifa. Recetó remedios
más caros para lograr un incentivo adicional. Aquel último día fue el
más concurrido. Atendió a niños con fiebre que habían comido alimentos
en mal estado, a dos hermanos pendientes de juicio por problemas
políticos, a una familia que se había ganado la lotería de visas para
irse a Estados Unidos y no contaban ni con el dinero del ómnibus para
ir a la Oficina de Intereses a recoger los formularios. También consultó
a algunos vecinos perturbados porque se quedaron sin trabajo.
Cuando concluyó la faena y contó el dinero recaudado durante la
jornada, descubrió que no alcanzaba ni para comprar una bolsa de cemento.
Se paró frente a sus santos y los reprendió duramente por la poca
ayuda que le brindaban. Les dijo que en lo adelante solo tendrían
velas, tabaco y comida cuando le dieran una prueba de que estaban con ella.
-¡Y procuren que sea rápido!
Les dio la espalda y salió al portal a coger aire. Fue entonces cuando
escuchó el estruendo. Se volteó asustada para ver qué sucedía y
descubrió que la casa se había derrumbado, y por poco la aplasta.
http://www.cubanet.org/articulos/para-abajo-los-santos-ayudan/
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