Monday, February 7, 2011 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – La prensa oficial publica
por estos días reportajes de asambleas en centros laborales para
analizar los Lineamientos de la Política Económica y Social para el VI
Congreso del Partido Comunista. Por supuesto, no son asambleas como la
que se realizó recientemente en el hospital capitalino Hermanos
Ameijeiras, que dicen que se puso tan caliente que sus organizadores
tuvieron que darla por concluida antes de lo previsto.
Los Jefes que convocan las asambleas para debatir lo que ya está
ordenado y aprobado, debían agradecer la franqueza, pero digan lo que
digan y por mucho que quieran aparentar que cuando convocan al debate,
lo hacen en serio, no quieren escuchar algo distinto de lo que esperan.
La foto de Raúl Pupo que ilustra el reporte El país que queremos, del
periodista Jorge Luis Rodríguez González en la página 4 del periódico
Juventud Rebelde del 26 de enero, es bastante elocuente. Los
trabajadores del contingente de la construcción Julio Díaz, que
participan en el análisis de los Lineamientos, todos con cara de
aburrido rebaño rumbo al matadero, levantan la mano disciplinadamente,
tan unánimes como de costumbre. Los dedos índices apuntan al techo del
salón, como si pretendieran apuntalarlo y evitar lo que les viene encima.
Como para indicar por dónde debían ir los tiros, Silvio González,
vice-director de recursos humanos del contingente, aunque manifestó su
confianza en rectificar a favor de un modelo de gestión en que se
potencie la autonomía de las empresas y su autoabastecimiento, resaltó
"la importancia de volver a la planificación de la economía por parte
del Estado". No obstante, algo de lo que se habló en la asamblea se
pareció un poco a la vida real.
Los trabajadores se quejaron de los bajos salarios y los altos precios.
Pero la discusión halló la respuesta de siempre: para que aumenten los
salarios y bajen los precios de los productos, hay que trabajar más y
aumentar la productividad. Un perfecto círculo vicioso, digno del
famoso filósofo santiaguero Eliades Ochoa, que en memorable ocasión
cantó: "¿Quién llegó primero al mundo, la gallina o el huevo?".
Son poco probables las sorpresas desagradables en estas asambleas de
resignados. Los que más hablen, salvo algún que otro majadero que
siempre hay, aún en las filas del Partido Único, de tanta ambigüedad
para no llamar las cosas por su verdadero nombre, parecerán patéticos
alumnos peripatéticos de una escuela aristotélica, que en vez de caminar
mientras hablan, cubanos al fin, manotearán, o alzarán la mano para
reiterar su apoyo.
A fin de cuentas, en la sociedad cubana casi todos tienen incorporado en
su ADN que la ética básica que les exige el sistema es la obediencia
total. Para hablar con un poco más de soltura y decir en voz baja lo que
todos sabemos, está la casa. El discurso, como la moral y la moneda,
puede ser doble y hasta triple.
Así, Los Jefes escuchan a sus súbditos pedir el país que ellos quieren
que queramos. En esencia, salvo algunos remienditos, unos cuantos
subsidios de menos y unas cuantas vendutas, no es muy diferente del país
que se nos cae a pedazos ahora mismo. Y los bonzos fosilizados y
dogmáticos del retranqueo, culpables del derrumbe, aplauden y asienten
con la cabeza, como bien alimentados caballos percherones.
http://www.cubanet.org/articulos/el-pais-que-los-jefes-quieren-que-queramos/
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