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Monday, April 22, 2013

Cuba, el eterno retorno del salvador

Cuba, el eterno retorno del salvador
Domingo 21 de Abril de 2013 22:29
Ángel Velázquez Callejas

¿Qué es lo que retorna históricamente en Cuba, una y otra vez, desde el
origen de la nacionalidad? He estudiado casi todas las formas
solidarias, simbólico-imaginarias y espirituales del cubano en el
trascurso de dos siglos, y no hallo entre ellas una mejor tendencia
aglutinadora que la del "retorno de la salvación". Pero no de la
salvación como eslogan ético y moral, sino como un ejercicio de campaña
en medio de un combate en el que discurre un discurso sin fronteras.

Si en Cuba hay realmente una historia simbólica, en la que lo espiritual
viene a ser lo trascendente, esta es la de la lucha por el dominio de un
discurso mesiánico. Un discurso atribuido a la vida en tanto el cubano
se enfrenta a su muerte, sea "identitaria", social, política o
individual. En un artículo publicado hace un tiempo en este lugar,
titulado La salvación, habíamos dicho que "la idea de la salvación tiene
una historia en sí misma, posee un discurso peculiar según el momento y
según lo que se trate salvar". En este caso nos referíamos a varias
entidades simbólicas y espirituales acuñadas en conceptos como patria,
pueblo, socialismo o Cuba. Y más adelante, en ese mismo artículo,
proponíamos que:

"La idea de la salvación en Cuba se inició con la polémica filosófica de
los años 1840. Todo el que lea la impugnación a Víctor Cousin hallará
sin problemas el pragmatismo de un cuerpo filosófico sobre la salvación.
De ahí el discurso teleológico para una Cuba en pos de la independencia.
Quienes revisen los propósitos ideológicos del patriciado regional en
pos de la defensa de la patria chica, del terruño, también encontrará en
el fondo el incentivo de la idea de la salvación. Es una idea extraña,
porque lo que se trata de salvar es un "ideal": la idea de cómo la
mentalidad colectiva cubana ha ido creyendo en la salvación de Cuba".

De ese análisis se derivaban dos subcategorías simbólicas del imaginario
cubano que durante las guerras de independencia se pusieron de relieve
bajo un discurso ético, y que quedarían sustantivadas en los lemas
correspondientes: "Cuba libre" y "libertad para Cuba". Como lo ha
señalado teóricamente Hans Jonas en El principio de la responsabilidad,
los cubanos se adherían desde entonces a un principio ético sobre la
responsabilidad libertaria e independentista siempre y cuando –como lo
vería Martí-- se actuara conforme a los actos de la vida auténtica.
Trátese de ambos aspectos simbólicos, todas las fuerzas políticas
cubanas que se movilizaron para pugnar después en la República y luego
en la Revolución admitían estos lemas como fuerza protectora. Si algo
hubo y hay hoy en Cuba en "lo abierto" potencialmente activo, es
precisamente la oculta idea de la salvación como forma simbólica y
espiritual, como un medio de reguardo en lo individual y colectivo.

Esto conlleva ante todo una explicitación teórica. Nada de lo que hace
el hombre puede fabricarse en el pasado o en el futuro. Lo que forja el
hombre física y mentalmente lo concibe de hecho, aquí y ahora. Nunca
habrá un espacio para la acción y ejercitación que sobrepase el espacio
aquí y ahora. Martí hace explícita esta formulación teórica del
"retorno" cuando afirma ante un interlocutor sagaz: "Haga, que esa es
nuestra manera de pensar". "Haga" impregna de sentido la frase, como un
adiestramiento.

Es por eso que la acción en sí misma (fuera de su estado físico y
mental) constituye el retorno eterno de la vida. Si el hombre va a la
iglesia a rezarle a Dios solo puede hacerlo aquí y ahora, si va a emitir
un comunicado político a la chusma lo dice aquí y ahora, si va a urdir
el amor lo forja aquí y ahora, y si va a escribir un libro no podrá
elaborarlo en otro lugar que aquí y ahora. Todas son maneras
adiestramiento. De modo que la salvación no implica en este sentido un
ideal, como ha sido asumido a lo largo de la historia, sino más bien una
práctica ritual y simbólica del cubano para existir ante las continuas
amenazas de la identidad y la patria. Es decir, de lo que se trata es de
ver la salvación como la ejecución espiritual de una cosa siempre en el
presente. Por eso, como dice Nietzsche, el hombre se ve restringido a
accionar en un espacio material determinado (en lo abierto) de su
cultural y de sí mismo.

Por eso no hay otra forma de vivir si no es aquí y ahora. Pero el
deslizamiento de que el hombre puede prever el futuro, predecirlo
incluso, conforma la base fenomenológica de todas las utopías y
mesianismos. ¿Cómo puede ser libre el hombre en el futuro si su acción
por la libertad es ejecutada aquí y ahora, no en otro lugar? Este "otro
lugar" en que el hombre no puede pastorear la acción, llevarla de la
mano, es el espacio imaginario creado por la Ilustración, en cuyo
apócrifo lugar surge el término "cultura". Una cultura que piensa en
cómo protegerse de la incertidumbre del destino y la muerte. Por ende,
vistas las cosas desde el prisma de la ilustración, lo que se trata de
liberar en resumidas cuentas no es al hombre, ni a su acción y práctica
cotidianas, sino al espacio simbólico en que se crea esa cultura. Y la
"cultura" se convierte en el espacio inequívoco por el cual el hombre no
puede enterarse de que es, de que para vivir tiene que ejecutar
libremente acciones aquí y ahora.

Por eso la libertad no es una dimensión inmutable y ecuménica que puede
ser arrebatada y luego rescatarse. La libertad está en la conciencia de
toda acción y ejercitación aquí y ahora. Cuando a un esclavo se le da
azotes y se le priva de su libertad física (y cuando se le encierra en
un barracón y se le usa en el corte de caña a la fuerza) se le despoja
de una libertad psicológica.

Esta es la razón de por qué en Cuba hallamos hoy, en ciertos sectores y
fuerzas opositoras al régimen de Fidel Castro, una nueva forma de
mesianismo camuflado bajo la frase "libertad para Cuba". Se trata de una
libertad psicológica. Es cuando la vida ha de ser protegida. Hasta los
esclavos buscan un líder. Proviene de una ética del viejo eslogan "Cuba
libre". Algo que fue y que puede aparentemente retornar como tal. Pero
no se trata de un retorno de la libertad en sí, del eslogan, de la
frase, del discurso, sino de una vieja práctica convertida en creencia,
como si fuera una religión dentro del espacio cultural cubano.

Se cree en la libertad pero no se asume. Como la vieja acción que
practicaron primero los criollos, luego los mambises, después los
revolucionarios del 30 y a continuación los miembros del M-26-Julio y la
ideología de la Revolución del 59. Todas ellas fueron acciones bajo el
eslogan "libertad para Cuba", que constituye hoy una continuidad sin fin
aun cuando se elabore un discurso de oposición al régimen vigente,
demostrando el fracaso ético de la Revolución.

Dentro de ese espacio cultural cubano el mesianismo es una tendencia
rectora para salvaguardar la integridad de la cultura y librarla de la
injerencia destructiva desde dentro y fuera de la Isla. Los cubanos
siempre hemos visto el mesianismo como una idea pasada de moda, pero sin
estar conscientes hacemos uso de ella. Por eso no podemos cambiar el
rumbo de la vida cultural, ni de las ideas. La idea sobre la libertad
trascendente abre paso al mesianismo que se extiende.

De hecho, a lo que se retorna en Cuba es a un sistema de prácticas
mesiánicas de ambas partes del espectro político. Por eso dentro del
espacio de la cultura cubana se lleva clavada como una espina la
orfandad de un guía y/o salvador. Debido a que no se está consciente de
que la libertad es más bien un ejercicio (de que no existe la "libertad
para Cuba" en el ideal trascendente), el cubano evoca el protectorado de
alguien, de una entidad, institución o persona. Es como un deporte en el
cual cada generación perfecciona sus métodos y técnicas con el propósito
de progresar. El mesianismo que actualmente vemos velado entre los
cubanos ha mejorado sus métodos y técnicas, y fatídicamente Cuba es una
cultura de masas que cuando pierde su protector entra en fase de muerte.
Ante esas señales de muerte, las masas buscan, por medio de estas
prácticas, a otro protector que las salve, que salve su cultura. De ahí
que el mesianismo por sí mismo constituya una de las más importantes
prácticas de la cultura cubana.

Por supuesto, sin saber que se trata de una práctica que retorna, varios
prominentes disidentes cubanos promueven el mesianismo confundiéndolo
con "Libertad para Cuba". En el fondo, lo que sucede es que no se puede
hacer nada por la libertad de Cuba frente a una cultura integrada a ese
mesianismo protector.

Por eso no queda otra alternativa para algunos opositores que reproducir
el mismo esquema de prácticas anteriores. Con la frase "libertad para
Cuba" el mesianismo ya no cuenta con una forma de conocimiento y
meditación, sino con una práctica que se desprende de ese conocimiento y
esa meditación a posteriori. Martí, por ejemplo, impregnó de
conocimiento al mesianismo cubano, las generaciones posteriores a él
reflexionaron y meditaron sobre ese conocimiento y las generaciones
actuales lo reinventaron y disfrazaron con un bello discurso,
convirtiéndolo en una práctica sin nombrar. Así es como logran
permanecer protegidos en un espacio donde reina el peligro de la
libertad. La responsabilidad ante este peligro, como hemos dicho en
otras oportunidades, consiste en enfrentar el miedo a ser plenamente
libres. Este miedo es el parásito que desangra la individualidad en la
historia de Cuba.

http://www.neoclubpress.com/letras/ensayo/4587-cuba2c-el-eterno-retorno-del-salvador.html

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