2008-02-05.
Aimée Cabrera, Periodista Independiente
Los cubanos, a modo general, se sienten acorralados, en la nación donde
nacieron, la cual es una cárcel a enorme escala, desde el momento en que
se les niega el derecho de viajar, mucho menos el de poder expresar lo
que piensan con sinceridad, y ni pensar en que se les permita vivir con
las comodidades propias del desarrollo existente a nivel mundial.
Los que tratan de vivir con las comodidades más normales, se les tilda
de ostentadores; los que luchan por tener un vehículo para moverse con
su familia, poseer un teléfono celular, o sentarse a ver un filme en un
DVD, esos son considerados peligrosos; por los mismos que les envidian
todo lo que han obtenido con su esfuerzo, y están prestos a llevar a
cabo el oportunista decomiso, que los ayude a tener lo que critican.
Para más, la situación económica es desastrosa, y la única justificación
es que sucede por culpa del bloqueo del gobierno norteamericano. La vida
ya está cara hasta para los que reciben remesas del extranjero, o tienen
empleos bien remunerados. El resto, en su mayoría, se ha acostumbrado a
vivir a niveles cercanos a la mendicidad, al convertirse en mercaderes
de lo poco que reciben.
Es penoso escuchar noticias que señalan como fallecen en las travesías
por mar, tantos cubanos que se arriesgan en embarcaciones precarias a
llegar a donde sea, lo mismo arriban a República Dominicana, que a
Honduras o México, todo es mejor que quedarse en su patria. Las
tensiones no terminan para estos mártires que de sobrevivir, han sido
encarcelados o devueltos a Cuba, pues cada vez es más difícil llegar sin
dificultades a la tierra prometida.
Muy pocos tienen la posibilidad de conseguir un contrato de trabajo en
el exterior, u otras variantes en las que puedan ganar buen dinero y
entrar y salir del país sin restricciones, por tal motivo, salir del
país es una idea latente que se torna obsesiva para la población ; y fe
de ello lo dan las largas filas de personas en los alrededores de unas
cuantas embajadas en la capital.
El parque cercano a la Sección de Intereses de los Estados Unidos de
América ofrece sus pocos bancos a cientos de personas que buscan la vía
de poder hacer el trámite migratorio adecuado. Lo mismo sucede con la
Embajada de España, o la de Italia, adornadas de multitudes desesperadas
cada día laboral, durante los horarios de atención al público.
Cada enero, las personas se preguntan "¿ quién se quedará este año?",
aludiendo a personalidades del régimen, artistas conocidos y queridos
por el pueblo, o simplemente el vecino de la cuadra que se pasó toda una
vida viajando y regresando, y se quedó finalmente, para todos ellos no
hay frase censurable, todos harían lo mismo, de tener el chance.
Hay muchos casos de cubanos que se van a otro países como visitantes,
por un período dado, pero una vez, que llegan a ciudades desarrolladas,
donde la vida fluye de manera positiva, deciden quedarse. Los ejemplos
no cabrían en este trabajo, y solo citaré a los jóvenes primeros
bailarines que desertaron en Canadá en diciembre pasado.
Con igual finalidad se quedaron los músicos que estaban en Brasil, o
conocidas y populares figuras de las artes y la televisión como Carlos
Otero, o Susana Pérez. La doble moral se afianza en los que quedan
arrinconados, con pocos medios para lograr su objetivo, y deben
demostrar comportamientos afines al "verdadero revolucionario", como
exige el Estado cubano, para conseguir en estos tiempos nada halagüeños,
el consabido permiso para viajar al exterior. De lo contrario no tendrán
más remedio que engrosar las filas del gran ejército de los atrapados
sin salida.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13851
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