Metralla y olvido
Raúl Rivero
Madrid 15-10-2011 - 11:01 am.
América Latina: asesinatos, persecución, cierre y confiscación de medios 
contra el periodismo.
El periodismo en América Latina vive arrinconado por la vanidad y el 
temor congénito a la verdad, dos patologías de dictadores. Y por la 
indolencia de otros jefes de estado que le dan intensidad a los bostezos 
de sus desayunos con repasos superficiales a las reseñas de asesinatos 
de reporteros y comunicadores.
Es una ofensiva total. Combina el empeño de los totalitarios por sacar 
del juego a los medios independientes y a los periodistas honrados, con 
los métodos de las mafias que los matan a balazos, los cazan en las 
calles con sus fusiles de lujo y precisión, van a tirotearlos a sus 
casas frente a la familia o dan candela, colocan coches bombas y lanzan 
granadas en las puertas de los periódicos y las emisoras.
En el destino de las víctimas de los poderosos está escrito que se 
quedarán solas. En los primeros momento del atropello o del crimen, se 
hacen comunicados y se protesta. Después empieza la desmemoria. La 
obligación, la necesidad de recordar pasan a ser problemas exclusivos de 
los familiares de los muertos, de las instituciones de protección de la 
prensa y de quienes se sienten posibles viajeros en el automóvil 
vigilado de cerca por sicarios o parte del grupo que recibirá a la 
policía en la redacción.
El cierre o la confiscación de medios, la persecución, el destierro y el 
encarcelamiento de corresponsales tienen su rastro de sangre. Un informe 
de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) recuerda esta semana que 
desde el mes de abril hasta el día de hoy 21 periodistas han sido 
asesinados en aquel continente.
La violencia que se ejerce en contra de la prensa, ha convertido al año 
2011 en el más trágico para la región.
La familia y los colegas de esos profesionales —cuatro en Brasil, cinco 
en Honduras, cinco en México, 3 en Perú y uno en Colombia, República 
Dominicana, Guatemala y El Salvador— no tienen ni el alivio de la 
justicia. Los asesinos viven libres. Sin juicio ni castigo. En Brasil, 
por ejemplo, hay crímenes pendientes hasta de 1988. En México, la 
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia 
Organizada no ha resuelto un solo caso desde 1997.
Acoso de totalitarios, indiferentes y mafiosos. Impunidad y  silencio. 
Ese es el entorno natural del periodismo latinoamericano.
 
 
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