Miércoles, 10 de Agosto de 2011 00:10
Rogelio Fabio Hurtado
Marianao, La Habana, 10 de agosto de 2011, (PD) Menos en días de Norte,
el Malecón ha sido altsiempre el paseo habanero por excelencia, diverso
y vital, a cualquier hora del día o de la noche. Espacio democrático que
iguala a los habaneros, portal común donde conversar, coger fresco y
preludiar el amor ha sido siempre absolutamente gratis.
El recorrido nocturno favorito de mis padres era junto al canal de la
bahía, desde La Punta hasta el Palo de la Machina, a lo lago de la
Avenida del Puerto. Nos cruzábamos con ágiles chinitos maniseros, que
conservaban calientes sus cucuruchos mediante una chamusquina de cisco
de carbón que ardía en el fondo de la lata. No faltaba el carrito de
helados Guarina donde merendábamos, coco glacé para él, vasitos para
nosotros.
En la mañana, el muro se volvía una larga tarima, donde el pescado
fresco resplandecía mojado, agregándole su olor a la marisma. Al
atardecer deambulaban, con sus pértigas, los vendedores de globos y
cariocas, y algún comecandela con el torso tatuado. Junto al muro,
permanecían los botecitos pesqueros, nombrados como las novias de los
pescadores: María, Aidita, Rosario.
Hoy, comemos pollo por pescado, el permiso para salir en bote a pescar
es más difícil de obtener que el de salida del país. Los maniseros no
son chinos y temen salir de noche. El muro, sobre todo por la zona del
Vedado, sigue poblado de gente del bronce y está prohibido para niños.
Del coco glacé quién se acuerda. Solo permanece, fragante, el olor de la
bahía.
http://www.primaveradigital.org/primavera/sociedad/estampas/1977-estampas-habaneras-el-malecon
No comments:
Post a Comment