Gustavo Pardo Valdés
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - La composición de la
población cubana ha cambiado en las últimas décadas; y con ella la
evaluación de conceptos y valores tales como: identidad, pertenencia,
derechos, libertad y democracia.
Uno de los logros más significativos del castrismo fue haber logrado el
desarraigo de los cubanos del terruño natal y, por ende, la ruptura con
sus lazos familiares y sociales originales. El éxodo hacia cualquier
país donde tengan la posibilidad de sentirse y vivir como personas,
constituye la razón de ser de una parte considerable del hombre nuevo.
En tiempos de cambios, resulta imprescindible que las nuevas
generaciones comprendan que ser cubano, más que una caracterización
nacional; es una forma de identificar raíces comunes basadas en una
misma cultura, persuadirles de que los nacionales no son ciudadanos de
segunda clase, y de la importancia de tomar posiciones en estos momentos
históricos.
Cuba está abocada al cambio generacional en las altas esferas del poder;
este suceso tendrá serias implicaciones en la sociedad; por lo que se
requiere que los ciudadanos adquieran la conciencia de lo que realmente
son; conozcan su rol social; y descarten la emigración como la única
salida a la problemática nacional. Esta responsabilidad corresponde a la
emergente sociedad civil y, en particular, a quienes han asumido el rol
de opositores.
Para ello, es necesario promotores que estimulen a los ciudadanos a
sustituir actitudes y compromisos impuestos por la "dirección
histórica"; incorporando a la conciencia ciudadana conceptos: la cultura
de la negociación, la tolerancia, el debate de las ideas, el
pluripartidismo y la economía de mercado.
En la Isla existen organizaciones opositores al régimen, en las que
militan personas capaces de promover cursos y seminarios destinados a
difundir los valores y beneficios de la democracia; sin embargo, debido
a la fragmentación del movimiento disidente, no cuentan la capacidad de
movilización individual para realizar sus proyectos. En cambio,
conjugando sus acciones, la oposición podría constituirse en un factor
política-social a tener en cuenta por las autoridades de un régimen
agonizante. Nadie negocia con quienes nada pueden aportar.
La sociedad civil venezolana dio un paso histórico al implementar una
mesa de diálogo y unidad. ¿Por qué la oposición cubana no puede hacer lo
propio?
La inminencia del Congreso del PCC, y los subsiguientes cambios que se
anuncian, harán de 2011 un año trascendental para el país; esta
circunstancia impone la adopción de las medidas necesarias que permitan
a los opositores vibrar en la misma frecuencia.
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