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Tuesday, July 07, 2015

Los enemigos de la libertad

Los enemigos de la libertad
[06-07-2015 20:34:09]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Si bien constituye una tarea de gran
complejidad describir a cada uno de los que componen la extensa lista de
detractores de las ideas de la libertad, es posible identificar a
algunos de los grupos que tienen cierta homogeneidad.
Las razones para oponerse a la libertad son siempre diversas y difíciles
de clasificar. Algunos lo hacen por ignorancia, otros por resentimiento,
tal vez demasiados por simple temor, y muchos más de los que se pueda
imaginar, solo para proteger sus mezquinos intereses y los privilegios
que disfrutan.

Muchos creen que la mayoría de la gente no adhiere a estas ideas porque
les ha faltado acceso a cierta literatura o por el desconocimiento
elemental de principios básicos que explican el progreso indisimulable
que han logrado tantas sociedades. Claro que de esos hay muchos, pero no
necesariamente los convierte en el conjunto de individuos más significativo.

No alcanzar a comprender profundamente algunos aspectos esenciales del
liberalismo es un argumento razonable para explicar el actual rechazo,
pero no es saludable quitarle mérito al sistemático aparato de
propaganda que ha montado el marxismo con su premeditado e inconfundible
estilo panfletario, ese que consigue comunicar eficazmente sus falacias
con consignas simples, frases hechas y recursos meramente retóricos.

Han logrado instalar una visión que ha penetrado fuertemente en la
comunidad. Consiguieron que ciertas creencias sean apoyadas por muchos y
que el léxico utilizado cotidianamente se incorpore al vocabulario
habitual de los ciudadanos. Una exacerbada tendencia a la
simplificación, apoyada en múltiples tácticas emocionales, que desplazan
intencionalmente a lo racional, han sido parte central de esa magnífica
estrategia que les ha aportado brillantes resultados desde lo pragmático
en la batalla cultural.

Cada vez se hace más frecuente esta tendencia a buscar culpables que se
hagan cargo de todo lo que pasa sin hurgar demasiado en las causas
reales. Esta situación ha sido aprovechada al máximo por un socialismo
que, interpretando adecuadamente este mecanismo, se ha ocupado de
endosarle al capitalismo el rol de generador exclusivo de todos los
padecimientos.

Ignorando las evidencias más indiscutibles, el socialismo aspira a ser
evaluado por sus loables intenciones y pretende que la sociedad castigue
al capitalismo por los aparentes daños colaterales, promoviendo un
inmoral doble estándar lamentablemente imperceptible para la gente.
Ellos no pueden mostrar un solo caso testigo contemporáneo que los
valide, sin embargo demonizan a un sistema, que con imperfecciones,
sigue siendo el único que puede exhibir triunfos concretos en todos los
campos.

No menos cierto es que el rencor ha sido el caldo de cultivo perfecto
para diseminar tantos planteos contrarios a la libertad. Quienes no han
entendido la vitalidad de estas ideas, se enfadan frente a las victorias
ajenas y promueven todo tipo de malos sentimientos, aunque no se animen
a admitirlo públicamente. Tal vez eso explica porque estimulan el
saqueo, fomentan la venganza y enaltecen a la igualdad como valor superior.

La envidia, la ira, el odio, son una ínfima parte de ese arsenal que, a
veces, llega a expresarse con destrucción y violencia. Su versión más
moderna se contiene demagógicamente y descarga toda su furia con una
agresiva dialéctica verbal muy potente aunque, en apariencia, más
civilizada.

Otro sector muy nutrido es el de los que, sin reconocerlo, le temen a la
libertad. Creen en un orden impuesto, en el poder disciplinario del
Estado, en la necesidad de que algún iluminado lo organice todo desde el
gobierno y, con rigor, imponga reglas rígidas que eviten el desmadre y
el caos.

Sospechan que la libertad no aportará soluciones. No quieren vivir bajo
el imperio de la incertidumbre. Eso les molesta, los incomoda y
preocupa. Prefieren un mundo predecible, en el que solo suceda lo
esperable, sin advertir que las grandes invenciones y descubrimientos
del hombre nacieron, justamente, de la mano de la creatividad de quienes
no aceptan los paradigmas del orden establecido y se animan a desafiarlo
siempre.

Pero existe un grupo mucho más temible aún. Es ese al que pertenecen
los que defienden privilegios. Ellos se oponen a la libertad porque
han desarrollado negocios que le permiten disfrutar de su actual nivel
de vida gracias a las prebendas obtenidas. Su prosperidad obedece a las
afinidades con el poder, a los aceitados vínculos que tienen con quienes
administran discrecionalmente el Estado y pueden aportarles beneficios
directos.

Ellos repudian las ideas de la libertad porque allí gobierna la
competencia, esa que los impulsa a ser eficientes, a cobrar menos, a
ganarse el mercado con calidad, servicio y mejores productos. En ese
mundo, ellos no podrían ofrecer lo que hoy brindan a la sociedad. Por
eso aborrecen a la libertad, porque ella amenaza sus artificiales logros
presentes.

Paradójicamente, la caricatura socialista se encarga, a diario, de
endilgarle al capitalismo su adhesión y apoyo a los grandes grupos
económicos, sin registrar la contundente evidencia que surge al observar
que casi todos los ricos de estas latitudes dominadas por el populismo,
son solo pseudo empresarios que disfrutan de concesiones estatales y
prerrogativas otorgadas de forma poco transparentes por los poderosos de
turno.

Claro que detestan al capitalismo. Si ese sistema estuviera plenamente
vigente sus oscuros proyectos no serían viables. Es más fácil prosperar
eliminando competidores con retorcidas regulaciones. Por eso defienden
la política actual, aplauden al intervencionismo estatal y se escudan en
su falso humanismo y pretendida sensibilidad social para despreciar a lo
que llaman capitalismo salvaje. En realidad defienden con ahínco su renta.

Los adversarios de estas ideas se despliegan en muchos ámbitos. Lo hacen
en el académico y el político, en el religioso y también en el
empresario. Pero es importante comprender que casi siempre solo se trata
de intereses sectoriales y no necesariamente de un presunto
desconocimiento e ignorancia al que todos prefieren responsabilizar.

Un sistema capitalista vigoroso los convocaría a trabajar más, a
esforzarse y esmerarse, a ganarse el favor del mercado con mejores
propuestas y eso los atemoriza enormemente. Es por eso que se han
enrolado con tanta determinación y vehemencia en las filas de los
enemigos de la libertad.

Source: Los enemigos de la libertad - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/559aca213a682e0bc87e17cf#.VZumX_mqqko

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