El 'desvío de recursos' en Cuba, el pan de cada día
Iván García | La Habana
Actualizado viernes 12/02/2010 17:06 horas
Bienvenido a la isla del robo. Pase usted por cualquier gasolinera,
oficina de atención a clientes o bufete jurídico, y por debajo de la
mesa, con dinero en mano se resuelve lo que desea.
Siéntese con su familia a cenar en un exclusivo y caro restaurante, y
verá cómo lo timan al servirle un trozo de asado. Y si no tiene los ojos
abiertos, le recargan la cuenta con un descaro que raya en la insolencia.
Probablemente estos robos de "malandros" cubanos, sean habituales en
cualquier rincón del planeta. Pero la prensa los denuncia. No se oculta
el fenómeno. En Cuba sí.
La rica fraseología gubernamental acuña un término ambiguo para
clasificar los robos y pérdidas: "desvío de recursos" o "faltantes". En
todos los estamentos de la sociedad, la persona, o participa del robo, o
es cómplice o compra productos sacados la noche anterior de un almacén
estatal.
La gente no labora donde pueda ganar un mejor salario. No. Trabaja donde
pueda robar a manos llenas. Porque el sueldo de fin de mes es un simple
estipendio.
Les contaré un par de historias. En una gasolinera que presta servicio
al Ministerio del Interior, a tiro de piedra de Villa Marista, cuartel
general de la Seguridad del Estado, hace unos días la policía desmanteló
una red que falsificaba bonos de gasolina y petróleo.
Trabajadores del centro aún están bajo investigación. A uno de los jefes
se le ocupó una máquina para confeccionar bonos falsos de combustible.
Les explico. En Cuba, el gobierno intenta controlar en forma de vales o
bonos el gasto de combustible.
Una legión de burócratas planifica la gasolina a gastar por cada empresa
en un mes. Y los kilómetros que deben recorrer los coches estatales. A
cada empresa se le distribuye un número de bonos de combustible, que por
la extensa crisis se han ido recortando.
Debido al descontrol, en esa gasolinera que presta servicio a coches del
Ministerio del Interior, mensualmente se robaban miles de litros de
gasolina. Después, estos litros se vendían a particulares o a oficiales
de la institución, quienes como cualquiera en la isla necesitan un extra
de combustible para resolver asuntos personales.
Es un negocio rentable. El litro de gasolina especial cuesta 0.90 c.u.c
(1 dólar) y se suele vender en el mercado negro a 10 pesos (40 centavos
de dólar). Ya hace unos años, Fidel Castro intentó controlar el robo
desmesurado de combustible colocando trabajadores sociales y máquinas
para vigilar la venta. Miles de empleados corruptos fueron despedidos.
Pero ni así. A la vuelta de unos meses, los nuevos empleados ya estaban
robando. En el caso contado, los trabajadores pertenecen al Ministerio
del Interior. Nadie está a salvo en Cuba del flagelo de la corrupción.
La otra historia es mucho más penosa. Lo sucedido en el hospital
siquiátrico de La Habana, en el mes de enero, donde por negligencia
fallecieron 26 pacientes, tiene tras bambalinas un trasfondo de corrupción.
Según una persona que trabaja en una comisión que investiga los sucesos,
se sustraían diariamente cientos de sacos de arroz, leche en polvo y
cajas de pollo o pescado. Algunos empleados del centro vendían
festinadamente sábanas y colchas destinadas a los pacientes.
En los alrededores del hospital, vecinos del barrio preferían ir a
comprar productos a empleados del centro, que al desabastecido mercado
estatal. Hasta la pintura era vendida. Varias casas cercanas están
pintadas del mismo color que el sanatorio.
En Cuba, para obtener cemento, materiales de construcción o comida, la
ciudadanía recurre al mercado negro. La pérdida de valores morales es
ostensible. Personas que siempre fueron muy honradas, ahora ven normal
consumir artículos robados.
A veces la prensa oficial publica una reseña sobre la corrupción y el
robo. Pero a cuentagotas informan de un fenómeno que está latente en
todas las estructuras de la sociedad cubana.
Hace unos días, el telecentro de la provincia de Santiago de Cuba, a mil
kilómetros al este de La Habana, realizó un reportaje sobre el recorrido
de Lázaro Expósito Cárdenas, primer secretario del partido en la
provincia, por centros gastronómicos y de elaboración de productos
alimenticios.
Da ganas de vomitar. Cucarachas, suciedad y mala elaboración en la
confección de alimentos. Al parecer, la cadena nacional televisiva pensó
que era demasiado crudo exhibir el material y lo censuró. En 51 años de
revolución de verde olivo, la corrupción rampante es un fenómeno que el
gobierno no ha podido atajar.
Es simple, la gente no se siente dueña de los medios de producción, como
le repiten los catálogos de marxismo. Y ve al Estado como una
institución que los explota. Si a esto usted une la escasez, entonces el
motor de la corrupción está presto a funcionar a todo gas. A robar se ha
dicho.
El 'desvío de recursos' en Cuba, el pan de cada día | Cuba | elmundo.es
(12 February 2010)
http://www.elmundo.es/america/2010/02/12/cuba/1266001179.html
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