Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Aunque el esfuerzo para 
que el proceso de reordenamiento laboral tenga éxito, con el menor costo 
social e individual, depende fundamentalmente de factores internos, 
resulta indiscutible que si las autoridades cubanas adoptaran una 
actitud  razonable, los compatriotas en el exterior y la comunidad 
internacional podrían prestar una valiosa asistencia.
Es época de dejar atrás la arrogancia inútil; tenemos necesidad urgente 
de ubicarnos en el mundo y utilizar en beneficio de nuestro pueblo las 
enormes posibilidades existentes en reservas inexplotadas, la capacidad 
emprendedora del cubano demostrada en distintos lugares, y la magnífica 
ubicación geográfica de la Isla. Es momento de unir a los compatriotas 
dejando atrás lo que nos pueda dividir.
La abrumadora mayoría de la comunidad cubana en el exterior está deseosa 
de tender puentes hacia nuestra Patria. Los sondeos de opinión 
demuestran que, salvo sectores minoritarios, anclados en el pasado, es 
contraria a embargos y otras políticas de aislamiento. Incluso existen 
propuestas para brindar financiamiento para apoyar el trabajo por cuenta 
propia, y la creación de pequeñas y medianas empresas (PYMES) en la 
Isla. Hay que tender la mano a esos hermanos, que con sus conocimientos 
y recursos pueden ser muy valiosos para el avance de Cuba. Por supuesto, 
el gobierno tiene que crear condiciones favorables para el 
entendimiento, así como abandonar dogmas y odios sin sentido.
Consideramos un paso de avance la decisión de que los compatriotas con 
autorización para residir en el extranjero (PRE) puedan arrendar sus 
propiedades en Cuba, pero nos preguntamos el motivo para no ampliar la 
medida a todos los cubanos residentes en el exterior, que en una primera 
etapa pudieran nombrar sus representantes para iniciar negocios. 
Asimismo, se debe estimular la capitalización de las remesas recibidas, 
ya sea mediante medidas fiscales favorables o tasas de cambio 
preferenciales que motiven invertir.  Esto propiciaría la creación de 
puestos de trabajo, desarrollo y riqueza para la sociedad.
No sólo se ha perdido tiempo en la preparación de las bases para el 
reordenamiento laboral; en las relaciones con otros países, 
fundamentalmente Estados Unidos, no se ha actuado con la diligencia 
necesaria, y pueden perderse oportunidades.
En noviembre próximo allí se efectuarán elecciones para renovar la 
Cámara de Representantes y una parte sustancial del Senado; sería 
posible que sectores conservadores aumentaran su presencia, limitando la 
posibilidad de toma de decisiones por parte del ejecutivo. Para Cuba 
esto resulta preocupante, porque podrían reducirse las posibilidades de 
encontrar soluciones en el diferendo bilateral, teniendo en 
consideración la actitud positiva mantenida por el Presidente Obama, que 
ha sido desaprovechada por el gobierno cubano bajo la presión de su 
sector más conservador, obsesionado en evitar el entendimiento entre 
ambos países.
Al mismo tiempo debe procurarse el mejoramiento de las relaciones con la 
Unión  Europea y otras naciones democráticas como Canadá y Japón. Todos 
tienen una gran tradición en el desarrollo de las PYMES, cooperativas, y 
el trabajo independiente en general. Deberían negociarse programas de 
ayuda a Cuba, incluido el envío de expertos, el entrenamiento de 
personal y la posibilidad de obtener financiamientos para el 
otorgamiento de microcréditos  al incipiente sector privado.
Esto tiene que realizarse basado en la mayor transparencia por parte de 
las autoridades cubanas.  No se podría obtener esta asistencia sin las 
debidas garantías y la  supervisión del uso de los fondos destinados a 
promover la libre iniciativa de los cubanos, sin exclusiones. 
Contribuiría a crear un clima de confianza para el establecimiento de 
estos programas la liberación de todos los presos políticos pacíficos, 
permitir el libre acceso de la población a Internet y la ratificación de 
los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, suscritos en 2007.
La comunidad internacional está realmente interesada en que Cuba  inicie 
un proceso democratizador. Conoce que para lograrlo es indispensable la 
restauración de un tejido social, donde los ciudadanos sean libres e 
independientes del tutelaje estatal. Sería imposible la existencia de 
reales partidos políticos y elecciones verdaderas con las estructuras 
económicas y sociales vigentes.
Por ello, si el gobierno cubano diera muestras fehacientes de propiciar 
transformaciones hacia el pluralismo, seguramente encontraría el apoyo 
de las naciones democráticas y organizaciones no gubernamentales. Por el 
contrario, si ahora se tratara de un nuevo engaño, las consecuencias 
serían desastrosas, en particular para  un régimen que ya ha perdido el 
inmenso capital político que otrora poseyó.
Se abre una etapa de grandes oportunidades para los cubanos, pero 
también de riesgos y peligros, si no se actúa con seriedad y deseos 
sinceros de cambios.
 
 
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