Intemperie, desamparo y maromas
RAUL RIVERO
Madrid -- Lo que se percibe desde aquí es una mano omnipresente en la
distribución a conveniencia de los primeros cargamentos que llegan con
ayuda para los damnificados. Otra mano, armada con pistola, en el
oriente cubano que encarcela y propina golpizas a jóvenes opositores y
un soplo mágico que envía a la desarbolada Pinar del Río un ómnibus con
cantantes y maromeros para entretener el hambre y la desesperación.
Es un plano perverso y fatal. Dos de los movimientos descritos actúan en
contra de la gente que ha recibido en directo la fuerza del huracán
Gustav, poderoso, destructor y rápido. El otro, trabaja en contra de los
habitantes de una zona, hacia la Punta de Maisí, en el otro extremo de
la isla, donde bate estacionaria la represión.
Las Damas de Blanco desde La Habana han pedido que se reciban por igual
todas las ayudas, sin tener en cuenta el perfil de las instituciones y
gobiernos que las hagan llegar. Quieren que sean organismos no
gubernamentales quienes garanticen que los cargamentos vayan a los más
perjudicados, también sin tener en cuenta sus colores políticos y sin
que las autoridades puedan manipular el reparto.
Para todas las familias tocadas por los vientos y las lluvias del
huracán, ese tiempo que usó para cambiar el mapa del occidente cubano
desemboca en una eternidad de miserias, privaciones y tragedias
personales. Desde luego que para los familiares de los presos políticos,
para los activistas de derechos humanos, los bibliotecarios y
periodistas independientes sorprendidos en la trayectoria del fenómeno
natural esa eternidad de carencias se medirá con un reloj arrítmico, de
manecillas flojas.
No se puede olvidar que la oposición pacífica, sus familiares y amigos
son el centro del trabajo represivo de la policía. Son el enemigo y al
enemigo hay que tratarlo con ''odio intransigente que impulsa más allá
de las limitaciones'', como enseñó y propuso Ernesto Guevara.
Los episodios de Oriente, bajo la vigilancia de otros huracanes reales,
llevaron a la cárcel con condenas de un año y un año y seis meses a dos
activistas del Movimiento Cubano de Jóvenes por la Democracia (MCJD).
Son Isael Poveda y Yordis García, acusados de resistencia y desobediencia.
Los dos jóvenes fueron maltratados por elementos de la policía y, desde
Guantánamo, el dirigente del MCJD reportó arrestos temporales, amenazas,
registros y golpizas contra otros activistas y directores de boletines
literarios que se editan en aquella región.
Por una esquina de la foto, en medio de una carretera todavía erizada de
obstáculos, pueden verse los vehículos con la brigada de maromeros que
se dirigen a Pinar del Río para llevar un mensaje de cariño y
solidaridad, según el ministro cubano de Cultura Abel Prieto.
Lo que llevamos es el arte, que esa gente lo necesita mucho, dijo a los
medios de propaganda un cómico criollo que se hace llamar Montepollo.
En Pinar del Río están dañadas o destruidas más de 100 mil viviendas y
hay familias enteras que ha perdido todas sus pertenencias. Y no saben
qué van a almorzar hoy ni dónde dormirán mañana.
Control total, rejas y circo para que no se desborden otros ríos más
difíciles de contener. Canciones mediocres y bromas locales.
Intervención definitiva en cada jabón que se done y en cada pedazo de
pan que entregue la solidaridad para que se sepa donde está el poder. Y
cárcel para quienes quieren libertad y luchan por ella. Eso es lo que de
verdad se necesita en Cuba.
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