Manuel Aguirre Lavarrere (Mackandal)
Guanajay, Artemisa, 8 de agosto de 2011, (PD) La revolución cubana,
afianzada en su arsenal militar, una Constitución sectaria y excluyente,
la sumisión ciudadana y un interminable derecho de mandato único, ha
revertido los valores patrios.
La identidad nacional está hoy más perdida que nunca. No hablo aquí del
congrí y la yuca con mojo, de la malarrabia ni del puerco asado. Hablo
de algo más importante y a la vez muy inquietante. Hablo del concepto de
nación y del sentido de pertenencia, que el actual régimen jamás ha
respetado, a no ser cuando se trata de su propio provecho.
El gobierno cubano, autoproclamado garante de los derechos del pueblo y
a la vez saqueador insigne de la economía y el bienestar ciudadano,
lleva por defecto el rechazo al negro y el irrespeto a este segmento del
la población, educada y capaz, pero sin derechos reales.
Es un sistema cada vez más parecido a un régimen feudal que a una
sociedad moderna, con una economía destrozada y dilapidada en hacer
propaganda política alrededor del mundo, viajes sin rendición de cuentas
al pueblo, pertrechos militares y lujos y privilegios para un selecto
grupo elitista, antidemocrático y racista. Algo muy serio y que en
democracia tendrían que justificar ante el pueblo. Pero en Cuba esta
elite campea como perro por su casa, con una mafia militarizada y
unipartidista, que supera en mucho a la Cosa Nostra.
¿Dónde queda el presente y futuro del negro en Cuba¬¬?
Por todo ello es necesario un referéndum constitucional inclusivo, que
el pueblo merece y Cuba necesita. Una convocatoria que plasme dignamente
la esencia y los anhelos de nuestro José Martí, donde los elementos
ideológicos no tengan cabida alguna¬; así lo quiso el apóstol, así lo
definió y dejó claro, muy claro, él que vivió y murió con el temor de
que Cuba, su patria, se convirtiera en lo que desgraciadamente se
convirtió por obra y desgracia de una satánica frase: ¿Elecciones para qué?
Necesitamos vergüenza, dignidad y orgullo, muestras de amor a la Patria
y al legado histórico de los padres fundadores. La emancipación de Cuba
es precisa para que blancos, negros y mestizos, vivamos con decoro en la
patria que no nos legó la cizaña de una revolución del muerde y huye,
sino la que nos legaron los verdaderos próceres y padres de la nación
cubana. Y para eso, no necesitamos de caudillos mentirosos y
manigüiteros del erario nacional.
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