Betún neutral y plató de telenovela

Publicado el domingo, 04.14.13

Betún neutral y plató de telenovela
Raúl Rivero

Madrid – La autorización selectiva de viajes al extranjero de media
docena de opositores, una visita dirigida de corresponsales a cárceles
preparadas como escenarios de un culebrón televisivo y el récord de sólo
354 detenciones políticas en marzo, la cifra más baja de los últimos 15
meses, es el expediente que presenta el gobierno cubano para que el
mundo crea en los cambios que anuncian sus panfletos diarios.

El primer asunto demuestra con claridad que el régimen eliminó hace poco
la llamada tarjeta blanca para otorgar permisos de salida del país a los
ciudadanos, pero diseñó un mecanismo de control en los pasaportes que
mantiene intacto el secuestro del derecho de los cubanos a entrar y
salir libremente de su país.

El tema de los recorridos por las prisiones de un rebaño de periodistas
guiados por el cayado de los pastores y perros de la policía, es siempre
una demostración de menosprecio de la inteligencia y la sensibilidad de
quienes deberían creerse los despachos y las fotos que salgan de esas
excursiones.

Son unas reseñas para las que los entrevistados se aprendieron las
respuestas después del agua de azúcar del amanecer, antes del recuento.
Reportajes gráficos en los que los a hombres que posan ante las cámaras
les incomodan todavía las equivocaciones en las tallas de los uniformes
nuevos.

Por otra parte, publicar casi con alborozo y como celebración la rebaja
de unos cuantos episodios represivos en el mes de marzo, es una
aberración que demuestra que en aquella isla los arrestos políticos
arbitrarios son un componente natural del paisaje de la vida diaria de
los cubanos. Una espada virtual con filos reales que los jefes usan para
asegurar su permanencia en el siempre obsceno lujo sobre las ruinas.

El grupo de poder y sus ayudantías saben que los cambios reales no se
hacen en la superficie. Tienen que venir desde el fondo. No hay
transformación ni amago de cambio en permitirle a un ciudadano que salga
de su país. No la hay por ordenar que se le den unos gramos más de pan a
los prisioneros porque llegarán unos visitantes. Ni por no llevar a un
calabozo a una mujer que hace una protesta pacífica en la calle.

Esos gestos denuncian la decisión de los gobernantes de no alterar ni
una coma de las leyes espurias que usan para darle un barniz interno de
legalidad a su dictadura. Ese juego con el rumor de la desvencijada
propaganda se usa para cazar nuevos ingenuos y se lanza para darle
argumentos a los cómplices, a los nostálgicos, a las viudas de Ernesto
Guevara y a quienes les conviene creer porque sus ideas tienen un
caprichoso desvío hacia las cajas de los bancos y las billeteras.

Los cambios de allá se preparan en unas zonas de la sociedad donde se
recibe primero y con más fuerza la represión y las carencias. Los
cubanos que viven allí son inmunes a los panfletos.

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