El turismo en Cuba: retos y oportunidades
Elías Amor Bravo
Economista
LiberPress, Enero de 2007- Estos días se está celebrando en Madrid
FITUR, la Feria Internacional de Turismo que convierte a la capital
española en el escaparate en el que se dan cita todos los países que
consideran este importante sector de actividad como un poderoso
instrumento para promover el desarrollo económico, la calidad de vida y
bienestar de sus poblaciones. España, potencia mundial de turismo, ha
visto cómo, a lo largo de las últimas décadas, el desarrollo de esta
actividad, que empezó estrechamente vinculada a las posibilidades de sol
y playa, se ha ido especializando y aumentando en profesionalidad, a la
vez que las pequeñas empresas hoteleras y de viajes que aparecieron en
la década de los años 60, se han convertido en grandes corporaciones
globales con intereses en numerosos países, que no sólo prestan
servicios directos a los viajeros y turistas, sino que han empezado a
transferir tecnología y gestión, dos elementos que concentran la mayor
parte del valor añadido del sector.
Cuba también participa en Fitur. Lo viene haciendo desde hace años. El
desarrollo del sector turístico en la Isla ha sido otro de los retos
para el régimen, sobre todo, desde la caída del muro de Berlín y la
crisis provocada por el denominado "período especial" con el desplome de
las subvenciones soviéticas que mantenían de forma artificial a la
economía cubana. Por desgracia hasta esa fecha, comienzos de los años
90, se perdió un tiempo formidable, ya que mientras otros países del
Caribe, con recursos naturales, clima y condiciones similares a las de
Cuba desarrollaban planes coherentes para atraer a millones de viajeros
procedentes de Europa o América, el régimen castrista apostaba por el
eterno discurso ideológico, y entre sus enunciados, durante la larga
etapa anterior al derrumbe soviético, calificaba al turismo como una
actividad "no socialista" en tanto que su disfrute era uno de los
privilegios asociados a la cúpula política dirigente del país.
El desarrollo de la plataforma turística para atender las necesidades de
divisas durante el "período especial" confirmó que las autoridades en
esta materia, al igual que en otras muchas, lejos de apostar por un
modelo adecuado a las necesidades de la demanda y oferta, lo que hacían
era dar un salto adelante, y una vez más, el burócrata planificador
anteponía sus intereses a las prioridades reales de la economía cubana.
Los datos son contundentes. La Oficina Nacional de Estadística de Cuba,
en su Anuario Estadístico 2007, y con cifras que sólo alcanzan hasta
2006, confirma que las llegadas internacionales de turistas a la Isla
han disminuido un -2,5% con respecto al año anterior, situándose en
1.931.000, dejando la tasa media anual desde 2001 en un modesto 3,1%. El
sector parece haberse estancado desde su nacimiento.
Hay razones que explican estos deficientes resultados. En primer lugar,
el apparteid que se práctica a la población de la Isla respecto al uso y
disfrute de la planta y servicios hoteleros, principalmente la de
calidad superior en los principales resorts del país, una medida
socialmente cuestionada y que posiblemente se verá modificada. En el
Gráfico adjunto se observa cómo el 70,3% de las pernoctaciones de
extranjeros se producen en establecimientos de 5 y 4 estrellas, los
cubanos que acceden a estos apenas representan el 1,1%. La participación
de los cubanos en los denominados "medios de alojamiento
complementarios", vinculados a los premios y regalías del régimen, bases
de campismo, cabañas y casas, campamentos y villas turísticas" es
claramente superior 57,8% a los extranjeros, un 4%.( Gráfico:
Distribución de las pernoctaciones de ciudadanos cubanos y extranjeros,
por tipo de establecimiento hotelero -fuente Anuario Estadístico de Cuba
2007- Pernoctaciones de cubanos en rojo, extranjeros en azul.)
En segundo lugar, el desigual comportamiento de los mercados emisores de
turistas. En los últimos años, el turismo procedente de Europa presenta
un perfil muy desalentador. Una caída del -3,2% en 2006, y un aumento
anual acumulado de sólo un 2% desde 2001, confirman que los europeos que
viajan a Cuba no repiten, y que cualquier estrategia de acercamiento a
este mercado exige un cambio en el modelo actual. El turismo procedente
de América, fundamentalmente Canadá, se encuentra prácticamente
estancado, y los mercados de Venezuela, México o Argentina no pueden
alcanzar las cifras absolutas europeas.
En tercer lugar, la tasa de ocupación media de los establecimientos de
alojamiento no supera en ninguno de los años del período 2001-2006 el
65%, experimentando en este último año un descenso hasta el 60,7% para
el conjunto de establecimientos.
En cuarto, el ritmo de crecimiento de los ingresos por turismo deja
mucho que desear. Cuando las autoridades comprobaron el coste de la
captación de divisas asociadas al turismo, y la eventual aparición de
actividades privadas que se beneficiaban de esta corriente monetaria
foránea, intentaron frenar cualquier estímulo. La ausencia de una oferta
turística complementaria, de naturaleza privada y competitiva, es uno de
los factores que puede condicionar en mayor medida el desarrollo del
sector, y sobre todo, su impacto positivo sobre el conjunto de la
economía cubana.
El balance no puede ser más negativo. Mientras otros países de la cuenca
del Caribe se preparan para contar cifras millonarias de turistas e
ingresos, el régimen cubano languidece con políticas que no permiten
mejorar el sector ni extender sus efectos benéficos. La presencia de
Cuba en Fitur pasa por ser simbólica.
http://liberpress.blogspot.com/2008/02/el-turismo-en-cuba-retos-y.html
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