La censura no es la cura
Viernes, Abril 5, 2013 | Por Pablo Pascual Méndez Piña
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Recientemente, en la sala Rubén 
Martínez Villena, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, 
se realizó el segundo espacio de Moviendo los caracoles, auspiciado por 
la sección de crítica de la Asociación de medios Audiovisuales y Radio, 
para debatir acerca de la formación del gusto musical generalizado entre 
los cubanos.
La periodista Paquita de Armas, en su artículo titulado: Formar el gusto 
musical: un serio problema en la vida moderna, publicado en el portal 
Cubadebate, había soltado las riendas a la polémica con una 
interrogante: ¿Quién decide lo que se difunde o no?
Ella misma opina que la censura oficial del reggaetón y del rap, 
sentenciándolos como géneros de mal gusto, no es la solución del 
problema. "Eliminar por decreto cualquier música o expresión artística, 
lo único que hace es multiplicar su valor, ya se sabe que el Paraíso no 
se perdió  porque Adán y Eva se amaran, sino porque les prohibieron 
probar una manzana", sentencia.
Ejemplificó con el hecho de que los raperos y reggaetoneros han vencido 
la censura, gracias a la tecnología y a Internet y al portal You Tube, 
entretanto sus producciones de discos inundan los establecimientos 
cuentapropistas dedicados a ese tipo de venta.
Dichas creaciones, caracterizadas por el uso de vulgaridades y aun de 
obscenidades en sus letras, se difunden ampliamente en el transporte 
público, los paladares, las cerveceras, etc., superando así la barrera 
impuesta por los medios audiovisuales y la radio.
Orlando Cruzata, director del programa televisivo Lucas (dedicado a la 
divulgación de videoclips), aseguró que algunos videos de este género 
-aun sin haberse mostrado en la televisión- han ocupado el primer lugar 
en el "Lucasnómetro" (barómetro de preferencia popular).
Contradictoriamente, ni Paquita de Armas ni los especialistas 
preocupados por el mal gusto musical imperante en la Isla, se dedicaron 
a buscar respuestas en el submundo donde se debaten los cultivadores de 
la música culta, quienes, desde el otro extremo de la problemática, 
acumulan bastantes inquietudes, incluso también se sienten discriminados 
por los medios.
Muchos se preguntan: ¿Por qué no le dan más difusión al arte Lírico en 
Cuba? Recientemente, se ofreció un concierto de altos quilates sobre 
óperas de Bellini, en el palacio del Teatro Lírico Nacional, y la máxima 
publicidad que el director de la puesta logró proporcionarle a su 
espectáculo fue una pancarta expuesta en el umbral de la sede, una breve 
nota de prensa, algunos E-mail de invitación, más un anuncio colgado en 
la red social Facebook, de mínimo acceso a la población.
Paradójicamente, el ICRT-órgano que funge como censor y verdugo de la 
llamada música inculta- tampoco estimula la publicidad de estos 
conciertos de música con alta elaboración, salvo casos puntuales, como 
el de  Habana Clásicos , que ofrece espectáculos en el Rush Garden del 
Hotel Sevilla, aunque se sabe que su director artístico goza de muy 
buenas relaciones en el citado organismo de la difusión.
Los cantantes líricos, igualmente ignorados por la EGREM y las 
disqueras, tampoco pueden sufragar los gastos del videoclip para 
procurarse publicidad. Los costos mínimos rondan los 3mil dólares, así 
que esta posibilidad se ha convertido en prerrogativa para músicos de 
bolsillos gordos.
Uno de los principales medios para contrarrestar la influencia del 
reggaetón y el rap es la competencia, su confrontación con otros géneros 
de mayor calidad. Pero si las instancias oficiales de la cultura 
continúan desaprovechando el potencial de los jóvenes valores, sin 
divulgar sus obras e impidiéndoles la realización de vídeos y discos, 
estará muy lejos de atenuarse el problema.
También resulta contraproducente que el Instituto Superior de Arte (ISA) 
conceda tan pocas plazas para cursos de trabajadores destinados a 
cantantes profesionales del género llamado Culto, quienes para 
perfeccionarse y progresar tienen que alzar la vista allende los mares y 
largarse del país.
Otro inconveniente es el cobro de impuestos, ascendentes a 57% de las 
ganancias, cifra calificada de abusiva por los propios intérpretes de la 
música Culta, y más cuando les resulta tan difícil conseguir contratos 
en las cadenas hoteleras -lugares donde pagan mejor. Estas trabas 
perjudican igualmente a intérpretes de otros géneros populares. Además, 
téngase en cuenta que para cantar frente a un público, hay que vestirse 
y calzarse con elegancia, algo que en Cuba cuesta bastante caro.
Coincido con Paquita de Armas en que la censura no es la cura. Y menos 
aquí, donde, en los últimos 50 años, se ha censurado por igual lo bueno 
y lo malo en el campo del arte. La única ley para favorecer la mejor 
música debiera ser la de propiciarle las condiciones para que compita y 
gane en buena lid. Pero todo indica que es una solución muy difícil en 
nuestro sistema, en el que siempre predominan los enmiendas facilistas.
http://www.cubanet.org/articulos/la-censura-no-es-la-cura/
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