Cuba es el gran violador hemisférico, pero abundan otros problemas
La violencia y la impunidad afectan seriamente a varios países
El informe sobre la situación mundial de los derechos humanos en el
2007, dado a conocer el jueves por la organización estadounidense Human
Rights Watch, revela que la situación latinoamericana en este ámbito aún
deja mucho que desear y reitera que Cuba se mantiene como el Estado que
viola de forma más sistemática las libertades básicas de sus habitantes.
El documento, de varios cientos de páginas y producto de la
investigación sistemática de personeros y corresponsales de la entidad,
pasa revista a todas las zonas del mundo, y alerta, con especial vigor,
sobre las crisis humanitarias que sufren varios países de África, la
represión en China previa a los Juegos Olímpicos de este año y el
despotismo aún prevaleciente en varios países, a pesar de los avances
logrados durante las últimas dos décadas. También levanta su dedo
acusador ante varias facetas de la "guerra contra el terrorismo" del
Gobierno de Estados Unidos, especialmente la situación de los detenidos
en la base de Guantánamo, y ante las penurias de la población palestina
en la franja de Gaza.
Frente a las masivas arremetidas contra la vida y la integridad de las
personas en lugares como Sudán o Somalia, los problemas de América
Latina adquieren, relativamente, un menor nivel. Sin embargo, el balance
hemisférico, con una gran cantidad de situaciones violatorias de los
derechos humanos, debe tomarse muy en serio, porque revela, por un lado,
el carácter cerradamente represivo que mantiene el régimen cubano y, por
otro, los estragos de la impunidad, la violencia y la debilidad
institucional en otros países.
El veredicto sobre Cuba es desolador: "Sigue siendo el único país de
América Latina donde se reprimen casi todas las formas de disensión
política… El Gobierno continúa imponiendo el conformismo político a
través de procesos penales, detenciones con penas de corto y largo
plazo, hostigamiento de personas a través de turbas, advertencias
policiales, vigilancia, arrestos domiciliarios, restricciones de viaje y
despidos laborales motivados políticamente. El resultado final es que
los derechos fundamentales a la libertad de expresión, asociación,
reunión, privacidad, movimiento, y al debido proceso legal, son
sistemáticamente negados a los cubanos". Es decir, por la decisión de
quienes detentan el poder, Cuba ni siquiera ha logrado establecer
fundamentos mínimos de institucionalidad democrática, lo cual lo
convierte en un territorio de arbitrariedad totalitaria.
En todo el resto de América Latina hay distintos grados de democracia,
lo cual implica, al menos, un mejor punto de partida. Sin embargo, la
mezcla de violencia e impunidad es alarmante en Brasil, Colombia,
Guatemala, Haití y México. En Venezuela, por su parte, la independencia
de varias instituciones (como el Poder Judicial) ha desaparecido,
mientras que los controles contra los medios de comunicación, sindicatos
y otras asociaciones independientes han limitado su margen de acción. A
lo anterior, por supuesto, hay que sumar las situaciones de exclusión e
injusticia que, con grandes diferencias entre países, aún viven varios
sectores de la población.
Visto con una óptica latinoamericana, los dos grandes desafíos son tanto
impulsar la democracia y la libertad en Cuba, hoy el mayor violador de
los derechos civiles en el continente, como reforzar y mejorar la
institucionalidad judicial y policial, sobre todo en los países con
mayores índices de violencia, para contener su extensión y combatir
eficazmente la impunidad.
Se trata de tareas en extremo difíciles. Sin embargo, es un deber
esforzarnos por impulsarlas, más que por razones políticas, ideológicas
o de seguridad, por un elemental respeto a la vida y a los derechos de
las personas
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/febrero/05/opinion1411613.html
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