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Saturday, October 22, 2011

El miedo en el rostro del tirano

El miedo en el rostro del tirano

"Llaman a sus pueblos a defender la patria y la soberanía hasta la
muerte, pero siempre al final se esconden en madrigueras bajo tierra y
sus primeras palabras al ser capturados es un: no disparen"

Rolando Cartaya/ martinoticias.com 21 de octubre de 2011

Le decía ayer al colega Joan Antoni Guerrero que no he querido ver el
video de la muerte de Muammar Gaddafi en Sirte, porque me parece siempre
repugnante la muerte de uno a manos de muchos; una repugnancia que suele
mover a lástima por el sacrificado; aun si en los casos de gobernantes
criminales como Gaddafi, como Ceausescu, como Mussolini, el sacrificio
es una especie de confluencia y desahogo justiciero de todos los odios
que sus abusos han inspirado y destilado por años en sus víctimas.

Pero un aspecto interesante de estos magnicidios humillantes es cómo
llevan hasta el tope el botón del contraste al compararse con la
condición de semidioses inmortales que estos mismos dictadores se
atribuyen y hasta llegan a creerse.

Vean a Hugo Chávez, proyectando en sus loas al amiguete tirano muerto
--y bien muerto, dirán hoy muchos libios-- los calificativos que
quisiera para sí mismo si le llegara su hora: "Lo recordaremos toda la
vida como un gran luchador, un revolucionario y ahora, bueno, un
mártir". Previamente, Chávez había profetizado que Gaddafi "moriría
combatiendo". Al final el caudillo libio sólo combatió con los pies, y
al ser descubierto, corrió a encuevarse como rata en cañería. Él, que
llamó "ratas" a sus adversarios. Y de Chávez se cuenta que lloraba como
una Magdalena y pedía que lo mandaran al extranjero durante las horas
que pasó cautivo después del intento de golpe del 2002.

Sobre este tema Eugenio Yáñez dice en "Los tiranos, sus miedos y su
apego por las madrigueras", publicado por Cubaencuentro, que cuando los
de esta especie se desgañitan gritando, es para que no se note que
tienen miedo; acusan a los adversarios con cuanto epíteto despectivo
exista, juran aplastarlos, y llaman a sus pueblos a defender la patria y
la soberanía hasta la muerte, pero siempre al final se esconden en
madrigueras bajo tierra y sus primeras palabras al ser capturados, [como
se apresuró a decir el Che Guevara a los rangers bolivianos que lo
aprehendieron en la Quebrada del Yuro], es un [tembloroso]: "No disparen".

No es que sean genéticamente cobardes, aunque muchas veces lo son, sino
que tras endiosarse son incapaces de comprender que "el pueblo" no los
ama como creían. El analista de Cubaencuentro recuerda que Elena
Ceacescu le decía al pelotón de fusilamiento que se preparaba para
llenarles el cuerpo de plomo: "¿Cómo nos van a hacer esto a nosotros,
que somos como sus padres?".

Le dejo ahora con "Los tiranos, sus miedos y su apego por las
madrigueras", de Eugenio Yáñez.

http://www.martinoticias.com/noticias/cuba/El-miedo-en-el-rostro-del-tirano-132332498.html

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