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Wednesday, August 10, 2011

Qué para bien sea!

¡Qué para bien sea!
Wednesday, August 10, 2011 | Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – La semana pasada, el diario
Granma publicó una información sobre el ensayo que se hará en dos
territorios de nuestra Patria, consistente en delegar en personas
distintas la presidencia de cada asamblea provincial o municipal y la de
su respectivo órgano de administración.

Este experimento se llevará a cabo en las nuevas provincias, Artemisa y
Mayabeque, cuya creación, a principios del presente año, sirvió para
instituir un aparato burocrático adicional, privar a sus habitantes de
la condición de habaneros, y halagar al tercer hombre del régimen, el
sombrío ex ministro del Interior, Ramiro Valdés, transformando en
capital provincial la pequeña villa en que nació.

La información de Granma pone en claro cinco tipos de dificultades
derivadas de "la fusión de ambos cargos en una misma persona". La que
más llama la atención es la quinta, donde se plantea que al Presidente
local "lo absorben los problemas administrativos y de gobierno del
territorio, dada la complejidad de los mismos".

No pongo en duda ese aserto, pero me asalta una preocupación: si tan
complicado es para una persona ocuparse de los asuntos burocráticos
gubernamentales de una provincia o municipio, ¡cuánto más no lo será
para quien tenga esas responsabilidades a nivel nacional! Por eso me
pregunto: si la experiencia tiene éxito, ¿servirá ella de antecedente
para dividir la presidencia de los consejos de Estado y Ministros?

No es la primera vez que las autoridades castristas hacen un ensayo de
esta naturaleza. Otro, vinculado al poder popular, se llevó a cabo en la
década de los setenta en la provincia de Matanzas.

Algo parecido sucedió con los primeros tribunales populares, que
funcionaron antes de la unificación de las jurisdicciones en 1973. Esos
espurios órganos experimentales, no amparados en ley alguna,
impartieron, no justicia, sino injusticia durante años, aunque hay que
aclarar que en esa oportunidad el engendro abarcó todo el territorio
nacional.

En esos casos no se prestó demasiada atención a las implicaciones que el
experimento correspondiente tuviese en lo que ellos llaman (como si el
apego a las normas jurídicas pudiera ser calificado con un apellido) "la
legalidad socialista".

En el asunto que nos ocupa, el mismo documento emitido por la Asamblea
Nacional reconoce que "el problema fundamental que entorpece la
aplicación de esta experiencia resulta de lo preceptuado en el artículo
117 de la Constitución". Y cita ese precepto, que establece: "Los
presidentes de las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder
Popular son a la vez presidentes de los respectivos órganos de
administración".

Los legisladores cubanos, durante el único día de este año en que han
sesionado, sortearon el problema, aduciendo el hecho cierto de que la
propia Asamblea es la depositaria del poder constituyente. Por ello
manifestaron su propósito de adquirir experiencias para "considerar en
su día la posible reforma del mencionado artículo 117".

Lo cual, expresado de otro modo, equivale a decir: "Como nosotros
tenemos la facultad de enmendar la Constitución, incumpliremos abierta y
deliberadamente uno de sus preceptos, para modificarlo a posteriori si
llegáramos a considerarlo necesario". ¡Buen ejemplo para quienes se
interesan en los temas de la legalidad y la seguridad jurídica!

Como es obvio, la postura antes mencionada es muy poco ortodoxa y
resulta harto criticable desde el punto de vista legal. De todos modos,
ante los hechos consumados, sólo nos cabe cruzar los dedos y exclamar la
consabida frase hecha: ¡Que para bien sea!

http://www.cubanet.org/articulos/%c2%a1que-para-bien-sea/

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