Hildebrando Chaviano Montes
El Vedado, La Habana, 10 de agosto de 2011, (PD) Ser cubano es más que
revolucionario, más que comunista, más que fidelista: dígase cubano y ya
se ha dicho todo.
Así, más o menos, lo habría dicho el Apóstol al ver que el pueblo se
divide hoy entre los que están con el gobierno o aparentan estarlo, y
entre los de adentro y los de afuera, los que no están con el gobierno,
divididos en tantas facciones como sea posible; los expresos políticos y
los que nunca han disfrutado de la hospitalidad del Ministerio del
Interior, liberales, socialistas, socialdemócratas, democristianos, etc.
Los amigos de ayer, hoy se piden la cabeza, aunque sus proyectos
prodemocráticos sean casi idénticos salvo matices. Hoy como en el 68, el
95 y en cada una de nuestras guerras, guerritas y escaramuzas, la
división entre hermanos, el caudillismo y el afán protagónico, minan la
posibilidad de acabar con una tiranía tambaleante que se sostiene, más
que por méritos propios, por los errores que desacreditan a la oposición
una y otra vez, sin que parezca que algún día se llegue a aprender la
lección.
Si a algún opositor no le gusta el promotor de un proyecto o el proyecto
en sí, lo mejor sería que expusiera el suyo si lo tiene o que se callara
si no lo tiene, sin entrar en la descalificación personal, que
perfectamente se le puede dejar a los voceros del régimen, a la
Seguridad del Estado y al resto del aparato represivo, que es lo único
funcional del sistema.
Dentro de la oposición es lógico que existan discrepancias, pero es
inaceptable que se le haga la tarea a la dictadura en lugar de buscar
los puntos coincidentes donde se pueda trabajar y dejar las diferencias
para más adelante, cuando quizás hayan desaparecido sin traumatismos.
Más de medio siglo de tiranía ha enseñado todo el daño que puede
provocar la unanimidad, pero los políticos cubanos deben asimilar como
trabajar sobre el consenso sin miedo a perder la singularidad.
Democracia es libertad, pero también es respeto al oponente. La
dictadura se caracteriza por la intolerancia y esto, decididamente, no
es algo que los aprendices de demócratas deban copiar, por el bien de Cuba.
hildebrando.chaviano@yahoo.com
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