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Sunday, April 07, 2013

Roberto Zurbano: “Para los negros, la Revolución no ha comenzado”

Publicado el sábado, 04.06.13

Articulo de Roberto Zurbano publicado en The New York Times

Roberto Zurbano: "Para los negros, la Revolución no ha comenzado"
Roberto Zurbano
The New York Times

LA HABANA -- Las últimas noticias provenientes de Cuba se refieren a
los cambios. Pero, para los afrocubanos como yo, esto es más un sueño
que una realidad. A lo largo de la última década, han sido eliminadas
muchas prohibiciones absurdas para los cubanos que viven en la Isla,
como dormir en un hotel, comprar un celular, vender una casa o un
automóvil y viajar al extranjero. Estos gestos han sido celebrados como
signos de apertura y reforma, aunque en realidad son nada más que
esfuerzos para normalizar la vida. La realidad es que en Cuba tu
experiencia de estos cambios depende del color de tu piel.

El sector privado goza ahora de cierto grado de liberalización
económica, pero los negros no estamos bien colocados como para
aprovecharnos de ello. Heredamos más de tres siglos de esclavitud
durante la era colonial española. La exclusión racial continuó después
de la independencia de Cuba en 1902, y medio siglo de Revolución desde
1959 ha sido incapaz de superarla.

En los primeros años de la década de los 90, después del fin de la
Guerra Fría, Fidel Castro se embarcó en reformas económicas que Raúl, su
hermano y sucesor, prosigue. Cuba había perdido su mayor benefactor, la
Unión Soviética, y cayó en una profunda recesión que se conoció como el
"Período Especial". Había frecuentes apagones. El transporte público
apenas funcionaba. La comida escaseaba. Para calmar el malestar, el
gobierno dividió la economía en dos sectores: uno para el negocio
privado y las empresas vinculadas con el extranjero, autorizadas a
negociar en dólares estadunidenses; y otro que continuaba el viejo orden
socialista centrado en puestos gubernamentales de trabajo con un
promedio de $20 mensuales.

Es cierto que los cubanos tienen aún una fuerte red de seguridad: la
mayoría no paga alquiler y la educación y la salud son gratuitas. Pero
la divergencia económica creó dos realidades contrastantes que persisten
hoy en día. La primera es la de los cubanos blancos, que han puesto a
funcionar sus recursos para entrar en la nueva economía de mercado y
cosechar los beneficios de un socialismo supuestamente más abierto. La
otra realidad es la de la pluralidad negra, que fue testigo de la
desaparición de la utopía socialista en los sectores menos acomodados de
la Isla.

La mayor parte de las remesas del exterior –principalmente del área de
Miami, centro neurálgico de la comunidad de exiliados mayormente
blancos– va a cubanos blancos. Tienden a vivir en mejores casas, que
pueden ser convertidas fácilmente en restaurantes u hostales –el tipo de
negocio privado más común en Cuba–. Los cubanos negros tienen menos
propiedades y dinero y, además, han tenido que lidiar con el racismo
imperante. Era frecuente no hace mucho que los administradores de
hoteles, por ejemplo, contrataran solo a empleados blancos para no
ofender la supuesta sensibilidad de su clientela europea.

Este tipo de racismo escandaloso se ha vuelto menos aceptable
socialmente, pero los negros son aún tristemente poco representados en
el turismo –probablemente el sector más lucrativo de la economía–, y es
mucho menos probable que posean sus propios negocios, en comparación con
los blancos. Raúl Castro ha reconocido la persistencia del racismo y ha
tenido éxito en algunas áreas (hay más maestros negros y diputados
negros en la asamblea nacional), pero falta mucho por hacer para
enfrentar la desigualdad estructural y el prejuicio racial que aún
excluye a los afrocubanos de los beneficios de la liberalización.

El racismo en Cuba ha sido escondido y reforzado en parte porque no se
habla de él. El gobierno no ha permitido que se debata el prejuicio
racial y se confronte política o culturalmente, pretendiendo a menudo
como que no existiera. Antes de 1990, los cubanos negros sufrían una
parálisis de movilidad económica mientras, paradójicamente, el gobierno
decretaba el fin del racismo en discursos y publicaciones. Cuestionar la
extensión del progreso racial equivalía a un acto contrarrevolucionario.
Esto hizo casi imposible señalar lo obvio: el racismo está vivo y saludable.

Si los años 60, la primera década después de la Revolución, significaron
oportunidad para todos, las décadas que siguieron demostraron que no
todo el mundo podía tener acceso a tales oportunidades y beneficarse de
ellas. Es cierto que la década de los 80 produjo una generación de
profesionales negros, como médicos y maestros, pero estas ganancias
disminuyeron en la década de los 90, cuando los negros fueron excluidos
de sectores lucrativos como la hostelería. Ahora, en el siglo XXI, se
hace muy visible que la población negra está poco representada en
universidades y en esferas de poder económico y político, y
sobrerrepresentada en la economía subterránea, en la esfera criminal y
en los barrios marginales.

Raúl Castro ha anunciado que dejará el poder en el 2018. Espero que para
entonces, en Cuba el movimiento antirracista habrá crecido, tanto legal
como logísticamente, de modo que pueda traer soluciones que durante
tanto tiempo han sido prometidas y esperadas por los cubanos negros.

Un importante primer paso sería lograr finalmente un conteo oficial de
afrocubanos. La población negra de Cuba es mucho mayor que los números
espurios de los censos recientes. El número de negros en la calle
subraya, de la manera más clara, el fraude numérico que nos coloca con
menos de un quinto de la población. Muchas personas olvidan que en Cuba
una gota de sangre blanca puede –aunque solo en el papel– hacer un
mestizo o una persona blanca de alguien que en la realidad social no cae
en ninguna de estas categorías. Aquí, los matices que gobiernan el color
de la piel son una tragicomedia que oculta conflictos raciales de larga
existencia.

El fin del gobierno de los Castro significará el fin de una era en la
política cubana. No es realista esperar un presidente negro, dada la
insuficiente conciencia racial en la Isla. Pero cuando Raúl Castro deje
el puesto, Cuba será un lugar muy diferente. Solo podemos esperar que
mujeres, negros y jóvenes serán capaces de ayudar a guiar a la nación
hacia una mejor igualdad de oportunidades y al logro de ciudadanía plena
para cubanos de todos los colores.

(Publicado el 23 de marzo del 2013)

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http://www.elnuevoherald.com/2013/04/06/v-fullstory/1448335/roberto-zurbano-para-los-negros.html#storylink=cpy

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