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Sunday, October 02, 2011

Resurrección de la Iglesia Católica en Cuba bajo la bendición de Raúl Castro

Resurrección de la Iglesia Católica en Cuba bajo la bendición de Raúl Castro
Última actualización Sunday, 2 October 2011

La revista Time dio a conocer en su edición online un extenso reportaje
sobre la revitalización del papel de la Iglesia Católica y sus fieles en
el acontecer político y social de la Cuba actual.

El Cardenal Ortega durante el paso de la procesión de la Virgen de la
Caridad por el poblado de Madruga.

El autor del artículo, Tim Padgett, viajó a La Habana, participó en
procesiones por el aniversario 400 de la Virgen de la Caridad y conversó
con el Cardenal Jaime Ortega Alamino acerca de esta nueva era para el
catolicismo cubano en momentos cruciales para el futuro de la nación.

CaféFuerte publica una versión en español del reportaje de Time, que
aparecerá en la edición impresa de la revista el próximo 10 de octubre.

Dios y las ganancias: de cómo la Iglesia Católica está haciendo una
resurrección en Cuba

Por TIM PADGETT

Ha sido un año de resurrección para la Iglesia Católica Romana de Cuba.
En noviembre pasado, se abrió un nuevo seminario -el primero desde que
la revolución comunista de Fidel Castro silenció la iglesia hace 50
años. En mayo, los obispos de Cuba terminaron la intermediación para
liberar a 115 presos políticos. Aunque la educación está estrictamente
en manos del régimen, las diócesis católicas han sido capaces de ampliar
su formación de maestros, líderes cívicos y empresarios -que incluso
ofrecen ese grado icónico capitalista, el M.B.A. [Máster en
Administración de Negocios]. Una estatua de la patrona católica de Cuba,
La Virgen de la Caridad, ha sido aclamada por las multitudes durante los
recorridos por la isla en enticipo a la celebración de su 400
aniversario el próximo año. "Esto demuestra un deseo espiritual de los
cubanos", me dijo el Cardenal Jaime Ortega, prelado superior de Cuba. Se
trata, añadió, "un retorno a Dios".

Bendición y maldición

Pero cualquier sentimiento de júbilo por los líderes de la iglesia es
atenuado por una sensación familiar de persecución. Su papel en la
liberación de prisioneros ha sido cuestionada por críticos que acusan a
la iglesia de aceptar las condiciones onerosas del régimen para enviar
los disidentes liberados al exilio. (La mayoría salió hacia España, pero
Ortega insiste en que fue por decisión propia de cada cual y no como
parte de ningún acuerdo). Los conservadores cubanoamericanos como la
representante Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Asuntos
Exteriores de la Cámara, han calificado a Ortega un "colaboracionista"
del gobierno, porque ellos sienten que el Cardenal guarda demasiado
silencio sobre los derechos humanos. Mientras tanto, los militantes
progubernamentales están acosando a los grupos disidentes como las Damas
de Blanco, esposas de los presos y otros familiares afuera de las
iglesias católicas en la capital, La Habana, y ciudades como Santiago.

La Iglesia está descubriendo que siendo la primera -y única- institución
alternativa a la revolución cubana es a la vez una bendición y una
maldición. Mientras el presidente Raúl Castro, quien se hizo cargo del
poder en sustitución de su convaleciente hermano mayor Fidel en 2008,
trata de diseñar reformas económicas políticamente peligrosas en una
nación con severos problemas de liquidez, parece haber decidido que la
iglesia es la única entidad no comunista en quien puede confiar para
ayudarlo en esas transiciones sin plentearle un serio desafío a su
gobierno. Hablando ante la Asamblea Nacional en agosto, Raúl incluso
ofreció un mea culpa por décadas de discriminación contra los "cubanos
con creencias religiosas". Dice Ortega: "Estamos respirando un ambiente
de cambio, sintiendo un momento en que no hay más confrontaciones" entre
Iglesia y Estado.

Pero la confrontación es exactamente lo que muchos críticos de Castro
anhelan. ¿De qué sirve el retorno de la Iglesia a los primeros planos de
la escena cubana, se preguntan, si no provoca el cambio democrático,
como hizo la iglesia polaca en Europa del Este una generación anterior?
Los clérigos abogan por paciencia. El Arzobispo de Miami Thomas Wenski,
quien ha asistido al renacimiento de la Iglesia cubana, dice que sus
colegas han propiciado "la apertura de un nuevo espacio para la
iniciativa individual y el pensamiento independiente", lo cual ellos
consideran podrí ayudar a acelerar la caída del comunismo, cuando Fidel,
de 85 años, y Raúl, de 80, mueran. Sin embargo, Ortega advierte contra
la "extralimitación" de la iglesia, y Wenski dice que también quiere
promover "un sentido de reconciliación" entre cubanos.

Moviéndose demasiado despacio

Esos sentimientos están en desacuerdo con la inevitable expectativa
entre los opositores del régimen -y el temor entre los partidarios de
Castro- de que la Iglesia va a llevar una Primavera del Caribe. "Para
muchos", dice Andy Gómez, investigador principal del Instituto de
Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, "la
[Iglesia] simplemente se está moviendo demasiado despacio".

Lo que puede ser un duro juicio, teniendo en cuenta hasta dónde la
Iglesia ha llegado en un tiempo relativamente corto. El educado como
jesuita Fidel Castro declaró a Cuba un Estado ateo en la década de 1960:
prohibió los medios de comunicación católicos, expropió las escuelas
católicas y exilió o expulsó a ​​3,500 sacerdotes y monjas. Sólo 200
clérigos permanecieron en el país para atender a millones de católicos
cubanos. Los abiertamente fieles, incluyendo sacerdotes como Ortega,
fueron a menudo enviados a campos de trabajo para su "re-educación".

La Iglesia comenzó a recuperar su posición en la década de 1980, pero su
suerte emergió con el colapso de la economía en la década de 1990, tras
la caída del benefactor de Cuba, la Unión Soviética. Sintiendo la
utilidad de organizaciones católicas caritativas como Caritas, cuyo
capítulo Cuba fundó Ortega en 1991, Fidel proclamó que la isla era
simplemente un estado "secular". Luego, en 1998, dio la bienvenida a una
visita histórica del Papa Juan Pablo II. La planificación de este
evento, dice Wenski, marcó un hito: "Dio a los católicos una nueva
confianza y plantó las semillas de la sociedad civil". Esto se puso de
manifiesto mediante nuevas publicaciones católicas como la revista
Vitral, uno de los primeros medios de comunicación independientes de la
isla.

Pero no fue hasta que el más pragmático Raúl sustituyó a Fidel que la
Iglesia ganó un rol decisivo como actor tanto político como espiritual.
Algunos clérigos, como el Vicario General de La Habana, Carlos Manuel de
Céspedes, forjó relaciones diplomáticas con el todopoderoso Partido
Comunista de Cuba; otros comenzaron a tentar los límites del diálogo
social desde el púlpito, como el locuaz reverendo José Conrado
Rodríguez, de la provincia oriental de Santiago, quien envió una carta a
Raúl en 2009, quejándose de las "constantes e injustificables
violaciones de los derechos humanos" en Cuba. Aunque vigilado muy
cercanamente por el Estado, Rodríguez no ha sido encarcelado.

A principios del 2010, los obispos de Cuba iniciaron una mediación sin
precedentes, junto con España, entre Raúl y los grupos disidentes, lo
que condujo a la liberación de prisioneros. La Iglesia tenía un interés
especial en el asunto, ya que la mayoría de los detenidos pertenecía al
Movimiento Cristiano Liberación, liderado por el destacado disidente
Oswaldo Payá; ellos habían sido arrestados en el 2003 como parte de una
de las más violentas ofensivas de Fidel. Sin embargo, dice el profesor
Gómez de la Universidad de Miami, "la Iglesia vio una oportunidad para
sacar a esta gente de su miserable condición -y, al hacerlo, sintió que
lograba ganar un nuevo prestigio que puede ayudarla a influir mucho más
en las reformas democráticas y de mercado en Cuba". No obstante, Gómez y
otros temen que la salida de muchos de los presos de Cuba -por decisión
propia o bajo presión- deja la impresión de que la Iglesia, lejos de
aprovechar su influencia con Raúl, ha sido, en cambio, usada por él.

Esperanzas exageradas

Pero las esperanzas de que la Iglesia pueda hacer con los Castro lo
mismo que logró con los regímenes comunistas de Europa del Este son muy
exageradas. En Polonia, el clero podría impulsar a los grupos
prodemocráticos como Solidaridad porque la Iglesia gozaba del apoyo
popular. Incluso antes de la revolución de Castro en 1959 (que fue
respaldada por muchos sacerdotes que se opusieron a los abusos de la
dictadura de Batista), la Iglesia cubana no podía contar con ese tipo de
devoción masiva. La época colonial española en la isla generó un
sentimiento escéptico, anticlerical, y la Iglesia Católica tuvo que
competir con otras denominaciones espirituales, incluyendo los
protestantes evangélicos y el sincretismo de la religión afrocubana, la
santería -por no mencionar el culto a Fidel, venerado por muchos cubanos
como un salvador secular.

Esa realidad, junto con el f'érreo control que el poder militar de Raúl
y la Seguridad del Estado aún mantienen sobre el país, ha obligado a la
iglesia a maniobrar con más cuidado. Cuando en los meses recientes el
acoso a disidentes como las Damas de Blanco se convirtió en demasiado
frecuente como para ignorarlo, Ortega, de 74 años, hizo a su oficina
emitir un comunicado insistiendo en que "la violencia de cualquier tipo,
aplicada a personas indefensas, no tiene ninguna justificación". Pero se
esforzó en señalar que el gobierno "ha comunicado a la Iglesia que desde
ningún centro de decisión nacional se ha dado la orden de agredir a
estas personas".

Tan reprimidos como los cubanos puedan sentirse políticamente, sus
preocupaciones mayores son de carácter económico -la mayoría gana unos
magros $20 dólares por mes- y ahí es donde la Iglesia cubanabpuede dejar
su más dramática huella en las reformas. Entre sus más populares
programas diocesanos están las clases de liderazgo, que a menudo enseñan
a los cubanos el tipo de habilidades de la libre empresa, desde la
contabilidad a la comercialización, que ellos van a necesitar bajo las
reformas económicas de Raúl. (El está planeando reducir un millón de
trabajadores del Estado). La Arquidiócesis de La Habana que dirige
Ortega, al parecer con la bendición de Raúl, se ha asociado con una
universidad española en ofrecer un programa de M.B.A.

Con la intervención de la Virgen

Caritas espera lanzar un proyecto de micro-préstamos para ayudar a los
cubanos a crecer más allá de los timbiriches -pequeños negocios
informales, como vendedores de dulces caseros, que los Castro han
permitido desde la década de 1990- y convertirse en empresas que puedan
absorber el casi 20 por ciento de la fuerza laboral del Estado que
encarará los despidos. Si La Habana y Washington lo permiten, grupos sin
fines de lucro de Estados Unidos y Europa le dijeron a TIME que están
preparados para canalizar decenas de millones de dólares a Caritas para
un fondo de micro-crédito. "Mi última esperanza es la Iglesia", dice
Roque, una mujer delgada y de mediana edad, ex militar cubana, que se
encontraba entre la multitud de bienvenida a la Virgen de la Caridad en
La Habana en septiembre. "Ellos ayudan con comida adicional y me están
enviando a las clases de computación".

Muchos de los miles de cubanos que han asistido a los talleres de la
Iglesia dicen que también aprenden a hacer negocios legítimamente
después de décadas de ilícitas presiones y desesperaciones en el mercado
negro. "Las reformas económicas necesitan de una postura ética también",
dice Ortega. Uno de los participantes de la zona oriental de Cuba, quien
pidió no ser identificado, está de acuerdo: "No soy muy religiosa, pero
la iglesia, como uno ha esperado, trae un marco moral que a veces falta
en nuestra lucha por salir adelante".

La Iglesia, aunque todavía no ha sido autorizada para administrar
escuelas, al menos tiene una puerta trasera de entrada a la educación, y
Raúl permite a los cubanos el tipo de formación empresarial que
regularmente las escuelas estatales y las universidades no están
equipadas para ofrecer. Podría percibirse como colaboración con los
enemigos de Castro, pero Ortega sostiene que esta disposición permite a
la Iglesia predicar un pluralismo social, económico e incluso político
que podría hacer más por la democracia que el embargo comercial que
Estados Unidos ha mantenido por 49 años. Avanzar más a estas alturas tal
vez requiera la intervención de Nuestra Señora de la Caridad.

Traducción: CaféFuerte

http://cafefuerte.com/2011/10/02/la-resurreccion-de-la-iglesia-catolica-en-cuba-bajo-bendicion-de-raul-castro/

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