Huber Matos: los cubanos eran patriotas y revolucionarios antes de que
llegara Fidel Castro
[30-07-2013]
Huber Matos B
Cuba Independiente y Democrática
(www.miscelaneasdecuba.net).- Un mensaje para la historia. Aun con los
problemas que había que superar, la Cuba anterior a 1959 era muy
superior a la Cuba de hoy. Era más independiente, libre, igualitaria,
justa y próspera. Había fe y esperanza en el futuro. Los cubanos jóvenes
no arriesgaban su vida para huir de su país. Afirmar lo que era cierto
no es pretender volver a la Cuba de ayer, eso es una imposibilidad
histórica.
Ni tampoco los cubanos nos hemos sacrificado por más de cincuenta años
luchando contra el castrismo comunista para restaurar el capitalismo en
nuestro país. Aunque ahora nos quieran hacer creer que el
castro-capitalismo (reformas sin libertad) es el rumbo prudente y sabio
a seguir. El capitalismo no es la solución de los problemas sociales de
un pueblo. El capitalismo es una forma de crear riqueza, no de
distribuirla o de hacerlo con equidad. Ni es el camino hacia la libertad
y la democracia. No lo ha sido para China, Rusia o Vietnam, tampoco lo
será para Cuba. El capitalismo sin una constitución democrática daría
oxigeno a la dictadura castrista como ha sucedido en otros lugares.
Nuestras metas siguen siendo las mismas de los revolucionarios
demócratas de la Cuba de ayer, mucho antes de que apareciera en escena
Fidel Castro. Antes de Castro nuestra generación continuó con el
compromiso de las que nos precedieron: alcanzar justicia social para el
pueblo y dar fin a la corrupción y el atropello. Ellos -como nosotros
después- luchamos por lograr la libertad y construir una democracia
verdadera, sin castas ni grupos marginados. Ellos -como nosotros
después- luchamos por una democracia pluripartidista donde se respetaran
los derechos humanos, la propiedad y la empresa privada. Una nación sin
corruptos ni explotadores.
La versión castrista de Cuba
Mucha gente, embaucada por la propaganda y por su propia ceguera, ha
creído por demasiado tiempo la versión de que cuando Fidel Castro llegó
al poder en 1959 Cuba era un desastre. Un lugar donde el analfabetismo,
la prostitución, el abuso a los trabajadores y la corrupción eran males
endémicos y sin solución, sobre los que no se había hecho nada efectivo.
Un país donde mandaba la mafia y el gobierno estadounidense. Cuba no era
así. Fidel Castro no enseñó a los cubanos a ser patriotas, ni a ser
valientes, ni justos, ni a defender la independencia de nuestra nación
de cualquier intromisión extranjera.
Antes de 1959 ya Cuba era Cuba
Antes que Cuba se independizara de España ya tenía una población
emprendedora y orgullosa de su cubanía. Nuestra nacionalidad se forjó en
las universidades, en las ciudades y en el campo. Con la música de sus
artistas y el canto de sus poetas; en las luchas por la independencia y
contra las injusticias sociales y la discriminación racial.
El padre de la patria cubana, Carlos Manuel de Céspedes, liberó a sus
esclavos y los invitó a sumarse a la guerra por la independencia contra
España desde el primer día, el 10 de octubre de 1868. Dos meses después,
el 27 de diciembre de 1868, Ignacio Agramonte y Loynaz, miembro de una
familia acaudalada de Camagüey, abogado, Comandante de las Fuerza
Revolucionarias y delegado a la Asamblea de Guáimaro, redactó la primera
ley cubana contra la esclavitud, que fue aprobada.
Durante el siglo XIX los cubanos combatieron en tres guerras contra el
colonialismo peninsular. En la última (1895–1898), España, en su afán de
mantener a la isla bajo control a cualquier costo, envió un ejército de
200,000 soldados. En esta contienda una tercera parte de la población
campesina de la Isla murió, y la economía cubana quedó desbastada.
En toda esa larga epopeya que se peleó a caballo y luchando contra un
ejército superiormente armado, el pueblo aprendió a admirar con devoción
a sus héroes. El 26 de octubre de 1868 en Pinos de Baire cuarenta
mambises se lanzaron por primera vez a la carga al machete contra más de
200 soldados españoles. José Martí, el escritor, poeta y arquitecto de
la independencia, murió en combate; también el más bravo de sus jefes
militares, el General Antonio Maceo.
La intervención de los Estados Unidos en esa última guerra logró la
rápida derrota de España, pero una serie de injustas condiciones
impuestas por el gobierno de Washington a la constitución de Cuba creó
una profunda molestia en una población nacionalista e inteligente. Desde
esa independencia lastimada en 1902, cada generación tomó como suya
alcanzar la patria soñada por José Martí. Una nación con todos y para el
bien de todos.
La enmienda Platt fue derogada en 1934 debido a las protestas de los
cubanos por la intromisión de los Estados Unidos en los asuntos de Cuba.
En las negociaciones que condujeron a la derogacion se acordó, entre
otros aspectos, la permanencia de la base naval de Guantánamo.
Cuba era Cuba antes de que Fidel Castro naciera, y los cubanos sabían lo
que querían y lo que había que rechazar y cambiar en su sociedad.
Por lazos históricos, el comercio y la geografía, la influencia de los
Estados Unidos estuvo presente en la vida política de la isla. Pero Cuba
no era una colonia de los Estados Unidos. Ni la prostitución era una
institución de supervivencia para miles de hombres y mujeres como lo es
hoy en la Cuba castrista.
Cuando los cubanos empezaron a huir como exiliados a Miami en 1959 no
llegaron con complejos de inferioridad. En la Cuba de antes de 1959 ya
habían construido un país y habían demostrado que podían competir con
los estadounidenses y superarlos.
La Constitución social-demócrata de 1940 fue una muestra del compromiso
moral y social martiano que vivía intensamente en el corazón de los
cubanos.
De 1902 a 1959 Cuba avanzó económica y socialmente hasta convertirse en
uno de los países más prósperos de Latinoamérica. Problemas por superar
había, esperanza, organización y energía también.
La leyenda castrista
Fue el golpe de estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, lo
que impidió que se celebraran las elecciones de junio de ese mismo año,
en la que el Partido "Ortodoxo" de tendencia social demócrata
seguramente habría triunfado por el amplio apoyo popular con el que contaba.
Un año después, el 26 de julio de 1953 un grupo de cubanos opuestos a la
dictadura de Fulgencio Batista trató de tomar el Cuartel Moncada en la
ciudad de Santiago de Cuba. Fue una improvisada y desastrosa escaramuza
militar. Su jefe, Fidel Castro, como luego demostraría con frecuencia en
la Sierra Maestra, actuó ese día con suficiente prudencia y huyó a
tiempo mientras sus compañeros arriesgaron la vida con temeridad.
Castro fue descubierto en su escondite y detenido. No fue torturado y
asesinado con crueldad por los esbirros batistianos como muchos de sus
compañeros de asalto. En un juicio en el que tuvo todas las garantías,
Fidel Castro expuso su programa de cambios dentro de la democracia. Su
discurso fue ampliamente difundido al pueblo por los medios de prensa.
A Fidel Castro se le condenó a 15 años de prisión. Gracias a una
amnistía del dictador Fulgencio Batista solo cumplió 22 meses en la
cárcel, y con un trato preferencial. Quien era un desconocido en el país
y un fracasado aspirante a algún puesto de dirigente en el partido
Ortodoxo se convirtió de la noche a la mañana en un personaje en Cuba.
Ya en libertad, Castro viajó a los Estados Unidos y luego a México, país
en el que organizó un grupo de 85 hombres con los que salió en un yate
hacia Cuba.
Los expedicionarios no desembarcan en el lugar ni en la fecha apropiada.
Para apoyarlos el día 30 de noviembre se produjo un levantamiento en la
ciudad de Santiago de Cuba al mando de un aguerrido joven de la ciudad,
Frank País, pero Fidel y sus compañeros llegaron a un lugar remoto de la
costa sur de la provincia de Oriente. Solo un pequeño grupo que logró
mantenerse unido se internó en la Sierra Maestra, donde comenzó la lucha
en las montañas y las ciudades de Cuba.
Durante la lucha guerrillera en más de una oportunidad su testarudez y
arrogancia casi cambian el rumbo de la guerra a favor de la dictadura;
creía saberlo todo, y con frecuencia daba órdenes absurdas, insultaba a
sus subordinados, y se mantenía a distancia de los combates. Quienes
luchábamos a su lado conocíamos esos defectos porque eran evidentes,
pero jamás imaginábamos que Fidel aspirara a una dictadura de por vida.
Los sucesos del Moncada, la posterior expedición que partió desde
México, y la guerra de guerrillas en las montañas estuvieron marcados
por el mismo patrón: audacia, desorden, improvisación, suerte, y buena
publicidad. En todos estos casos un grupo de cubanos generalmente
jóvenes, sacrificados, valientes e idealistas, se lanzaron sin temor al
combate contra la dictadura.
La campaña publicitaria a su favor, potenciada por Herbert Mathew en el
New York Times y por la revista Bohemia en Cuba, elevó su figura a
niveles épicos. Así nació el mito de un individuo con indiscutibles
dotes de actor, una oratoria combativa, un astuto oportunismo, absoluta
crueldad para tratar a quien creía le hacía sombra y una persuasiva
capacidad de manipulación.
La traición a la revolución y al pueblo
El 1o de enero de 1959 los revolucionarios llegamos al poder. Fidel
Castro el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde, tenían el
compromiso público con el pueblo cubano de iniciar una época de
transformaciones respetando la libertad y la democracia. Una revolución
como la que José Figueres había hecho en Costa Rica. Fidel Castro tenía
otros planes, quería mantenerse en el poder de por vida y en un sistema
democrático no habría podido lograrlo.
En un régimen democrático sus defectos habrían sido expuestos y
criticados. Habría tenido que rendir cuentas del manejo de la economía
del país, del resultado de sus decisiones equivocadas, y corregirlas o
su popularidad habría empezado a desaparecer.
Fue entonces cuando Cuba cayó en el abismo. Cuando Fidel Castro
traicionó los postulados de la revolución democrática. Cuando quiso
dirigir la república como se manda a un campamento. Peligro del que José
Martí había advertido al jefe insurrecto Máximo Gómez el 20 de octubre
de 1884, expresándole: "Un pueblo no se funda, General, como se manda un
campamento".
En su afán de establecer una dictadura comunista en Cuba sobre la que
pudiera gobernar hasta su muerte, Fidel Castro provocó a los
estadounidenses. No quería un arreglo inteligente con el principal socio
comercial de Cuba, quería un rompimiento total para poder justificar su
giro hacia el comunismo. También atacó y confiscó a los propios
empresarios cubanos que habían financiado su guerra en las montañas y a
los campesinos que fueron sus más leales colaboradores. Castro destruyó
la pujante economía cubana que había heredado intacta cuando llegó al
poder en 1959. Las repuestas de los Estados Unidos siempre fueron
parciales, débiles y mal organizadas. Esto fortaleció y consolidó su
poder en Cuba.
La dictadura castrista durante más de medio siglo se ha mantenido a base
del terror totalitario que copió de la KGB soviética. Con el mismo
arrojo de los antepasados mambises los cubanos demócratas se lanzaron a
luchar contra el totalitarismo castro comunista. Miles fueron fusilados,
miles pasaron una buen parte de su vida en prisión. En toda la historia
de las luchas contra las dictaduras y por la democracia en
Latinoamérica, no ha habido un solo pueblo que haya pagado tan alto el
precio de su afán libertario. Hasta el día de hoy los crímenes y los
abusos no han cesado.
Durante toda su permanencia en el poder el castrismo ha sido un régimen
económicamente improductivo. Todos los supuestos y aplaudidos logros de
la revolución en medicina, salud, deporte y otros, fueron pagados con
recursos enviados a Cuba por la URSS. Quienes en el mundo aplaudieron
esos logros se dejaron engañar y ayudaron a engañar a otros.
El régimen ha evitado el colapso económico total por las subvenciones
extraordinarias que le dio la URSS durante tres décadas y por la de
Venezuela hasta el día de hoy. La Unión Europea ha facilitado también su
supervivencia. Cuba le debe $31,681 millones al Club de París, que no
puede pagarle porque el país ni produce ni exporta.
El embargo de los Estados Unidos se ha podido mantener por la insistente
presión de los políticos cubanoamericanos en el Congreso; esta medida
nunca pudo ser efectiva por las subvenciones mencionadas y porque Europa
la neutralizó, vendiendo y supliendo al castrismo todo tipo de equipo,
mercadería y materia prima que ha querido comprar. A pesar de todo esto,
el embargo se ha convertido en la pieza de negociación que puede obligar
a los herederos del castrismo a una transición democrática en Cuba.
La lucha continúa
Hoy el castrismo enfrenta a una población desconfiada, agotada y
frustrada. Una deuda externa que es la mayor de Latinoamérica, una
infraestructura obsoleta y semidestruida. El pueblo cubano quiere un
cambio real, un cambio hacia la libertad y la democracia, un cambio de
gobierno, y un cambio de retórica.
Los cubanos lo lograrán, porque en la lucha por la libertad no conocen
claudicaciones ni temen el sacrificio. No tememos a los estadounidenses,
tenemos suficiente capacidad y dignidad para sostener una relación
respetuosa con los Estados Unidos. No tenemos que acusarlos de enemigos
para justificar nuestras carencias y una demagogia populista que rechazamos.
Esperamos que los miembros de las Fuerzas Armadas cubanas sepan que su
enemigo no es el pueblo sino la cúpula desacreditada y corrupta que lo
explota. Que cuando llegue el momento unan su voluntad a la de los
cubanos y ayuden a rescatar a la nación de esta demasiado larga y oscura
noche totalitaria. Que no faciliten el escape de Raúl Castro y los
responsables de esta tragedia, para que sean ellos y nadie más, quienes
tengan que enfrentarse a los tribunales de una Cuba democrática.
¡Patria, Pueblo y Libertad, el pueblo de Cuba resiste y vencerá!
Source: "Huber Matos: los cubanos eran patriotas y revolucionarios antes
de que llegara Fidel Castro - Misceláneas de Cuba" -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/51f77b293a682e083c5fb302
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