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Thursday, October 20, 2011

Sobre la revolución cubana y el poder sin límites

Sobre la revolución cubana y el poder sin límites
Jueves, 20 de Octubre de 2011 15:20
Veizant Boloy González

Alamar, La Habana, (PD) Conocemos que el poder tiene límites en otras
latitudes, como consecuencia fundamental de la tripartición de poderes,
entendible tratándose de países que se rigen democráticamente, en los
que no todo gira en torno a un eje central, ni se concentra el poder en
una sola persona o grupo muy reducido. En el caso de Cuba, el poder se
centra en un único partido político, cuya imposición, junto a la
eliminación de la diversidad de pensamiento, significó la supresión de
los más elementales derechos. Esto se logró a través de un férreo
mecanismo de control para dominar todas las esferas de la actividad
humana y ocupar todo el espacio social.

¿Cómo cuestionar tal centralización sin ser tachado de enemigo? Era
imposible, en un escenario así, que una persona aislada lograra un
cambio jurídico, sin nadie que la secundara; sólo restaba dejarse
arrastrar por el nuevo modelo impuesto, sin mostrar su visión política,
por no ser marcado como "anti socialista", rodeado de simpatizantes
fanatizados capaces de fulminarte con una mirada.

Pero, incluso negando las leyes de la lógica y la razón, quedaba una
subyacente esperanza de que quizás por el camino la cosa se enderezara.
¡Qué ilusos!

El protagonismo del pueblo en la victoria revolucionaria era
indiscutible, lo mismo de los campesinos de la Sierra Maestra como de
los combatientes de la clandestinidad en las ciudades. Pero una vez que
llegaron a la cima, voltearon la espalda a sus compatriotas.

Fuimos abducidos inconscientemente y adquirimos la habilidad de aguantar
y justificar mentiras. Las primeras impresiones suelen ser engañosas, no
se puede edificar sobre terreno movedizo. Esa imposición le aguardaba a
este modelo, que caía por su propio peso. No era su objetivo el triunfo,
sino beneficiarse con la derrota anticipada. Bromeaba con el fracaso, y
mientras tanto, ganaba tiempo para engordar su patrimonio.

El triunfo de la Revolución Cubana selló la traición que venían
fraguando los más inteligentes, los ansiosos de poder, contra el pueblo
ingenuo.

Hubo aparentemente medidas favorables como serían educación y salud
gratuitas para todos. Creíamos haber encontrado al Mesías, tanto así que
era rodeado de la euforia y el optimismo de algunos gobernados.

Lo antidemocrático era justificado con la frase del populacho que creía
ciegamente: "El Comandante no sabe".

Transgredían la esencia del ser humano: su dignidad; y mientras,
aprobaban leyes para luego violarlas. La invencible creencia casi
religiosa en su Moisés, los desviaba de lo que querían y por lo que
luchaban.

Suerte de hombres que enmudecen pero no ensordecen ante palabras
cínicas. El pueblo ni en sueños tendría en sus manos vislumbrar el
destino que correría su país, ni la facultad de destronar al monarca, si
al cabo de los años asumía descaradamente que no había cumplido ninguna
de sus promesas.

Transcurridas varias generaciones es que entiendo este absurdo lleno de
contradicciones y me enfurezco de tanto idealismo inyectado en vena.

Al lograr la verdadera independencia de funcionarios y ejecutivos del
Ministerio Fiscal, al evitar la injerencia del ficticio poder ejecutivo
sobre el legislativo, y la presión de todos sobre el sistema judicial,
se desmoronaría el estado de incertidumbre social en que vivimos. El
gobierno debería establecerse de forma tal que ningún hombre pudiera
temer que en un momento determinado, por cualquier motivo, estuviera en
peligro su integridad y la de los suyos.

Instauraron el respeto sórdido e inmerecido a los dirigentes, la
incultura jurídica y política, la pérdida de esencia de la judicatura;
el culto al chisme, a la chivatería, a la envidia de lo que pudiera
tener, hacer o pensar el vecino, bajo una organización cederista, que
lejos de fortalecer la comunidad la desunía y se basaba en la vigilancia
y delación de hechos que solo afectaban al poder.

Entendible el rechazo del mundo a este sistema de gobierno, la inquietud
y preocupación de muchos padres de familia que eligieron abandonar su
Patria por un futuro mejor para los suyos y para poder gozar de
libertades políticas. A aquellos a quienes llamaron en el pasado
gusanos, debieron llamarlos previsores del futuro.

Ahora estamos compulsados a dirigir la atención hacia los problemas
económicos que nos aquejan, como resultado directo de la retahíla de
errores, los cálculos descabellados y la toma de decisiones erradas,
cuando el foco del asunto y lo que más atención requiere no es el
parámetro económico, sino el político. Lo que requiere nuestro país no
son lineamientos económicos, sino políticos, para que la gente pueda
expresarse sin el miedo insuperable al decir o hacer y pueda cambiar la
estructura de este régimen.

Demorar el cambio de nuestro modelo político por uno que nos ayude a
crecer como nación, es hacer más sufrible el colapso de este infartado
sistema.

Como leí en una ocasión, no existe tiranía peor que la ejercida a la
sombra de las leyes y con apariencias de justicia. ¿No es un buen punto
para meditar?

veizant@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/2530-sobre-la-revolucion-cubana-y-el-poder-sin-limites

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