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Saturday, February 04, 2012

El infierno sin agua

Muerte de Wilman Villar

El infierno sin agua
Michel Suárez
Madrid 24-01-2012 - 3:25 pm.

DDC 'se mete' en Aguadores, la cárcel donde Wilman Villar Mendoza
enfermó y se declaró en huelga de hambre.

Reproducción de la tortura conocida como la 'Shakira', 'patentada' por
el capitán Jesús Boulí, del Combinado de Guantánamo, y de la que es
principal promotor el teniente coronel Luis Enrique López Díaz, jefe de
la cárcel de Aguadores.

Una "balita" de dos litros —un envase plástico de Coca Cola— es lo que
las autoridades penitenciaras entregaban diariamente a Víctor Campa para
beber, bañarse y lavar la ropa. En la cárcel de Aguadores, donde el
preso político Wilman Villar Mendoza enfermó de neumonía y empezó un
ayuno que le llevaría a la muerte, el agua es el bien de consumo más
codiciado, lo que más se trafica allá adentro. Oro incoloro.

"Teníamos que bañarnos cada 15 ó 20 días. A veces, después de almorzar,
no había ni agua para tomar. Aquello es un infierno", explica Campa,
quien ha pasado por allí en dos ocasiones.

De camino al aeropuerto Antonio Maceo, y a la izquierda de su terminal
de vuelos ejecutivos, una cerca perimetral delimita la prisión de
Aguadores del monte y la roca. Al sur, el Mar Caribe; al norte, una
circunvalación que evita al visitante el deterioro de la entrada antigua
de la ciudad. El papamóvil de Juan Pablo II tomó esa autopista en 1998.
Muy probablemente, Benedicto XVI también lo haga. A unos dos kilómetros
del sitio donde aterrizará el Papa, el próximo 26 de marzo, casi mil
presos comunes y políticos sobreviven en barracas, entre ratas, insectos
y otros animales peligrosos.

La otra Shakira

La fama de Aguadores supera su jurisdicción. Desde Boniato (en teoría,
una cárcel de mayor pedigrí) envían allí a los presos más indomables.

El teniente coronel Luis Enrique López Díaz, jefe del penal, se
enorgullece públicamente de que así sea. Es el más señalado promotor del
método conocido como "Shakira", que consiste en amarrar los pies y las
manos, juntos, a la espalda del prisionero, para dejarlo como un balancín.

El capitán Jesús Boulí, oficial del Combinado de Guantánamo, le puso el
nombre de la cantante colombiana, pero López Díaz le ha robado el
protagonismo de la tortura.

"Hasta tres días dejan a los reclusos amarrados así. Nadie me lo contó.
Yo fui testigo", asegura el ex-preso del Grupo de los 75, José Daniel
Ferrer García.

La adrenalina del coronel López Díaz se eleva con las huelgas de hambre:
"ordena a otros presos agredir al ayunante, luego lo desnudan y lo
encierran en la celda de castigo, para obligarlo a desistir. Por eso
murió Wilman", refiere Ferrer, que pasó cuatro meses confinado allí.

"Después de que se denunciaba la huelga de hambre en la prensa
independiente, enviaban un médico a la celda de castigo. Y ya cuando se
ponía la cosa difícil, entonces mandaban al preso al hospital
provincial", explica.

El caso más reciente no es el de Wilman Villar. Desafortunadamente,
mientras el miembro de la Unión Patriótica de Cuba recibía sepultura en
Contramaestre, Vicente Trille Orozco ingresaba en el hospital Juan Bruno
Zayas. Después de 20 días en huelga de hambre, amaneció quemado en el
barracón. Su estado es de cuidado.

'Alta seguridad, extrema severidad'

Aguadores es una de las 200 prisiones del país, con una población penal
cercana a las mil personas. La Comisión Cubana de Derechos Humanos la
clasifica como de "alta seguridad y extrema severidad".

"Es un lugar horrendo, diseñado como campo de concentración, con
barracas, doble cercado y guardias con ametralladoras", ilustra Elizardo
Sánchez.

Siguiendo el orden inverso de otros casos, primero fue escuela y luego
cárcel. La segunda casa del hombre nuevo. Sus horrores irían en ascenso.
Según el ex-preso y periodista José Gabriel Ramón, de centro de
reclusión para chóferes condenados por delitos de tránsito pasó a
prisión de mujeres, y más tarde, de hombres. La modalidad actual incluye
un pequeño destacamento para enfermos de sida.

Miguel Cabrera Montoya, que pisó sus instalaciones por última vez el
verano pasado, tras los incidentes de Palma Soriano, pasó 23 días en
huelga de hambre y experimentó la odisea de enfermarse.

"Tuve úlcera, gastritis e hipertensión. Nunca dejaron que mi familia me
llevara mis medicinas habituales. Y para el catarro, repartían
masivamente té de hojas de yuca", apunta.

El sistema de barracas favorece la criminalidad interna. Las únicas
celdas individuales son las de castigo. Al amanecer, tras los habituales
apagones nocturnos, emergen reclusos "acuchillados, golpeados o bañados
en mierda". Los comunes que exhiben mayor beligerancia frente a los
disidentes (contrarrevolucionarios, CR, en el lenguaje oficialista),
reciben premios en especie: pabellón con sus esposas.

Hasta para eso hay que negociar. Las citas conyugales requieren aseo, y
en la bolsa de valores de Aguadores, un pequeño garrafón de agua cuesta
dos cajetillas de cigarros. O más.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/9251-el-infierno-sin-agua

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