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Tuesday, August 23, 2011

Conversación con un excampesino

Sociedad

Conversación con un excampesino
Alberto Méndez Castelló
Las Tunas 23-08-2011 - 10:32 pm.

El periodista de DDC Alberto Méndez Castelló conversa con el teniente
coronel Juan Peña, jefe de la Seguridad del Estado en el norte de Las Tunas.

"¿Dónde está la gente del campo hoy?", preguntó el teniente coronel Juan
Peña, jefe de la Seguridad del Estado en el territorio norte de Las
Tunas, otrora asiento de los centrales azucareros Chaparra, Delicias y
Manatí, industrias que estaban entre las más productivas del país.

El central Delicias, que hizo su primera zafra en 1912 con una
producción de 182.486 sacos de 325 libras, pero que en esta cosecha
2010-2011 solo produjo poco más de 60.000 toneladas, era el mayor
productor de azúcar de caña del mundo.

"Pero si usted lo sabe mejor que yo, teniente coronel. La gente del
campo de Cuba está apiñada en los barrios marginales de la ciudad", le dije.

"De la capital de la provincia, dirá usted", corrigió el oficial.

La oficina del teniente coronel es amplia, sobriamente amueblada, dotada
con climatizador y un ordenador de escritorio.

"Yo leo todo lo que usted escribe. Usted es agresivo, poco objetivo y lo
que más escribe es contra los principales dirigentes de la revolución.
Yo soy de origen campesino; estoy leyendo lo que escribió del hurto y
sacrificio de ganado", dijo Peña.

"¿Y que opinión tiene del reportaje?"

"No he terminado de leerlo, pero dondequiera que me lo encuentre a usted
le diré lo que pienso: cuando usted dice 'dijo fulano' o 'mengano' es
usted mismo, son sus opiniones las que aparecen en sus escritos y no las
de alguien pidiendo anonimato".

"¡No me diga, teniente coronel! ¿Y qué cree que le sucedería a un
sociólogo, o a un historiador, o a cualquiera de mis fuentes si revelo
su identidad?"

"De mí puede escribir lo que quiera", dijo el oficial. "Denúncieme. ¿Qué
importa una denuncia más?"

"No se trata de denunciar, teniente coronel, sino de narrar hechos con
objetividad humanizando el relato, lo que no siempre es posible. Pero ya
que usted está dispuesto a correr el riesgo, allá vamos".

Después de varios días de riguroso chequeo —esto es, una, dos o tres
personas siguiendo a alguien descaradamente a todas partes, incluso
apostándose en cada bocacalle cercana a su casa noche y día, dándole a
entender que "da igual donde te metas, te estaremos vigilando"—,
cumpliendo instrucciones del mando superior, el teniente coronel Peña
mantenía detenido a este reportero en su oficina el pasado 30 de julio,
para impedirle viajar a Santiago de Cuba a cubrir los funerales de
monseñor Pedro Meurice.

"Porque usted sirve a un país extranjero, a una potencia extranjera",
dijo el oficial, que hacía correr el tiempo en una conversación a ratos
beligerante, a ratos amigable, en la que nunca reconoció el asunto de
fondo, aunque al menos sí describió el de forma, el de por qué en un
país agrícola como Cuba "estamos comiéndonos los mangos que sembraron
nuestros abuelos", según dijera Raúl Castro el 26 de julio de 2009, en
Holguín.

"Yo nací en el campo. Mi abuelo me llamaba antes del amanecer, cuando
iba a ordeñar la vaca. Me daba un jarro con café y, ordeñando, lo
desbordaba con leche espumosa. Después él cogía su azadón y a mí me daba
un azadoncito y nos íbamos para el campo hasta el mediodía, cuando me
bañaba, almorzaba e iba para la escuela. Así todos los días, hasta que
fui para la secundaria y el preuniversitario, becado".

"¿En qué año nació usted, teniente coronel?"

"En 1966".

"¿En qué año ingresó en el Ministerio del Interior?"

"En 1990".

La historia del teniente coronel Peña es la de muchos cubanos nacidos a
finales de los cincuenta o el primer lustro de los sesenta, cuando la
familia rural, existiendo en su entorno, era la base y principal sostén
no solo de la producción agrícola del país, sino lo fundamental en
cualquier nación: la célula reproductora del capital humano rural, algo
prácticamente insustituible si no se nace, crece y desarrolla en él como
las plantas, con las raíces introducidas en la tierra.

Que en el campo cubano antes de 1959 existían desigualdades sociales y
relaciones contractuales en concubinato con el feudalismo es una
realidad incuestionable. Pero con toda y esa desigualdad propiciada por
la avaricia es una verdad de Perogrullo que la propia avaricia, en su
afán de monopolizar ganancias, prestaba al campo cubano, valga decir a
la familia rural cubana, todo cuanto era capaz de conseguir de aquel
sistema de monocultivo.

Germán Viera en Manzanillo, Andrés Olivera en Antillas y Pérez Téllez en
San Manuel, Puerto Padre, fabricantes todos de transbordadores cañeros,
contribuyeron no solo a humanizar la labor de acarreo y el izaje de la
caña hacia los centrales azucareros, sino también a propagar la familia
cubana en el entorno rural.

Por solo citar un ejemplo, hoy el teniente coronel Juan Peña, quien fue
un niño campesino, supervisa para la Seguridad del Estado acaso 400
millas de ferrocarril, 40 maquinas locomotoras, 50 carros cisterna, 25
carros de pasajeros, 300 carros para carga o poco más de 2.000 carros
para transportar caña… Todo ese equipamiento en 1942 estaba en poder de
los centrales azucareros Chaparra y Delicias, expropiados a los
capitalistas yanquis por la revolución para "beneficio del pueblo" en 1960.

Si en el campo cubano casi apenas existen ramales de ferrocarriles,
cañaverales, transbordadores o grúas cañeras alrededor de los cuales los
campesinos levantaban sus bohíos y los propietarios establecían sus
comercios —en los que el hombre y la mujer rurales adquirían, si no todo
lo que deseaban, sí lo que podían en una época en la que el bacalao y la
carne de vaca no eran productos inaccesibles—, más por fuerza mayor que
por ambición citadina es lógica la migración del hombre del campo a la
ciudad, no importa si es a barrios marginales.

Con el tiempo, algunos se visten de uniforme, consiguen entorchados y
hasta excelentes mansiones en la capital del país. Es un buen estímulo
para que otros los sigan. En definitiva, ¿no hay más caciques que indios
en esta tribu? Y sabido es que un cacique, aunque no cultiva bien, sabe
dónde recolectar; más que para alimentarse, para continuar siendo cacique.

http://www.ddcuba.com/cuba/6548-conversacion-con-un-excampesino

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