19-11-2010.
Julio César Soler Baró
Redactor de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- Realmente nunca desapareció el racismo
en Cuba, no es tampoco este unidireccional ni atañe únicamente a las
relaciones entre personas de tez blanca y los de tez negra, en las que
el factor color de piel establece las pautas del contrato social entre
ambos, y el más oscuro sale perdiendo, aunque sea a este tipo específico
de racismo al que se hace hoy alusión en este artículo.
Pero que no era políticamente correcto y aun no es correcto el hablar de
racismo cubano en Cuba, ya que admitir diferencias de razas implica en
primer lugar también admitir que no somos uniformes y eso va en contra
de la doctrina izquierdista de que todos somos iguales y el discurso del
proletariado y su dictadura etc.
Esto a su vez crea un gran problema ya que entonces tampoco puedes
hablar de que somos distintos y que tenemos diferentes necesidades,
derechos y deberes, y que somos útiles dependiendo de lo que seamos
capaces de hacer por la sociedad plural en que como consecuencia vivimos
y no como resultado o suerte de cierto absurdo fatalismo melanínico.
Y la base de todo esto está, la que más matiza al racismo cubano desde
un inicio, en que fuimos colonia de España y que los negros eran
entonces la clase más oprimida. Al eliminarse la colonia como dice la
escuela ideológica del Postcolonialismo, el nuevo régimen continúa
usando las viejas estructuras, con un nuevo discurso, un discurso
actualizado en donde los viejos males son reubicados no erradicados.
La misma escuela ideológica, continúa apuntando que la clase oprimida o
clase sin acceso material al poder, por su parte experimenta cierta
liberación pero no puede hacer nada productivo con su libertad pues no
están creadas las estructuras sociales para que esto sea posible, lo que
quiere decir entonces que un nuevo tipo de alienación con su
consiguiente nuevo tipo de explotación es creado, y las antiguas clases
sociales se estremecen, pero perduran.
Todo lo anterior, continúa la escuela Postcolonialista, con el agravante
de que tanto la nueva clase dominante como la antigua clase marginada,
en la nueva sociedad, llevarán consigo el primero también cierto cargo
de consciencia y el segundo además el sentimiento de que debe ser
indemnizado por los males sufridos anteriormente, lo cual unido a que a
fin de cuentas las estructuras sociales, base de las antiguas
injusticias sociales, siguen siendo las mismas, hace que en muchos casos
los miembros de esta clase sin poder material, se automarginen y/o
adopten conductas extremas contra aquellos otros miembros de la sociedad
que para ellos simbolicen el viejo poder, justificando su actitud con
los males históricos y en muchos casos apoyados por la clase ahora
dominante, que solo pretende mantener su poder.
Al tomar Castro el poder en Cuba, lo mismo, se usa al pueblo y en el
caso que nos ocupa en este escrito particular, a los cubanos de raza
negra, como mano de obra y de ataque barata, esto es, reconociendo que
han sido oprimidos, pero en lugar de trabajar activamente por cambiar el
discurso y la acción propia y ajena sobre la raza negra, se utilizó lo
mismo que antes se empleó para reprimirla, ahora para hacerla exótica,
también revolucionaria, y de este modo seguir reprimiéndola y
reprimiendo con su ayuda. Como dice el Ifá Oddun Iroso-Toldá: "No hay
peor astilla que la del propio palo".
El baile, la música, su religión, su valentía, su irracionalidad, su
sexualidad, sus barrios, fueron y son utilizados ahora contra "el hombre
blanco" que es según el Castrismo "el hombre capitalista", el enemigo.
Del otro lado está el otro tipo de hombre blanco, "el hombre blanco en
el nuevo sillón del poder", "el hombre blanco verde olivo", que se pinta
a sí mismo como al gran padre, el nuevo Céspedes apelando a nuestro
nacionalismo, al que ha de estarse agradecido por habernos hecho libres,
al que alegremente seguimos los negros en su nueva batalla.
¿Pero qué otra opción tenían, teniendo en cuenta las estructuras
sociales existentes, los negros liberados sino la de seguir al antiguo
amo a su nueva guerra?
"Law of similarity", base de todo ritual, todas aquellas personas de
raza blanca en Cuba, aunque no necesariamente de manera consciente,
representan bajo este régimen totalitarista y antes también, la escena
dictada desde la punta de la pirámide en donde un blanco está sentado en
el trono del poder.
¿No sé si me explico?
El poder político y económico real en Cuba siempre lo han tenido los
blancos. Y Juan Almeida, por ejemplo, durante un montón de decenios
posteriores a 1959, qué hacía según se dice: detener una bala con una
cuchara que llevaba en su bolsillo, seducir jovencitas y escribir
canciones; irónicamente: valor, sexo y música, como todo un negro, el
negro del poder, el negro número uno de la República Socialista de Cuba,
pero el negro, haciendo lo que el discurso establecido por siglos dice
que los negros hacen.
Este discurso es: los negros como subordinados de los blancos, y si los
primeros se revelan solo hay que recordarles de donde vienen, quienes
son: Negros, y ya estos mismos atrapados en el discurso y la estructura
social, reconociendo al blanco como ser superior se autorreprimen y
reprimirán a aquellos otros negros que intenten liberarse de dichas
estructuras y relaciones sociales adversas, ya que de estos liberarse
hundirían aun más a los negros no liberados. Esto conlleva, analizando
muy ligeramente la relación entre estos dos grupos, al siguiente orden
jerárquico: Blancos en el poder, blancos, negros libres y negros
atrapados. Siendo Cuba un país de tanta mezcla de razas, el pelo,
"bueno" o "malo" pasó a ser el marcador principal de la raza cuando la
cosa era dudosa, y los jabáos, los malos.
Por eso cuando yo me dejaba el pelo largo a los negros del barrio les
molestaba tanto y me ofendían muchísimo y me la pasaba fajado. De
pequeño siendo el único de mis hermanos y primos que desarrolló estos
genes chinos y blancos, visibles en mi piel "amarilla", en mis ojos
rasgados y en mi pelo estirado, me pelaban al cero para que mis hermanos
menores y primos no se sintiesen inferiores, quiero decir, negros,
además me obligaban a peinarme con dos manos, cosa que no necesito ya
que mi pelo no es enredado, pero eso de peinarse con una sola mano era
cosa de blancos y de maricones, lo cual a veces significa lo mismo para
la gente atrapada en tal discurso y semejantes estructuras, pues los
negros se peinaban con dos manos, lo cual es muy lógico teniendo en
cuenta sus pelos rizados. A demás el blanco nunca dejó de ser el cobarde
capitalista ni aquel con el poder perteneciente a una clase
trascendente, quiero decir que los Castros si bien no eran capitalistas,
de todos modos eran lo omnipresente y lo omnipotente y los más valientes
representando la antípoda del blanco capitalista. Los homosexuales iban
a la UMAP pero los homosexuales negros, se las veían negras aun en casa.
Esta es la analogía homofóbica de las razas en Cuba: blanco igual a
cobarde y los cobardes son maricones y viceversa, por ende los maricones
no podían ni pueden en Cuba según los castristas ser revolucionarios ya
que representan al hombre blanco cobarde y capitalista o a quien le
sirve. De esta manera aquel negro, que no se comporte como está
estipulado que un negro se comporte, siguiendo la atroz dinámica de este
discurso racista cubano reforzado con una buena dosis de totalitarismo
Castrista, es rápidamente definido como traidor pro blanco,
contrarrevolucionario, homosexual y/o racista. En el peor de los casos,
significando para el mismo el peor de los infiernos, puede un individuo
ser identificado con todos y cada uno de los anteriores calificativos.
El racismo en Cuba, si quiere erradicarse, ha de ser primeramente
deconstruido, desensamblado y luego estudiar cada pieza por sí sola y
eliminar luego las bases de la interacción negativa entre estas.
Patria y Libertad
Julio César Soler Baró. Otro cubano en el exilio. Oluwo Otura-Niko
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=30609
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