Cine barrio o el Rosario de la Aurora
Jueves, Noviembre 28, 2013 | Por Lilianne Ruíz
LA HABANA, Cuba, noviembre de 2013, www.cubanet.org.- Cuando Carlos 
terminó de espabilarse, la mañana del pasado 2 de noviembre, su primer 
pensamiento fue que se habían burlado de él. Su hija lo había despertado 
a las 7, con una llamada telefónica de larga distancia, para darle la 
noticia del cierre inmediato de los teatros caseros de películas en 
tercera dimensión (3D).
Cinco meses atrás -en junio-, había concebido la idea de montar en su 
casa un "pequeño cine de barrio", como a él le gusta llamarlo. Fue 
cauteloso al considerar las posibilidades de que le otorgaran la 
licencia, la legalidad del trabajo y la garantía de obtener ganancias 
que le permitieran recuperar la inversión y poder vivir confortablemente.
Una vez tomada la decisión, lo primero fue dirigirse al Departamento de 
Cuentapropismo del Ministerio del Trabajo, para entregar una carta 
solicitando la licencia, donde tuvo que explicar en detalle para qué la 
quería. De serle otorgada, dicha licencia implicaba la exhibición de 
películas en formato 3D, para niños y adultos.
Presentada y aprobada toda la documentación, que incluía la propiedad 
actualizada de la casa, puso manos a la obra. En total, la inversión 
superó los 3 mil CUC (moneda nacional equivalente al dólar). La mayor 
parte de ese dinero le fue prestada por un amigo, que fijó un plazo para 
pagar la deuda en cuotas mensuales con un bajo por ciento de interés.
Cuando terminó de armar su salita de cine, volvió a presentarse ante 
dicho Departamento, esta vez cumpliendo con el requisito de la 
presentación de fotos, que incluían: la sala oscura climatizada con sus 
bancos diseñados para la comodidad de los asistentes, todos los equipos: 
un televisor 3D de 47 pulgadas, un "Teatro en Casa" (home cinema), las 
películas y la gafas.
Carlos obtuvo su licencia de "Operador de Equipos de Recreación" y el 
cine quedó oficialmente inaugurado en el mes de agosto, con una 
programación por edades y géneros cinematográficos.
En los primeros 18 días, concurrieron más de 300 personas, de todas las 
edades. Ver una película costaba 1 CUC, e incluía una ración sencilla de 
palomitas de maíz. La oferta especial incluía, además, un refresco y 
doble ración de palomitas, por 2 CUC.
Las gafas para la ilusión del 3D llegaron a tener los nombres de los 
niños en cada proyección. Un matrimonio declaró en una oportunidad estar 
celebrando sus bodas de plata con el regalo de una película. Y no 
faltaron los que de esa manera también festejaron cumpleaños.
90 días de prueba
Estaba todavía en el plazo de los 90 días de prueba -que según la ley 
queda exento de pagar el impuesto correspondiente-, cuando empezó a 
propagarse el rumor de que el gobierno cerraría los teatros caseros de 
3D. Se presentó otra vez en el Departamento de Cuentapropismo, para que 
le ratificaran que podía seguir adelante con toda seguridad, o en caso 
contrario entregar la licencia.
-En aquel momento todavía estaba en auge el 3D. Hubiera perdido el 
trabajo, el esfuerzo y algún dinero; pero en todo caso, mucho menos 
dinero que ahora-, dice Carlos.
-¡Tú no me digas que vienes a entregar tu licencia!-, espetó la 
funcionaria que lo recibió. Para tranquilizarlo, le informó que lo único 
que iba a pasar era que ya no se otorgarían nuevas licencias y 
-¡enhorabuena!- se reduciría la competencia.
Ya sabemos cómo sigue esta historia. En menos de un mes salió el edicto 
oficial ordenando el cierre inmediato de negocios como el suyo. Ahora no 
tiene medios con qué pagar la deuda contraída y tampoco vislumbra cual 
será el porvenir. Carlos expresa, en el colmo del desconcierto:
-Yo no podía imaginar que la licencia, que con conocimiento de causa me 
estaban entregando, no tenía valor alguno para ejercer la actividad, 
como dicen. ¡Qué chasco!
La nota publicada en Granma subraya en negritas que las exhibiciones 
cinematográficas en 3D "nunca han sido autorizadas".
Pero él puede objetar:
-Las fotos, conjuntamente con la carta, son la prueba de que ellos 
estaban totalmente conscientes de la actividad que yo iba a hacer y de 
que esa licencia amparaba mi propósito. Todo estaba dentro de la legalidad.
Como esta historia habrá muchas en el país que terminaron como el 
rosario de la Aurora. Lo peor no ha sido la estafa –que pone al 
perjudicado en una situación desesperante-, sino que el timo va a 
acompañado del terror a expresar libremente lo sucedido. Carlos es un 
nombre ficticio tras el que se esconde un hombre que solicitó esconder 
su verdadera identidad.
Source: "Cine barrio o el Rosario de la Aurora | Cubanet" - 
http://www.cubanet.org/articulos/cine-barrio-o-el-rosario-de-la-aurora/
 
 
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