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Tuesday, July 14, 2015

Un Nobel para Raúl

Un Nobel para Raúl
O para Fidel, que esto del deshielo es hasta que Él quiera, por muy
ocupado que esté con los quesos y la moringa
lunes, julio 13, 2015 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba. – James George Frazer lo hubiese citado en su libro
La rama dorada: el anuncio del izamiento de las banderas cubana y
norteamericana en las respectivas secciones de intereses convertidas en
embajadas, por las desmesuradas expectativas que ha creado, está obrando
como un exitoso acto de magia simpática.

Es como si la modificación del rango de las sedes diplomáticas y el
ondear de las banderas, por sí solos, bastasen para disipar todos los
problemas.

Primero bastó con las declaraciones y los estrechones de manos de los
presidentes, las visitas de los senadores y las sonrisas de cortesía de
Roberta Jacobson y Josefina Vidal. ¡Imagínese ahora que al fin habrá
embajadas!

Luego de tantas décadas de inmovilidad y desesperanza, son muchos los
cubanos ilusionados que esperan se produzca el milagro y todo empiece a
cambiar para mejor.

Los más cándidos, los que en su avidez por los cambios se dejan
deslumbrar por trucos de feria, están ilusionados con el servicio Nauta
y las áreas wi-fi aunque la conexión sea lenta y siga siendo cara. Así
se contentan, mientras siguen a la espera de que se llenen las vidrieras
de alimentos y productos made in USA y lleguen los ferries y los aviones
cargados de turistas norteamericanos ansiosos por derrochar sus dólares
en playas, hostales, paladares tugurios más o menos folklóricos y
jineteras y pingueros chapurreadores de un inglés de cheyennes de viejas
películas de clase B.

Es la corrida de los milagreros y los ilusionistas, los que esperan o
tratan de hacer creer que el presidente Obama, en el tiempo que le queda
en la Casa Blanca, con un Congreso mayoritariamente republicano, hará
milagros dignos del Antiguo Testamento, y solucionará los problemas que
no pudieron solucionar diez presidentes norteamericanos anteriores
respecto al castrismo, que aunque hace agua por todas las vías, no acaba
de diluirse, sino que se hace grumos.

El milagrero mayor parece ser Obama al creer que con su buenísimo,
paciente, complaciente y gradualista pensamiento mágico va a conseguir
que la dictadura castrista poco a poco deje de serlo, y que los cambios
económicos –si es que puede llamársele así a los parches y retoques que
son los Lineamientos- traigan las libertades políticas y la
democratización. Como si China y Viet Nam no bastaran para probar lo
contrario.

El bueno de Obama, por culpa de la resistencia que le hacen los
republicanos, no adelantará mucho en el Obamacare y la reforma
migratoria, y tampoco en el combate a los terroristas del Daesh, por
mucho que los dé como casi aniquilados. Pero por el momento parece que
sí consigue seguir, como un disc jockey de emisora radial de oldies,
complaciendo las peticiones del general presidente.

Va y hasta logra Obama el levantamiento del embargo, lo que queda de él,
que todavía es bastante. Lo suficiente para servirle de pretexto para la
gritería al castrismo y su claque de camaradas solidarios. Y también la
devolución de la base de Guantánamo, que ojala antes de devolverla,
tengan la precaución de desmantelar hasta los cimientos la cárcel para
talibanes, no vaya a ser que la utilice el MININT para encerrar a
disidentes, ahora que interpretan que los yanquis les pusieron la luz
verde para deshacerse de ellos.

¡Y todavía hay algunos que esperan que el régimen castrista deje de
violar los derechos humanos!

Más allá de las declaraciones difusas, qué puede hacer el gobierno
norteamericano por las Damas de Blanco y los opositores cubanos, tan
ocupado como está en monitorear las cámaras de vigilar policías para que
no apaleen o maten a otro afroamericano.

Y ni hablar de la Unión Europea, donde ya reconocieron que el tema de
los derechos humanos de los cubanos puede esperar. Mientras, están
dispuestos periódicamente a reunirse con los representantes del régimen
castrista para discutir de derechos humanos, o mejor dicho, de cómo
interpretarlos. Y nada de reunirse con los disidentes cuando viajan a La
Habana para intercambiar cumplidos con los capitostes de la dictadura.

Con tanto milagro en el ambiente, va y hasta le da la Academia Sueca el
Premio Nobel de la Paz a Raúl Castro –o a Fidel, que esto del deshielo
con los yanquis es hasta que Él quiera, por muy ocupado que esté con los
quesos y la moringa. A Obama no le pueden dar el Premio por segunda
vez. El presidente colombiano Juan Manuel Santos, que no logra llevar a
buen puerto -¡qué va a lograrlo!- las negociaciones con los
narcoguerrilleros de las FARC-EP y no tiene muchos milagreros que lo
propulsen, se queda corto ante los premiadores de Estocolmo. Y no se lo
van a dar a Putin ni a Netanyahu. Así que no asombraría si el Nobel va a
dar a manos del general presidente.

Hay los que no esperan milagros, sino que se aprovechan de los ingenuos
que creen en supercherías y señuelos. Los mandarines verde olivo, que ya
sacaron cuentas de los beneficios que pueden sacar del pragmatismo
yanqui si mueven ficha y ceden solo lo necesario, más en el discurso que
en otra cosa, saben muy bien lo que se traen entre manos y el mejunje
que resultará cuando la elite heredera agarre el timón y se encargue de
administrar la piñata mientras aterrizan suavecito en el capitalismo.

También saben bien lo que se traen entre manos los anticastristas
arrepentidos Carlos Saladrigas, Alfie Fanjul, los lobistas del
Engagement y los inversionistas que ya se preparan para convertir a Cuba
en una maquiladora gigante, con la mano de obra más barata, sumisa y sin
derechos que exista.

Es sabido, lo dijo alguien: la economía no tiene corazón. Y en ella, por
mucho que le pese admitirlo a algunos, no son frecuentes los milagros.
Miren el caso de Grecia.

luicino2012@gmail.com

Source: Un Nobel para Raúl | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/un-nobel-para-raul/

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