Sociedad civil
¿Hay sindicatos en Cuba?
Trabajadores cubanos en 1936.
Dimas Castellanos | La Habana | 2 Abr 2013 - 9:05 am.
Los intereses del Estado y los de los trabajadores. ¿Quién se cree el
cuento del exsecretario general de la CTC?
"Sin un sindicato fuerte no habrá economía", afirmó Salvador Valdés
Mesa, vicepresidente del Consejo de Estado y miembro del Buró Político
del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el recién concluido Pleno del
Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros. Un planteamiento que
expresa nítidamente la visión de los sindicatos como instrumentos del
Estado y no como una asociación para defender los intereses de los
trabajadores.
Valdés Mesa, sustituido la semana anterior del cargo de secretario
general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en las últimas dos
décadas fue primer secretario del PCC del municipio y de la provincia
Camagüey, secretario general del Sindicato Agropecuario y Forestales y
Ministro del Trabajo y Seguridad Social.
Al ser liberado del cargo al frente de la organización obrera, Machado
Ventura, segundo secretario del PCC, explicó que la responsabilidad de
Salvador Valdés como vicepresidente del país era incompatible con la
dirección de la CTC, "pero dada la importancia y significado de contar
con un movimiento obrero fuerte y consolidado", él continuaría
atendiendo esa labor desde su nueva función. En su lugar, Carmen Rosa
López Rodríguez, segunda secretaria, estará al frente de la Central de
Trabajadores hasta la celebración del XX Congreso que tendrá lugar en el
mes de noviembre.
La salida de Valdés Mesa de la CTC parece responder al recambio de los
dirigentes de las llamadas organizaciones políticas y de masas. Carlos
Rafael Miranda Martínez, Félix González Vigo, Yuniasky Crespo Vaquero y
Teresa María Amarelle Boué, sustituyeron hace apenas unos meses a los
que ocupaban esas responsabilidades en los CDR, la ANAP, la UJC y la
FMC. Los cuatro integraron el Consejo de Estado el pasado 24 de Febrero,
cuando Valdés Mesa fue designado vicepresidente de ese órgano. Lo
anterior demuestra la ausencia de autonomía del movimiento obrero en
Cuba, sin la cual puede ser que no halla economía fuerte, pero lo seguro
es que no habrá sindicatos fuertes.
Desarrollo y caída de los sindicatos cubanos
Una mirada sucinta a la historia de ese movimiento devela el proceso que
condujo a su desnaturalización. Emergido en la segunda mitad el siglo
XIX durante el proceso de sustitución de la mano de obra esclava por la
asalariada, el sindicalismo cubano tuvo sus primeras manifestaciones con
las huelgas en la industria del tabaco y la fundación de los primeros
periódicos obreros; se extendió en pleno colonialismo con la entrada en
vigor de la Ley General de Asociaciones en 1888; y apoyado en las
libertades y derechos reconocidos en la Carta Magna de 1901, recogió sus
primeros frutos en la primera década del siglo XX con la aprobación de
los días festivos y de duelo, la jornada de ocho horas para trabajadores
del Estado, la prohibición del pago en fichas y vales, y el cierre de
establecimientos comerciales y talleres a las seis de la tarde, entre otras.
Su fortalecimiento se manifestó en la conformación de la Confederación
Nacional Obrera de Cuba en 1925; en la huelga que derribó el régimen de
Gerardo Machado en 1933; en la legislación obrera de 1938, que garantizó
derechos de los trabajadores como el salario mínimo y las pensiones por
causa de muerte que asumieron carácter constitucional; y en el
nacimiento de la CTC en 1939. Todo lo anterior convirtió al sindicalismo
en un factor importante de la sociedad civil cubana.
Sin embargo, la subordinación de las asociaciones sindicales a los
partidos políticos que comenzó en 1925, se agudizó en la década del 40
con la pugna entre auténticos y comunistas por el control del movimiento
obrero y en 1952, cuando Eusebio Mujal, entonces secretario general del
movimiento obrero después de ordenar la huelga general contra el golpe
de Estado de ese año, terminó aceptando una oferta de Fulgencio Batista
a cambio de conservar los derechos adquiridos por la CTC.
Finalmente, en 1959 se recibió el golpe más fuerte: la CTC fue disuelta
y sustituida por la (CTC-R). En noviembre de ese año, en el X Congreso,
el secretario general David Salvador Manso expresó que los trabajadores
no habían ido al Congreso a plantear demandas económicas sino a apoyar a
la revolución. El XI Congreso celebrado en noviembre de 1961 confirmó la
perdida de autonomía cuando los delegados renunciaron a casi todas las
conquistas históricas del movimiento obrero: los nueve días de licencia
por enfermedad, el bono suplementario de navidad, la jornada semanal de
44 x 48 horas, el derecho de huelga y el incremento del 9.09%, entre
otros. A partir de ese momento, la CTC devino auxiliar del gobierno.
Los intereses estatales
La independencia de los sindicatos respecto a cualquier institución
extrasindical constituye una premisa vital para la defensa de sus
propios intereses. Sus funciones, al quedar bajo el control del Estado,
dejaron de emanar de las necesidades e intereses de los trabajadores, lo
que condujo a su desnaturalización. La dependencia se refrendó en la
Constitución de 1976, en la cual no se recogieron los resultados
alcanzados por el movimiento sindical desde su creación.
Una viva expresión de la perdida de autonomía fue el pronunciamiento de
la CTC acerca de las medidas dictadas por el Gobierno para desinflar las
plantillas laborales y brindarle mayor cobertura al trabajo por cuenta
propia. En el documento denominado "Pronunciación de la Central de
Trabajadores de Cuba", emitido en el mes de septiembre de 2010, se
plantea que "Nuestro Estado no pude ni debe continuar manteniendo
empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con
plantillas infladas, y pérdidas que lastran la economía, resultan
contraproducentes, generan malos hábitos y deforman la conducta de los
trabajadores. Es necesario elevar la producción y la calidad de los
servicios, reducir los abultados gastos sociales y eliminar gratuidades
indebidas, subsidios excesivos, el estudio como fuente de empleo y la
jubilación anticipada. El éxito del proceso que ahora se inicia
dependerá del aseguramiento político que desde el movimiento sindical y
bajo la dirección del Partido los dirigentes sindicales demos
previamente a las acciones que se deben emprender…"
El texto citado confirma la pérdida de la independencia de la CTC, sin
la cual es imposible la existencia de un verdadero sindicalismo. En el
documento citado están plasmados los intereses del Estado, mientras no
se dice nada de los ingentes problemas de los trabajadores, en primer
lugar, de la insuficiencia de los salarios actuales para vivir.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1364889956_2582.html
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