Moisés Leonardo Rodríguez
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Cafeterías y bares son
recuerdos que guardan los que pasan de la media rueda. Su lugar lo han
ocupado los denominados bares-cafeterías, en los que se vende ron,
cigarros, cervezas, y cuando aparecen, tabacos, aunque casi nunca café.
Y ahí el nombre de estos sitios pierde el sentido.
En muchos se venden croquetas, frituras de maíz y otros productos
elaborados con harina; pero ni soñar con croquetas de pollo o frituras
de bacalao. Los viejos gastronómicos aseguran que los pollos de ahora,
los que vienen de la Yuma o son cebados en el país, no tienen la
sustancia y el sabor necesarios para hacer croquetas, ya que son criados
con pienso, y que el bacalao para las frituras no se encuentra ni en el
área dólar. La solución gastronómica a estas carencias es prepararlo
todo con harina de trigo y sazón de lo que aparezca.
En los nuevos bares-cafeterías se encuentran pailas con aceite en las
que se fríen y refríen grandes cantidades de croquetas, frituras,
cangrejitos, churros y otros productos que se venden a peso cada uno,
precio al alcance del bolsillo, aunque algunos médicos asocian el alto
consumo de harina a la gran cantidad de hipertensos que andan por el
país, y el alto índice de mortalidad por infartos.
Cuando atienden más de dos dependientes en cualquier bar-cafetería, al
pedir cigarros, generalmente envían al cliente a otra parte del
mostrador, que es donde se despachan. Sin dudas se trata de otro aporte
nacional a la división internacional del trabajo.
Los locales remodelados que ahora ocupan estos "combinados
gastronómicos", permanecen con los mostradores del interior
subutilizados, ya que lo que se vende se sirve a través de unos
boquetes, y hay que comer y beber sobre otros mostradores de cemento o
plástico, situados en el portal, o en mesas plantadas en la acera. Los
nuevos bares-cafeterías forman parte de la disfuncionalidad de los
servicios que caracterizan el proyecto socialista.
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