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Tuesday, April 23, 2013

Siempre hay alguien que está peor que uno

Siempre hay alguien que está peor que uno
Martes, Abril 23, 2013 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Asustan algunas de las imágenes
que publica la televisión cubana en torno a la situación en Venezuela.
Su fin no es asustarnos, desde luego, pero al menos en mí producen un
efecto contrario al que persiguen. He visto a una joven caraqueña
gritando, al modo rabioso y teatrero en que suelen hacerlo los
chavistas, que hay que politizar a los niños, hay que hacerlos
partícipes de los mítines y las barricadas, enseñándoles a venerar a
Hugo Chávez desde la más tierna edad, para que cuando crezcan no se
conviertan en enemigos de la patria.

Es frecuente, entre tales imágenes, las de vociferantes que claman por
la defensa y la extensión más radical de lo que llaman las comunas, que
no es sino un remedo de aquellos tétricos 25 mil amontonamientos de
gente pobre, con 5 mil familias viviendo en estado de neoesclavismo, que
organizara Mao Tse Tung en China, en esa época salvaje refrendada en la
historia como maoísmo, un modo particularmente cruel y
mesiánico-dictatorial de aplicar el marxismo, del cual, por cierto, el
propio Chávez era fan, según su confesión pública.

No obstante, lo que más asusta al ver tales imágenes podría ser tal vez
el hecho de que sean capaces de asustarnos a nosotros los cubanos, a
nadie menos.

Y al tiempo que nos asustan (ya que donde quiera que doblen las
campanas, doblan por ti), resulta inevitable que nos traigan un hálito
de esperanza, sobre todo por el distanciamiento más bien cínico con que
nos vemos a nosotros mismos valorando las actitudes de esos fanáticos
chavistas, idiotizados instrumentos del poder, mientras concluimos que
una situación semejante ya no es posible en Cuba, como no sea a través
de algún poco serio montaje politiquero.

De pronto, y casi sin darnos cuenta, nos reconocemos regresando del
infierno, no por haberlo dejado atrás materialmente, puesto que aún nos
debatimos entre sus llamas -y solo el diablo sabe por cuánto tiempo
más-, pero sí a partir de la certidumbre de que ya no lo hacemos a
gusto, ni engañados, ni por energúmena elección, como parecen hacerlo
los chavistas que nos muestra la televisión.

Es increíble la vulnerabilidad que padecen las personas ante el riesgo
siempre latente de la involución. Tardamos cientos de miles de años para
evolucionar. Sin embargo, basta un decenio, poco más o menos, para que
las malévolas influencias caudillistas y mesiánicas nos retrotraigan de
vuelta al fondo de la incivilidad.

Ya nos habían advertido, desde Platón hasta Freud, que la estructura de
base de todo ser humano no es la razón, sino la emoción. Somos, en
principio, hijos de los efluvios apasionados, y en ello se afinca la
mangoneadora influencia de los líderes.

Lo que nos faltaba por conocer, incluso mediante la experiencia del
horroroso cuadro que aún sufrimos en Cuba, es este auténtico horror que
sentimos al pensar en el futuro más próximo de los venezolanos,
náufragos sin costas de una revolución que, para mal de males, tiene por
líder a la sombra de un fantasma.

Es de esperar –al menos yo lo espero, tanto como lo deseo- que el
gobierno de los Estados Unidos no le sirva en bandeja de plata a Nicolás
Maduro y a su comparsa corrupta la tan socorrida pero siempre útil
coartada del enemigo imperial que desde el exterior agrede la soberanía
nacional. De igual forma, esperamos y deseamos que el desprecio burlón
de la comunidad internacional ante Maduro, a partir de su cruda y
caricaturesca pero amenazante brutalidad, no les lleve a bendecir, por
prepotencia, el mal augurio para Latinoamérica y para la civilización
occidental que representa el caso de Venezuela, en tanto oxígeno para el
reverdecimiento de la guerra fría, ahora calentada con petrodólares.

Por lo demás, otra vez tiene razón aquel refrán según el cual siempre
hay alguien que está peor que uno. Y la condición de peor para los
venezolanos radica, grosso modo, en el detalle de que apenas comienzan
el descenso a un abismo del que los cubanos todavía no hemos logrado
sacar completamente la cabeza, aunque venimos subiendo, convencidos de
la inviabilidad de una recaída.

http://www.cubanet.org/articulos/siempre-hay-alguien-que-esta-peor-que-uno/

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