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Monday, October 17, 2011

Dama de Blanco, Dama de Cuba

Laura Pollán

Dama de Blanco, Dama de Cuba

Las Damas de Blanco, con Laura Pollán al frente, derrotaron a la dictadura

Eugenio Yáñez, Miami | 17/10/2011

La muerte es un fenómeno tan cotidiano, y a la vez tan dramático, que
nos las ingeniamos para creer que es algo que le ocurre a los demás, y
que demorará mucho más. Hasta que aparece, de repente —siempre es de
repente, pues no estamos preparados para esa realidad— y entonces nos
damos cuenta de la fragilidad de la vida, y de que es necesario
continuar el camino a pesar de los golpes, por duros que sean

Laura Pollán ha fallecido el mismo día en que el Partido Comunista de
Cuba hacía público su documento base para la primera Conferencia
Nacional de la organización, donde asegura que "Patria, Revolución y
Socialismo están fusionados indisolublemente", pretendiendo convertir en
no-personas a quienes tienen opiniones diferentes. Con su muerte, y con
su vida, Laura demuestra que la Patria es mucho más que como pretende
definirla una camarilla aferrada al poder por más de medio siglo.

No seré yo quien se deje guiar por teorías de conspiración y análisis
tremendistas, sencillamente porque no hay evidencias para demostrar que
su muerte haya sido un asesinato fríamente premeditado, o que los
médicos que la atendían no hayan actuado como corresponde. Sin embargo
—y de esto la historia nunca podrá absolver a la dictadura—, es evidente
que las constantes presiones físicas y psicológicas a que estaban
sometidas Las Damas, como todos los opositores, tienen que haber dañado
la salud de muchas de ellas.

Sabíamos que la líder de Las Damas de Blanco padecía de diabetes crónica
y otros problemas, y que el acoso constante que enfrentaba tendría que
repercutir sobre su salud, además de que las continuas golpizas y abusos
estarían minando su cuerpo, pero siempre la veíamos tan valiente, tan
rozagante y decidida, incluso capaz de sonreír en medio de la tormenta,
sin odios ni rencores, que creíamos que sería eterna, que siempre
estaría, con su gladiolo en la mano, al frente de esas valientes cubanas.

Cuesta mucho imaginar que Laura Pollán ya no esté entre los suyos, entre
todos los cubanos, entre todos nosotros, cuando hace tan poco tiempo la
veíamos al frente de las corajudas Damas de Blanco, sin títulos
oficiales, pero siempre al frente, ya fuera en la calle o desde su
propia casa, enfrentando las bandas de energúmenos —disfrazadas de
pueblo enardecido— que el régimen envía continuamente con la misión de
amenazar y golpear, asustar y humillar, aplastar y silenciar,
desprestigiar y desmoralizar, desconocer y ningunear.

Todas las estrategias de la dictadura contra las Damas de Blanco
fracasaron ante la digna tozudez y valentía de este pequeño grupo de
mujeres encabezadas por Laura Pollán, que no se dejaron intimidar y
nunca estuvieron dispuestas a acobardarse ante las embestidas de la
barbarie, y que tras largos años de valor, perseverancia y resistencia,
lograron al fin que sus familiares salieran de las prisiones, aunque
fuera para partir al destierro o continuar viviendo en la gran cárcel en
que se ha convertido nuestra Patria.

Más allá de los objetivos personales que perseguían Las Damas de Blanco,
y lograron, supieron darse cuenta que la lucha no podía limitarse a lo
que podría ser calificado como sano egoísmo en defensa de sus
familiares, y plantearon que la tarea debería continuar mientras quedara
un solo preso político en la cárcel, fuera quien fuera, y mientras el
régimen pudiera considerarse con derecho a encarcelar a quien considere
conveniente.

Toda la estulticia y la mala intención de un régimen represivo se volcó
inútilmente contra un grupo de mujeres que lo único que hacían —y hacen
y seguirán haciendo— era asistir a misa y desfilar en silencio por las
calles habaneras, con gladiolos en las manos, rezando y pidiendo por la
libertad de sus seres queridos y de todos quienes están presos solamente
por pensar de manera diferente a la oficial, por no estar dispuestos a
permitir que una camarilla piense por ellos. Nunca el silencio ha sido
tan expresivo como con Las Damas de Blanco.

Ese comportamiento, tan sencillo, pero a la vez tan profundo, puso en
jaque a la dictadura más prolongada de América, y poco a poco, desde
2003, el mundo fue conociendo que el paraíso socialista cubano no era la
panacea que anuncian constantemente los medios oficiales y defienden sin
apelación los apologistas más abyectos, y que quienes estaban y están
tras las rejas en las ergástulas políticas del castrismo no eran
mercenarios extranjeros, conspiradores, millonarios, ni privilegiados,
sino sencillas personas decentes, humildes y trabajadoras, hombres y
mujeres del verdadero pueblo cubano, seres humanos con dignidad y
pensamiento propio, que deseaban para sus familiares, sus hijos y sus
nietos, y para todos los cubanos, una vida mejor, más digna, y con menos
odios y rencores, que la que puede ofrecer la dictadura a falta de
progreso y resultados positivos.

Dicho muy sencillamente: Las Damas de Blanco, con Laura Pollán al
frente, derrotaron a la dictadura. Sin más recursos que el coraje, el
tesón y la convicción de que una idea justa desde el fondo de una cueva
es más fuerte que todo el armamento, la represión, las mentiras, la
barbarie y la vileza de una dictadura.

La dictadura tiene miedo. Mucho miedo. Por eso grita y ruge, para ver si
no nos damos cuenta.

No por gusto la represión aumenta a cada instante en el país, y va
dejando de ser sofisticada y discreta, de baja intensidad, para pasar a
ser cada vez más abierta, extendida, brutal y descarnada, no solamente
en la capital, sino a lo largo y ancho del país. No por los macabros
proyectos de un enemigo que el régimen siempre trata de encontrar fuera
de sus fronteras, sino porque los cubanos han dejado de creer en las
promesas sin resultados y en la represión sin límites.

Por eso la dictadura trata ahora, además de silenciar la muerte de la
luchadora, de impedir que puedan expresarse las múltiples
manifestaciones de admiración, cariño y respeto que tantos cubanos
sentían por esta digna mujer que, con un gladiolo en la mano y una
voluntad de hierro, le demostró al mundo que hay otra Cuba, digna,
esforzada, optimista y cargada de amores y futuros, para contraponerla a
la Cuba oficial de rencores y repudios, escándalos y vejaciones,
fracasos, miserias y tristezas, aferrada al pasado porque no tiene
futuro que ofrecer.

Con su muerte, Laura ha derrotado una vez más a la dictadura. Ahora
finalmente podrá descansar en paz, sin tener que soportar insultos y
agresiones, y sabiendo que se fue de esta vida sin temerle a la barbarie
y habiendo contribuido a la magnífica obra de haber logrado que salieran
de la cárcel personas que nunca debieron estar presas por pensar como
pensaban.

A pesar de toda la ofensiva de la dictadura para mancillar la imagen y
la obra de esta valiente cubana, los cubanos —en Cuba y en el exilio—
sabremos enarbolar cada día un gladiolo virtual en memoria de Laura
Pollán, que si en vida fue la imagen de Las Damas de Blanco, con su
muerte prematura se ha convertido en La Dama de Cuba.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/dama-de-blanco-dama-de-cuba-269457

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