La historia de Cuba contada por sus camas
Orlando Luis Pardo Lazo
La Habana 13-11-2010 - 10:50 am.
Los artistas Carlos Otero y Enrique Rottenberg muestran 'Dormir con…' en
la sede de la Fototeca de Cuba
El insomnio es una cosa muy persistente. Pero la vigilia puede ser mucho
peor.
Nietzsche pedía ver a los seres dormidos para atisbar su naturaleza
real. Los fotógrafos Carlos Otero y Enrique Rottenberg se conforman
apenas con las camas vacías, las camas solas, el paisaje de un país sin
los protagonistas de tantos planes perdidos y pesadillas imperdibles.
Cuba ya no más como una sabana bucólica, sino como una sábana de puertas
adentro con tratamiento digital. Una Cuba democráticamente
anti-demográfica (Maltus más que Marx), donde todos escuchaban pero
nadie se retrató.
Se trata de la más reciente exposición inaugurada en la sede de la
Fototeca de Cuba (Mercaderes 307, en la Plaza Vieja): Dormir con…, que
permanecerá abierta al público desde el 4 de noviembre durante un mes.
Más de 700 hogares cubanos visitaron estos dos creadores para armar su
bitácora de colchones. El dato es sobrecogedor. Y todos les abrieron sus
dormitorios a cambio de nada. Acaso a cambio de una tajadita de
eternidad estética. El clic como una especie de aura del artista cubano,
porque ambos se consideran como tales, si bien Rottenberg (cineasta y
narrador) es de nacionalidad israelí.
No parece mala idea narrar la patria desde donde la patria descansa en
posición horizontal, desde donde yace menos como patria y más como
posibilidad, desde donde los cubanos somos menos bípedos y más cadáveres
en potencia, desde donde acatamos menos la disciplina social y más el
deseo sexual. Desde donde nos meamos de bebés y de vejetes, extremos
existenciales. Es como abrir la Cama de Pandora. Y entonces emerge la
historia íntima de la nación, sus nichitos recónditos que no caben en
ningún Producto Interno Bruto ni Índice de Desarrollo Social. Es el
triunfo susurrante de la alcoba acostada sobre los mil y un discursos de
pie en plena plaza.
Las fotografías de Dormir con… son hiperplásticas. Del documentalismo
antropológico se salta, gracias a un software profesional, a un
irrealismo de atmósferas casi góticas en su miseria criolla o glamour
burgués devenido ruina. No ofenden. No nos involucran. La luz es lunar,
pulcra píxel a píxel, saturando el encuadre hasta hacerlo plano, a pesar
de los ángulos abiertos y afocantes: un trabajo de miniaturista, un
haiku Hecho en Nikkon. Por momentos recuerdan esos lienzos kitsch que se
venden en dólares en las ferias de artesanos no muy lejos de la galería.
Pero cierto pasmo las salva. Cierto pavor de objetos abandonados. Cierta
pena de compatriotas las recupera en el último instante, incluso como
imágenes inverosímiles de un naufragio a flote con el fatum de la
perpetuidad.
Me gustaría habitar cualquiera de las decenas de camas expuestas por
Otero y Rottenberg. Hay ilusión de vida en ese vaciamiento del
barroquismo. Hay hálito de un escenario excéntrico, de collage o
caricatura cubanesca nada típicos, de cortocircuito sub-surrealista
entre una máquina de coser y una laptop.
Las palabras de presentación el día inaugural estuvieron a cargo del
ensayista Rafael Acosta de Arriba: "Un viaje hacia adentro, al interior
de la naturaleza de nuestro ser nacional", anunció.
Y, en efecto, es el diario delicioso de un viaje de la capital a
provincia, del art-decó al arte de la deconstrucción. Pero en todo caso
lo que nos traduce de Cuba el trademark Otero y Rottenberg, acaso sin
pretenderlo, es aquella inefable y nunca infusa "sobrenaturalaza" que un
poeta cubano soñó, desde su sillón o su cama hoy tal vez inventariados
en su Casa-Museo de Trocadero 162.
Dormir con… o Despertar sin… Una idea que contagia. ¿Qué tal retratar
mesas? ¿O garajes? ¿O baños? ¿Qué tal ir picoteando el pastel de lo que
como un todo siempre fue caos cósmico que nunca coaguló? Debo volver
varias veces a la Fototeca de Cuba. Sospecho que entre el alef de
objetos que rebota en cada foto es posible extraer más de un
diagnóstico. Y esa polisemia es muy política, por supuesto. Y contagia
muchísimo más.
http://www.diariodecuba.com/cultura/1615-la-historia-de-cuba-contada-por-sus-camas
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