Por: Manuel Espino Barrientos
Publicado el: 2008-02-03
Cada vez con menos pasión ideológica y creciente sentido de
responsabilidad, las organizaciones promotoras de la democracia en el
mundo abordan el proceso de transición política, económica y social de
Cuba con visión global, interés regional y espíritu de diálogo para el
entendimiento entre quienes desean coadyuvar a la liberación y
democratización de ese pueblo aún oprimido por el totalitarismo.
Quienes por solidaridad y hasta por salud política de sus países
promueven ese cambio deben considerar que ahí existe una dictadura que
no reconoce los derechos humanos, civiles y políticos de su pueblo; que
ni siquiera pueden llevarse a cabo elecciones libres en competencia
multipartidista con observadores internacionales. Deben reconocer el
problema que representa la elevada personalización del régimen político
de la isla, encarnada en Fidel Castro, quien por razones de salud ha
dejado de lado el activismo internacional que antes desplegó, sobre todo
en Asia y África, pero que sigue siendo el referente del poder aunque
formalmente lo detente su hermano.
Para cuando el líder histórico del socialismo cubano ya no esté, hoy se
ofrecen proyectos de diversa inspiración filosófica, con visiones más
moderadas que sugieren insertar al pueblo caribeño, de manera ordenada y
pacífica, en la modernidad democrática.
Si en verdad esos proyectos tienen el propósito de contribuir a que Cuba
supere su tragedia prolongada por décadas, quienes los promueven deben
abstenerse de instrumentar cualquier acción o campaña que pueda
interpretarse como injerencia indebida o atentado a la libre
autodeterminación de ese pueblo doliente.
Deben reconocer que sólo a los cubanos corresponde decidir qué hacer y
cómo hacerle para alcanzar su anhelada libertad. Ellos no necesitan, ni
aceptan, que otros les diseñen programas de cambio o de transición, como
muchos que han existido o como otros que hay, pero que son expresión de
intereses ajenos a los del pueblo cubano, que más reflejan ambición de
poder que un auténtico afán de solidaridad humanitaria.
Lo que se requiere es apoyo desinteresado a quienes desde la oposición
pacífica, en la isla o en el exilio, reclaman el respeto a sus derechos
fundamentales y han proclamado la Declaración de Libertad de los
Cubanos, documento principal de Foro Cubano, que retoma la campaña del
Proyecto Varela, que reclama a su vez los derechos fundamentales de los
cubanos y exige liberación de los prisioneros políticos; documento que
representa una apuesta por ellos mismos, que sintetiza la alternativa
del pueblo desde una posición conciliatoria, sin la animosidad que en
épocas recientes protagonizaron quienes apostaban por la continuidad o
por la ruptura en la vida pública cubana.
Documento guía para quienes desean sumarse a ese proceso histórico.
A nombre del Movimiento Cristiano Liberación que se esfuerza dentro y
fuera de Cuba por esa legítima causa, Oswaldo José Payá Sardiñas, líder
opositor en la isla, ha solicitado a los partidos de la Organización
Demócrata Cristiana de América, recientemente reunidos en Miami, que no
duden nunca del valor, la actualidad y la fuerza liberadora de la
enseñanza social cristiana; les ha recordado que él y muchos otros
cubanos son parte de la familia democristiana, no por afinidad política
circunstancial, tampoco por afán de alianza política o por mera
coincidencia de intereses, sino por comunión en el espíritu de servicio
al prójimo, sobre todo a los pobres de los pueblos.
Oswaldo Payá le ha pedido a la ODCA no alejarse de su mística de lucha,
de los valores que le han dado identidad y de la fuente de inspiración
que les hizo nacer para colaborar en la obra de un mundo mejor.
Le ha urgido a esa sexagenaria organización que, al margen de puras
estrategias y pactos, de pragmatismos y oportunismos, sin mirar sólo a
la derecha o a la izquierda en busca de oportunidades efímeras,
proclamen desde la congruencia política la alternativa de la liberación
y den testimonio de su determinación para hacer realidad la justicia
social en los pueblos de América.
Con vehemencia que refleja su propio compromiso, ha pedido ayuda para
que su pueblo alcance el cambio pacífico. La ODCA ha respondido
positivamente sin especulaciones que generan incertidumbre, sin
intromisiones que estimulan la disputa estéril y sin asumir posiciones
por adelantado, pero con firme voluntad de ser semilla de esperanza para
Cuba.
* Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América
http://www.novenet.com.mx/voces.php?id=87955&d=03&m=02&y=2008
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