Entre Copa y copas, la revolución
"Ni en el cielo los cubanos podemos descansar de la pesadilla", dice una 
viajera de esta aerolínea
Miércoles, julio 27, 2016 |  Víctor Manuel Domínguez	
LA HABANA, Cuba.- A los cubanos que no quieren caldo, Copa Airlines le 
da tres tazas, parodiando el refrán. Qué hijo del Remeneo, Las Tumbas, 
El Pedregal, Bollo Manso, La Mosquera o Muela Quieta, entre otros 
barrios diseminados por toda la geografía nacional, podría imaginar que, 
a miles de pies de altura, escucharía la historia natal de Fidel y Raúl 
Castro Ruz.
Hastiados de ver y escuchar cada día del año —por más de medio siglo—, 
en múltiples ocasiones, a cualquier hora y en todos los formatos de los 
medios informativos de la nación, a los gobernantes del país, muchos 
pensaron que allá en lo alto, sobre las nubes, podrían escapar de tan 
repetitiva visión, que a pocos estimula y a muchos hace padecer.
Sin embargo, o gracias a él, las imágenes de los hermanos Castro durante 
su infancia y adolescencia en su natal Birán, provincia Holguín, nos 
llegan a través de un documental que, cortesía de Copa —¿o copas? —, se 
proyecta durante la travesía La Habana-Panamá, como un recordatorio de 
que aún estamos rodeados del clientelismo internacional
Fuga en cadenas
Para muchos cubanos, salir del país es como una fuga en cadenas si se 
tiene que regresar, aunque al menos les sirve para cargar "las pilas", 
antes de volver a encerrarse en la realidad. La letanía ideológica 
gubernamental, el descontrol, las carencias, el escepticismo social, y 
el triunfalismo político como telón de fondo de una puesta en escena de 
Esperando a Godot —el futuro— hacen de cada viaje una singular evasión.
Pero saber que ni en las nubes logren alejarse de los estruendos 
propagandísticos, las fanfarrias políticas, la carnavalización 
ideológica y otras polvaredas poscomunistas que nublan los derrumbes 
cotidianos de la revolución, provoca en no pocos viajeros cierta 
decepción, algo de recelo, y una impotencia visceral que ni allá en lo 
alto pueden eludir.
La moda Cuba
El problema radica, según analistas de salón, ideólogos de solar, 
politólogos de almendrón, tanques pensantes de un agromercado estatal y 
otros especialistas de la historiografía popular revolucionaria, en que 
Cuba y sus líderes están de moda. Es decir, que abrir las tupidas venas 
de la nación a timbiriches, maniseros y turistas, es algo chic.
También, aseguran otros desde una necrófila y parabólica visión, Cuba se 
mueve, y esto es como abrir una tumba cerrada a cal y canto y extraer el 
cadáver aún intacto de la población, después de más de cinco décadas de 
luto nacional. Además, las ruinas de La Habana nada tienen que envidiar 
a las de Pompeya, las prostitutas cubanas a las de un puticlub en 
Madrid, ni el tabaco o el ron a lo que se produce en nuestra aldea global.
De ahí que el encuentro en el cielo, aún en vida, entre los gobernantes 
cubanos y parte de la población, sea para la mayoría de los viajeros 
otro círculo del Infierno de Dante, en tiempos de vuelos a Marte, 
terrorismo, refugiados, huelgas de hambre y reguetón. Según algunos, 
nada se puede hacer, salvo quedarse fuera, cerrar los ojos o aplaudir.
Cuenta una viajera que: "cuando abrió los ojos; todavía el dinosaurio 
estaba allí", sin la brevedad cimera del cuento de Augusto Monterroso. 
"No lo podía creer, señaló. Pensé que soñaba, o que me había dormido en 
un butacón del aeropuerto José Martí, pero no. Me encontraba a 36 mil 
pies de altura, según el capitán, y allí estaban Raúl y Fidel.
Otra de las sorprendidas con la aparición, dijo que "ni en el cielo los 
cubanos podemos descansar de la pesadilla de la revolución. Temo morir, 
y que allí donde me envíe Dios, encuentre un comité, una oficoda, una 
cola para comprar papas, un consultorio sin medicinas ni médicos o un 
DiTú. Ver para creer. Hasta en la sopa nos sale esta visión.
De acuerdo con la opinión expresada por un viajero al arribar al 
aeropuerto de Tocumen, en Panamá, es hora de adaptarse a los cambios 
económicos del país y olvidarse de sus líderes y su ambición de 
protagonismo y poder: "Si durante cincuenta años fui uno del montón 
siendo profesional, ahora como mula me va de lo mejor".
Según él, sus viajes a Panamá, Guyana y Puerto España, le hicieron 
comprender que existe otra forma de vivir, y que, con espejitos, 
gangarrias y otros abalorios que importa en mochilas, maletines, maletas 
y cuanto sirva para cargar, con que los cubanos sueñan, se emperifollan 
y se sienten dueños de la última moda y de poder, el escapa del ciclón.
Por su parte, una "mulita" muy joven y agraciada, expresó: "Ustedes los 
viejos cogen lucha con todo. Si no quieren ver a Raúl ni a Fidel, ni 
escuchar los ecos de la revolución, cierren los ojos, tápense los oídos 
y confórmense con viajar, que para los cubanos es la máxima ambición. 
Mientras ellos vivan, no se puede hacer más".
Para los miles de cubanos que se aglomeran, forman líos, se quedan, son 
mal mirados o se mueven rápidos y furiosos por la escena internacional 
—Quito, Trinidad y Tobago, San José, Colombia y Moscú— el futuro está 
fuera de la Isla, y el presente mejor es entrar y salir del país. La 
moda Cuba los deja indiferentes. La vida de sus líderes también.
vicmadomingues55@gmail.com
Source: Entre Copa y copas, la revolución | Cubanet - 
https://www.cubanet.org/opiniones/entre-copa-y-copas-la-revolucion/
 
 
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