Publicado el miércoles, 05.01.13
Yo no sé
Nicolás Pérez
De todos los grupos que luchan en la isla contra el comunismo, sin
discusión alguna, al que más respeto es a las Damas de Blanco. Ellas son
las madres, esposas e hijas del grupo que fueron encarcelados durante la
Primavera Negra, por "ejercer la libertad de expresión y pensamiento, y
por querer lograr para nuestra querida nación la reconciliación y el
respeto a los derechos humanos".
Las Damas de Blanco han recibido innumerables reconocimientos
internacionales, entre ellos el premio Sajarov en 1995 por el Parlamento
Europeo, que se concede anualmente a individuos y organizaciones que
luchan en el mundo por la libertad y la democracia, y que lleva el
nombre de Andrés Sajarov, el físico disidente político y premio Nobel de
la Paz oriundo de la ex Unión Soviética.
Por su valor y gallardía, las he visto golpeadas brutalmente y
arrastradas por el suelo sin dar un paso atrás, creo que esas Damas
merecen sobradamente el Premio Nobel de la Paz.
Para mí son especialmente admirables porque las considero son las
continuadoras de mi madre y de tantas otras mujeres cubanas que durante
diez, quince, veinte y hasta treinta años acompañaron a sus familiares
en cada visita, de cárcel en cárcel, recorriendo enormes distancias,
sufriendo humillantes requisas y maltratos, a pesar de que de un abrazo
a otro a veces transcurrían años por designios de un régimen carcelario
brutal.
Para mí también las Damas de Blanco fueron las que empuñaron las
antorchas de las presas políticas de Guanajay: Margarita Blanco, Yoyi
Castro, Clarita Gonzales, Carmina Trueba, mi tía y segunda madre Sara
Díaz Argüelles y tantas otras.
Por eso me ha causado una profunda tristeza leer en El Nuevo Herald de
este domingo que en una conferencia de prensa organizada por el
Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, en la primera
pregunta que le hicieron a Berta Soler, máxima dirigente de las Damas de
Blanco, una pregunta que era sobre el embargo, sorprendentemente se
calificó a los disidentes que quieren el levantamiento del embargo de
"una disidencia creada y controlada por el gobierno cubano", en una
alusión indirecta a Yoani Sánchez.
Comencé a conspirar en enero de 1960, me uní al Directorio
Revolucionario Estudiantil y en la Universidad de La Habana dirigí la
revista clandestina de los estudiantes cubanos Trinchera, fundada por
Juan Manuel Salvat. Cumplí 15 años en diferentes prisiones y hubo noches
que escuché 16 fusilamientos desde la galera 10 de La Cabaña. Debo
aclarar que no me lamento de mi suerte, y de regresar a los 60, hubiera
conspirado de nuevo contra el castrismo.
No obstante, aunque pertenecemos a generaciones diferentes, al igual que
Yoani y tantos otros jóvenes cubanos soy partidario de levantar el
embargo sin conceder créditos, ya que para lo único que sirve es para
que el gobierno de La Habana pueda justificar sus estupideces e
ineficiencias económicas, y para quién sabe, en un futuro, cuando
finalice el castrismo, pueda servir de pieza de negociación. ¿Pensar así
significa que se me pueda acusar de "haber sido creado y controlado por
el gobierno cubano castrista"?
Para solucionar el problema de Cuba hay cien teorías diferentes y el
99.99% son válidas, están llenas de buena fe y todas tienen un poquito
de razón, lo único importante y real y en lo que todos estamos de
acuerdo es que regrese la libertad y la democracia a nuestra sufrida isla.
Por último, ¿cómo me siento? Un poco frustrado, un poco dolido, pero
sobre todo muy triste, quizás como César Vallejo cuando dijo en su poema
Los Heraldos Negros: "Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos la resaca de todo lo
sufrido se empozara en el alma… ¡yo no sé!"
Nicop32000@yahoo.com
http://www.elnuevoherald.com/2013/05/01/1466410/nicolas-perez-diaz-arguelles-yo.html
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