Adolfo Pablo Borrazá (PD)
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Como un felino
inteligente, el cubano ha aprendido a robar y estafar de muchas maneras.
En los centros de trabajo y negocios privados los clientes no escapan a
tan despiadada práctica. Pero donde generalmente y con mayor fuerza
suceden estos robos es en los centros comerciales estatales. Los
trabajadores, amparados en el hecho de que el dueño es el Estado, hacen
y deshacen a su antojo.
Una de las maneras más sutiles de robar está en los diferentes precios
que tienen los productos en cada tienda recaudadora de divisas. Como si
fueran negocios privados, y no tiendas todas pertenecientes a una misma
cadena, los gerentes de dichos lugares se arrogan el derecho de decidir
los precios de la mercancía, que varían de un establecimiento a otro.
Por ejemplo, una cerveza marca Bucanero generalmente cuesta 1 CUC, pero
algo que los clientes no conocen es que la bebida está presupuestada por
el Estado para venderla a 90 centavos. Así mismo, esta cerveza vale en
cualquier discoteca 1.50 CUC. Para rematar, Bucanero es un producto
netamente cubano.
Pero el negocio privado también tiene su historia. Si el empleado de un
mercado puede estafar al cliente, lo hará. Debido a las necesidades y
carencias, y a la imposibilidad de ganar honradamente dinero suficiente
para vivir, la mayoría de los trabajadores cubanos se ha convertido en
estafadores, que van al fundamentalmente para robar, o como se dice por
acá, para resolver o luchar, que suena mejor.
En su afán de buscar lo imprescindible para dar de comer a su familia,
el trabajador no tiene consideración con nada ni nadie, ni ancianos, ni
minusválidos escapan del "tumbe". Si el cliente es un extranjero, la
maña se triplica para sacar provecho de la ignorancia del "yuma".
A pesar de que la televisión ha realizado varios reportajes sobre este
fenómeno, y a veces salen spots contra estos estafadores, a ellos les da
lo mismo. Lo cierto es que son muy pocos los trabajadores que no roban
a sus coterráneos, y a pesar de ello se consideran personas honradas. El
sistema los ha enseñado y es imposible quitarse la costumbre.
Son frecuentes las broncas, debido a las continuas estafas. La gente
sabe que los robos ocurren en todas partes y los clientes están siempre
alertas. Sorprende que muchos de estos trabajadores que estafan al
público, no parezcan ni remotamente delincuentes, muchos son gente muy
educada, profesionales universitarios que han abandonado la práctica de
sus profesiones para dedicarse a trabajar en lugares donde tienen acceso
a divisas, para poder robar.
Claro, que en Cuba no se roba, se "resuelve".
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