08-02-2011.
Elías Amor
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hoy Granma abre con otra de las frases
que Fidel Castro ha acuñado a lo largo de su historia, en sus miles de
horas de discursos que se acumulan en los archivos de los departamentos
de la propaganda del régimen castrista. Discursos con los que ha querido
"vender" la imagen de un paraíso terrenal que nunca ha llegado a
materializarse, por su responsabilidad, incompetencia y absoluta falta
de conexión con la realidad. Un material que, previsiblemente, quedará
para el estudio, en el futuro, por parte de los psicólogos del
comportamiento con el fin de comprender cómo la naturaleza humana puede
llegar a degenerarse de este modo.
La frase no tiene desperdicio, y dice textualmente:
La seriedad de un Partido revolucionario se mide por la actitud ante sus
propios errores
[... ] Deseo traer a colación aquí un pensamiento de Lenin, quien dijo
que la actitud —es decir—, la seriedad de un Partido revolucionario se
mide, fundamentalmente, por la actitud ante sus propios errores. Y así
también nuestra seriedad de revolucionarios y de gobernantes se medirá
por nuestra actitud ante nuestros propios errores.
Claro que los enemigos siempre están atentos a conocer cuáles son esos
errores. Cuando esos errores se cometen y no se autocritican, el enemigo
puede aprovecharlos...
Fidel, 26 de marzo de 1962
Con independencia de que ya han transcurrido más de 48 años desde que se
pronunciara, y que la "guerra fría" desapareció en 1989, la alusión
directa a Lenin no tiene desperdicio. Otro que acabó sus últimos días
confundiendo la realidad con lo imaginario, en la butaca de un
establecimiento en el que los enfermos mentales recibían una atención
piadosa, que él siempre negó a los que le sirvieron. Tal vez, la
personalidad de Lenin requiera otro espacio, pero como acabo de terminar
la lectura de "La caída de los gigantes" la última, magnífica, novela de
Ken Follett, los interesados en este tema pueden encontrar una muy buena
descripción del personaje Lenin en las andanzas de Grigori, uno de los
protagonistas de la novela.
Lenin dirigió un partido revolucionario con mano dura desde el exilio; y
cuando volvió a Rusia aprovechando la oportunidad de la revuelta
popular, y asegurando su vida con la protección alemana, puso todo patas
arriba, lo mismo que hizo Fidel Castro con Cuba a partir de 1959. Y esto
no se debe olvidar, porque quienes cometen el error de olvidar su
pasado, terminan cometiendo los mismos, y graves errores, en el futuro.
Pero, ¿a quién le puede interesar en 2011 la seriedad de un partido que
se denomina revolucionario, y que, sin más, le da la vuelta al calcetín
ante la gravedad y la magnitud de sus errores? Evidentemente, a quien
también, una vez, hace más de medio siglo dijo, "la historia me
absolverá", y se quedó tan tranquilo.
¿Seriedad de revolucionarios?, ¿seriedad de gobernantes?
Pero vamos a ver, ¿qué cubano o cubana considera que sus gobernantes son
serios, cuando hasta el régimen, se encarga de liquidar cualquier
actitud que no se ajuste al mandato oficial, a la línea única, al
pensamiento único en que se ha convertido el castrismo? Primero, éramos
comunistas, marxistas y leninistas, después de haber abandonado una
revolución "verde como las palmas". Luego nos hicimos, comunistas
institucionales, después probamos el mercado, luego lo eliminamos; más
tarde, nos hicimos revolucionarios olvidándonos de la herencia
comunista, sin aflojar el poder económico.
Ahora apostamos por la economía de pequeños emprendedores. En fin,
errores y errores, rectificaciones y vueltas a empezar, en una sociedad
que debe estar harta de tanto engaño, de tanto ensayo y de tanto fracaso
acumulado. Y ello, para terminar con la renta per cápita más baja de
América Latina y, eso sí, una serie de indicadores estadísticos
manipulados para tratar de esconder una realidad que se derrumba todos
los días en La Habana.
Pero esto no es lo peor de la frase de Fidel Castro. Lo peor es no es
sólo que la dijera, y que le aplaudieran. Lo peor, lo más grave, es que
cuando habla del adversario lo califica de "enemigo". Enemigo atento a
los errores, enemigo dispuesto a aprovecharlo, enemigo…. En democracia,
el enemigo no existe, Fidel Castro. En todo caso, hablamos de rivales o
adversarios. Se reivindica a la oposición, cuyo papel es, precisamente,
denunciar los errores del que gobierna y si puede, aprovecharlos para
alcanzar el gobierno tras unas elecciones democráticas y plurales, las
que no han tenido los cubanos en más de medio siglo. En el régimen
castrista, no existe lugar para el pensamiento del "enemigo". Ni del
interno, ni del externo. Lo que hizo Fidel Castro, desde 1962, fue
unirlos a ambos, y con ello propició la salida silenciosa de más de dos
millones de cubanos que no podían vivir sin libertad.
El balance final lo recogemos ahora los que nacimos en aquella época y
leemos las cosas que este personaje decía en público cuando vivían
nuestros abuelos y padres, muchos de ellos ya desaparecidos para
siempre. Ni Cuba, ni los cubanos, se merecen este drama social que no
parece tener fin. Cuba necesita reconstruir un nuevo discurso político y
social, equilibrado y comparable al de otros países occidentales
democráticos, a partir de conceptos como paz, la comprensión y el
respeto entre todos, el diálogo, la ausencia de "enemigos", y la
permisión del pensamiento alternativo. El castrismo ha sido una mala
experiencia histórica, abundante en errores, estupideces y penurias que
toca a su fin. No hay espacio alguno para su transformación. No hay
espacio para su futuro.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31225
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