2008-2-7
Por Doctor Miguel Leal Cruz.
Canarias-España http://www.periodismohistorico.net
La férrea dictadura cubana parece mantenerse incólume a pesar de la
serie de acontecimientos que siguen a la caída del Muro de Berlín, que
no hicieron mella en la cúpula dirigente del régimen cubano: Fidel
Castro, su hermano Raúl y poco más.
Como ya se ha dicho, las reformas de Mijail Gorvachov, principal valedor
de Cuba, hacen pensar que las seguirá Fidel una vez que la potencia
oriental deje de prestar ayuda económica. Sin embargo, el régimen
fidelista lejos de seguir la trayectoria de su otrora socio, retorna al
más "puro y duro comunismo ortodoxo con planteamientos marxistas", tal
vez para autoprotección. Fidel Castro alega, en otro de sus
controvertidos discursos, que "desea recuperar la moral y los valores
que se han perdido (en la entonces URSS) con la entrada de hábitos y
comportamientos capitalistas". El régimen adopta una campaña ideológica
atacando aquello que considera corrupción de los trabajadores que han
antepuesto sus propios intereses a los de la colectividad y que sólo
buscan su interés y beneficio personal. Fidel acusa a granjeros,
campesinos y trabajadores por cuenta propia de utilizar "el dinero, como
símbolo capitalista por excelencia", y que olvidan los ideales del
marxismo y el socialismo solidario"
La ejecución de varias penas capitales habidas en los últimos años por
decisión personal de Fidel Castro, obligan a reconsiderar la situación
del régimen cubano ahora en aparente crisis. Son muy conocidas las del
general Arnaldo Ochoa (que preparaba un golpe de estado, parece), La
Guardia y otros (hermanos al rescate) o la de tres secuestradores de una
embarcación con pasajeros, sin haber cometido delitos de sangre y que
sólo aspiraban a la libertad política. Esto unido a las fuertes condenas
a opositores pacíficos al régimen, a estas alturas de casi total normal
convivencia geopolítica mundial, constituyen una peligrosa escalada que
posiblemente hizo olvidar en algún momento al gobierno norteamericano
presidido por Bush (en su primer mandato presidencial) la promesa hecha
por su antecesor Kennedy, en octubre de 1962, al dirigente soviético
Nikita Kruschev de que "los Estados Unidos jamás invadirían a Cuba", una
vez retirados los misiles atómicos de suelo cubano… y de Turquía. Pero
ni Bush padre, ni hijo, quisieron (o vieron comprometido) intervenir en
la política interna cubana, como ya había intuido el propio Reagan.
Ahora la cosa vuelve a estar en el candelero tras la misteriosa
enfermedad del líder cubano (algunos opinan que ha sido teatral, desde
la misma enfermedad y que no es de muerte, aún) lo que unido a la
nefasta política exterior USA en teatros lejanos de Oriente, hacen
pensar que pasadas las elecciones de noviembre próximo en este país,
Cuba volverá a disfrutar de relativa "paz interna" puesto que Hilary
Clinton, previsible electa presidente no estará por enconar más la
política exterior de su gran país afectado ahora por cierta recesión
económica. Claro que el régimen cubano aprovechará la ocasión para
"avanzar por el camino de la lenta transición".
Lo que antecede nos da pábulo para adentrarnos en la historia y
filosofía implícita de los muchos avatares sufridos por la "Perla del
Caribe" como fue llamada por España desde siempre.
Hoy como ayer, el mundo sensato comprende que es imposible para los
pueblos autodeterminarse totalmente, si se encuentran bajo el yugo de
una presión interior y constituye, por tanto, una desvergüenza aceptar
la imposición antidemocrática de un mandatario injusto con un gobierno
títere que regenta aquella dictadura, y menos aún como representante
legítimo de un país que ha necesitado zafarse de lazos externos durante
mucho tiempo en una interminable y desigual lucha.
Sin embargo, no podemos dejar de constatar la transformación humana y
filantrópica a nivel planetario de la revolución iniciada en Sierra
Maestra desde 1956, por ende social para una gran mayoría de cubanos,
pero consideramos que los tiempos y las circunstancias han vaciado de
contenido real el ideario inicial como fácilmente cualquiera puede
comprobar incluso "in situ" en la misma Habana, y viajar después a
Praga, Budapest o Varsovia, otrora, hace pocos años, capitales comunistas…
Aquellos ya lejanos pero continuados esfuerzos de Cuba por conquistar su
independencia (primero de España y desde principios del siglo XX de los
Estados Unidos), comienzan a fines del siglo XVIII, pero se sucedieron
más intensamente a lo largo de casi todo el siglo XIX. Cuando en 1809,
con motivo de la invasión napoleónica en territorio español, la
autoridad quedó encarnada en la Suprema Junta Central y ésta solicitó la
representación de Cuba y la toma administrativa consiguiente. La fase de
autodeterminación que ya había prosperado en el continente fue salvada
por la habilidad del gobernador español Salvador de Muro y Salazar,
marqués de Someruelos, quien abordó importantes reformas de gran sentido
españolista, lo que evitó tomasen más importancia los movimientos de
separación, unido al llamado por españoles cubanos y criollos el "temor
al negro", consecuencia de la independencia en la próxima República de
Haití.
Tomando datos personales y desde diferentes publicaciones editadas al
efecto, debidamente sistematizados, concluimos que: En 1812 se adoptó la
Constitución de Cádiz y se produjo el primer intento de compra por parte
de los Estados Unidos, intentos que aunque esporádicos no cesarían hasta
el mismo año de 1898. Durante el primer período absolutista, en España,
patrocinado por Fernando VII (1814-1820), se sucedieron una serie de
leyes de estímulo al desarrollo (1815, medidas que favorecieron la
agricultura; 1817, libertad de cultivo, venta y tráfico del tabaco y
otras leyes que estimulaban la emigración; 1818, autorización del
comercio libre, etc.). Por Real Orden de 1825 (una vez emancipadas las
colonias americanas continentales), desde Madrid se confería a los
capitanes generales en la Isla, facultades omnímodas para hacer frente a
los primeros síntomas de creciente agitación. Las primeras intentonas
revolucionarias fueron aplastadas por el gobierno, y castigados con
rigor sus respectivos responsables, sin embargo, el gobierno a cargo del
mariscal Francisco Dionisio Vives (1823-1832), fue largo y beneficioso,
mas los acontecimientos que tenían lugar en la metrópoli repercutían en
la Perla de las Antillas.
En 1823 se descubrió la conspiración de los "Soles y Rayos de Bolívar",
y en marzo de 1826 una conjura de Francisco de Agüero y Manuel Andrés
Sánchez, que habían estado en comunicación con Simón Bolívar en
Cartagena, resultó descubierta y sus dos líderes condenados a morir en
la horca. En 1830 se descubrió un nuevo complot de la "Gran Legión del
Águila Negra". El general Miguel Tacón que formó un gobierno absolutista
y rígido (1834-1838), decretó una guerra sin cuartel contra las ideas
emancipadoras y contribuyó de manera decisiva a la expulsión de los
delegados cubanos de las Cortes españolas en 1837, por considerarles que
alentaban la rebelión.
En 1850, el aventurero Narciso López, un general disidente español,
organizó desde Nueva Orleáns una expedición de 600 hombres, en su
mayoría norteamericanos. La intentona tendrá lugar dos años después con
otra rebelión de mestizos conducidos por el mismo Narciso López, quien
había penetrado en Cuba enarbolando, por primera vez, la bandera que más
tarde sería la de Cuba Libre; más, en esta ocasión, derrotado huye de la
Isla para regresar con mayor empecinamiento, si cabe. Tres años después
la insurrección volvió a estallar con fuerte violencia, tras el anuncio
de la toma de Cárdenas por fuerzas del mismo general López, desembarcado
inesperadamente por la costa de Matanzas acompañado de quinientos
filibusteros, norteamericanos en mayoría
Al igual que en la anterior intentona este conato insurreccional duró
pocos meses debido al poco valor demostrado por los indisciplinados
alzados, a excepción de su jefe el general valiente, pero obstinado y
resentido.
En 1851, en tercer intento, Narciso López reapareció en las costas de
Cuba resuelto a expulsar a los españoles, o a hacerse matar como así
ocurrió.
Desembarca en Playitas con 400 hombres, ocultándose en la manigua para
no ser descubierto por las tropas dependientes de la Capitanía General
que le esperan y con las que sostiene tres batallas indecisas contra un
ejército diez veces más numeroso. Al final la fortuna le abandona y,
este heroico y empecinado guerrillero, a la usanza patria, cae
prisionero de los españoles siendo fusilado, o agarrotado, en el
Castillo del Morro de La Habana, el día primero de septiembre de dicho
año, junto a los principales jefes que le acompañaron en la intentona.
En 1851 se pronunció contra España Joaquín de Agüero que derrotado fue
fusilado con varios compañeros en el intento. Igual suerte corrieron
Ramón Pinto, Isidoro Armenteros. Francisco d´Strampes y otros.
En 1862 surgió la idea gubernamental de lograr reformas para Cuba, y se
constituyó un partido reformista cuya finalidad era la autonomía
política bajo la bandera de España, pero los intentos de obtener leyes
especiales fracasaron, lo que impulsó a los próceres cubanos por el
camino de la revolución.
El 10 de octubre de 1868, tras un año de conspiraciones, Carlos Manuel
de Céspedes, inició la lucha armada con el denominado "Grito de Yara".
Con 300 hombres tomó, el día 20 del mismo mes, la ciudad de Bayamo, que
se convirtió en sede del gobierno revolucionario. Céspedes asumió la
dirección militar y política decretando la abolición de la esclavitud.
Otros patriotas ilustres, cubanos unos y españoles otros, se unieron al
movimiento, entre ellos Ignacio Agramonte, Manuel de Quesada, Francisco
Vicente Aguilera, Pedro Figueiredo, Antonio Maceo, Calixto García y
Máximo Gómez.
Hasta 1874 diez mil hombres mal armados se enfrentaron con éxito a
30.000 soldados de las tropas regulares españolas. Se organizó el
gobierno conforme a una constitución democrática promulgada por una
Asamblea Constituyente. La lucha fue cruenta, y murieron en ella
Céspedes y Agramonte, mientras Calixto García caía prisionero y más
tarde liberado.
Las desavenencias en el seno del gobierno revolucionario, acabaron por
debilitar a los patriotas que no deseaban acatar las órdenes que
provenían de la cúpula instalada en Nueva York.
En 1876 llegó de España en General Arsenio Martínez Campos investido de
prerrogativas especiales. Cerca de dos años costó la labor emprendida
por este general para poder sofocar la insurrección cubana. El nominado
"gobierno republicano cubano en armas" de desintegró y un Comité
negociador firmó la paz con los españoles el 10 de febrero de 1878
mediante el llamado Pacto de Zanjón. Según la historiografía cubana se
firmó esta paz sin que hubiera vencedores ni vencidos.
El Pacto de Zanjón establecía, en orden a que los cubanos depusieran las
armas, la concesión a Cuba de las mismas prerrogativas orgánicas y
administrativas que ya gozaba Puerto Rico en aquellos momentos, y el
olvido del pasado, ofreciéndose garantías a los ex combatientes que
quisieran salir del país. Los jefes más representativos de la revolución
que firmaron el pacto, Antonio Maceo y otros patriotas, se pronunciaron
en contra y continuaron la guerra por algunos meses antes de capitular
definitivamente el 28 de mayo. Sin embargo, el acuerdo, mal acogido en
España, constituyó sólo una tregua, pues por integración de los
revolucionarios vencidos se estableció en la isla el partido liberal. La
guerra de la independencia no tardaría en reanudarse ya que en 1879 el
general Calixto García se lanzó a la lucha en la llamada "Guerra
Chiquita" que duró cerca de un año, al cabo del cual, los rebeldes, sin
organización ni recursos, y ante la indiferencia del país, cansado de
diez años de luchas, depusieron las armas.
Entre 1879 y 1895 hubo varias tentativas revolucionarias frustradas. En
Nueva York, Filadelfia, Tampa, Cayo Hueso, Kingston y Santo Domingo los
desterrados cubanos formaban sociedades y círculos patrióticos.
En 1892 el polifacético poeta José Martí, hijo de españoles, fundó desde
el exilio el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era alcanzar
la independencia absoluta de la isla. Con la colaboración de Máximo
Gómez y Antonio Maceo, Martí organizó la revolución que se inició el 24
de febrero de 1895.
El día 1 de abril penetraron en la isla por Baracoa, y el 19 de mayo
murió Martí en el misterioso incidente de Dos Ríos, cuya muerte conmovió
hondamente a los patriotas cubanos que, sin embargo, no se arredraron.
En tres meses Gómez y Maceo llevaron a cabo la llamada "invasión del
Oeste", a través de la acción combinada de las fuerzas insurrectas
cubanas que asombraron al mundo de la época, y que, al mando de los
citados generales, llegaron hasta las mismas puertas de La Habana,
mientras las columnas al mando de Maceo llegan a tomar posesión de la
provincia más occidental de Cuba: Pinar del Río.
Maceo y Grajales, que desde Pinar del Río pretendía reunirse con Máximo
Gómez en Camagüey, murió combatiendo el 7 de diciembre de l896 en Punta
Brava de San Pedro, próximo a La Habana, tras haber atravesado por mar
la trocha creada por el mando español, mientras Calixto García en
Oriente y Máximo Gómez en las Villas y Camagüey, obtenían triunfos
increíbles sobre las tropas enviadas desde la metrópoli.
Ante estos fracasos, en enero de 1896 el gobierno español había relevado
al pacificador Martínez Campos y designó para sustituirle al general
Valeriano Weyler, marqués de Tenerife, que adoptó violentas medias de
represión.
Con táctica netamente militar intenta cambiar, por todos los medios, el
signo adverso de los acontecimientos, aplicando nuevos métodos
considerados bárbaros contra los insurrectos y elementos no adictos a la
causa española, llegando a su punto culminante en el Bando de
Reconcentración firmado, pero que tiene efecto mucho después de su toma
de posesión, el 21 de octubre del mismo año, al ver clara la
concomitancia entre población civil con rebeldes y piratas yanquis. Por
dicha orden se concentraban en los lugares indicados a centenares de
miles de campesinos cubanos que tuvieron que abandonar sus hogares,
fincas y demás propiedades. Quienes resultaron más perjudicados fueron
los ancianos, mujeres y niños, puesto que los hombres jóvenes y adultos,
en lugar de reconcentrarse huían y se unían al ejército rebelde.
En 1897 se aprobó en Yara una nueva Constitución eligiéndose presidente
de la República a Bartolomé Masó, y confirmando a Máximo Gómez como
general en jefe.
En 1898, ante las malas relaciones hispano norteamericanas, Estados
Unidos envió a La Habana el acorazado Maine con el pretexto de proteger
la vida de su cónsul y otros ciudadanos de su país, supuestamente en
peligro. Pero se sospechaba ya que El Tío Sam quería abordar el problema
cubano de cerca…
El navío sufrió una inesperada explosión el 15 de febrero (comprobada a
posteriori procedente del interior del casco) cuyo hecho tuvo gran
repercusión en la situación cubana y en las relaciones
hispano-norteamericanas, ya enconadas desde el inicio de la revolución…
El gobierno de los Estados Unidos, a pesar de la argumentación de
técnicos hispanos, insistió en acusar a España de la voladura de
acorazado y le declaró una guerra desigual, proclamando al mismo tiempo
el derecho de Cuba a ser libre e independiente tras negar toda intención
de ejercer soberanía alguna sobre la isla, promesa que no cumpliría.
En pocos días los norteamericanos colocaron unos 15000 hombres sobre la
isla, librándose duros combates con las fuerzas españolas. En el Caney
yen La Loma de San Juan los españoles fueron derrotados, habiendo tomado
parte activa en la batalla los propios cubanos al mando de Calixto García.
El 3 de julio, la escuadra española, al mando del almirante Cervera, fue
destruida en el intento de huir de la bahía de Santiago donde se hallaba
acorralada. El 17 se rindió la ciudad y el 18 de agosto se acordó un
armisticio finalizando la guerra por el Tratado de Paris (10 de
diciembre del mismo año), por el que España renunciaba a todos sus
derechos en Cuba, Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas.
La derrota sufrida en Cuba repercutió en el ánimo de los habitantes de
estas Islas Canarias, donde se temía un desembarco de "los yanquis" en
cualquier momento. Si bien había opiniones para todos los gustos,
incluso inclinaciones pro-americanas. Según El Heraldo de Madrid,
perdidas nuestras colonias, el gobierno debe poner más tacto y poner
máximo interés en las aptitudes a seguir para este Archipiélago canario,
donde las rivalidades políticas entre Tenerife y Gran Canaria alcanzaban
proporciones alarmantes. Añade el citado rotativo que perturbado por
completo el equilibrio moral del Archipiélago a consecuencia de las
luchas locales originadas por el caciquismo, el gobernador debería
hallarse revestido de una energía y una autoridad suficiente para
mantenerse al margen de las violentas imposiciones de aquellos que, con
el apoyo de las altas instancias del poder, cometen con la más cínica
impunidad todo género de abusos. Los enconos políticos entre Tenerife y
Gran Canaria habían tomado alarmantes proporciones, siendo necesario que
la prensa nacional se ocupara de los asuntos isleños, antes que lo
hiciera la inglesa, por aquello de que la ropa sucia debe lavarse en
casa. Canarias vivía una psicosis de posible invasión yanqui. Así el 2
de Abril de 1898, la prensa provincial, en especial El Diario de
Tenerife, daba la noticia de la próxima llegada a Santa Cruz de fuerzas
del Ejército procedentes de la Península, para reforzar la defensa de
las islas. Animaba el editorialista a la población para que dispensara
un recibimiento entusiasta a los soldados y añadía: "Los que al
finalizar el siglo XVIII supieron repeler la invasión extranjera y
conservar incólume para España este pobre rincón de Santa Cruz de
Tenerife, también sabrán, al finalizar el siglo XIX, defenderlo en caso
preciso, con igual tensión y energía, pero no por eso es menos justo
regocijarnos de que vengan a auxiliarnos nuestros hermanos del
continente, por lo que todos debemos prepararnos para recibirles con los
brazos abiertos y, confundidos en estrecho abrazo, saludarlos al grito
sacrosanto de ¡Viva España!".
Hoy continuamos siendo españoles, europeos y ciudadanos del mundo…
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