Monday, February 7, 2011 | Por Raúl Rivero
LA IGLESIA cubana anunció esta semana la liberación de cuatro
prisioneros políticos que no pertenecen al llamado Grupo de los 75. Esa
medida, más que un gesto humanitario y decente, es una mampara de
bagacillo que el Gobierno instala como un mago en los barrotes de las
cárceles para disimular que una dama de blanco y dos prisioneros de la
Primavera Negra de 2003 están en huelga de hambre.
Fue Alejandrina García de la Riva, esposa del preso Diosdado González,
la que comenzó la protesta el viernes pasado en su casa del poblado de
El Roque, en la provincia occidental de Matanzas, porque considera que
«el Gobierno cubano no ha respondido satisfactoriamente y no ha cumplido
con los acuerdos».
El plazo de la negociación para liberar a los presos políticos,
respaldada por la Iglesia católica y la cancillería española, se cerró
el 7 de noviembre de 2010.
El martes se sumó a la huelga Diosdado González, encerrado en el
Combinado Sur de Matanzas, y el miércoles lo hizo el periodista Pedro
Argüelles Morán, que está condenado a 20 años en la cárcel de Canaleta,
en la provincia de Ciego de Ávila.
Los dos hombres pertenecen al grupo de 11 prisioneros que se niegan a
ser deportados a España. Quieren que se les libere en Cuba para
continuar su vida y su trabajo en el país donde nacieron.
Ellos cumplirán en marzo ocho años en los centro penitenciarios. Son
médicos, ingenieros, activistas, comunicadores o bibliotecarios sin
ínfulas de líderes carismáticos. Gente que fue a parar a los calabozos y
a las celdas de castigo, entre otras cosas por avisar con anticipación y
lucidez que Cuba iba de cabeza al abismo donde ahora la pueden ver y
describir los impávidos dirigentes de la nomenclatura.
El Gobierno les ha declarado una guerra particular. Una ofensiva de
desgaste. Una labor en la que los jefes y la servidumbre, desde los
palacios, desafían a 11 cubanos que sobreviven en la miseria, enfermos,
indefensos, en peligro y separados de su familia.
A los totalitarios, acostumbrados a la obediencia con sólo un gesto de
soberbia, les molestan estas personas por su capacidad de resistencia y
porque han elegido una forma del coraje que tiene su origen en la
tenacidad y el amor. Nunca en la ambición y el odio.
Es una contienda donde sobresale la tropa que está en el poder. Eso le
da resonancias a sus operaciones. El enemigo está oculto y en
desventaja. Pero los relojes caminan al mismo ritmo para todo el mundo.
El Gobierno no los soporta en el país. Los quiere lejos o encerrados
porque cree que la libertad de ellos es contagiosa.
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