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Wednesday, October 19, 2011

Contrastes por decreto en Guanabo

Contrastes por decreto en Guanabo
Juan Carlos Linares Balmaseda
19 de octubre de 2011

La Habana, Cuba – www.PayoLibre.com – Guanabo, con sus 18 575
habitantes, es un poblado de contrastes. Está comprendido como una zona
de alta significación turística, sin embargo, tal característica
contrasta con el hecho de que en muy pocas calles existen alcantarillas.
Las aguas albañales de los domicilios van a fosas sanitarias,
construidas por el esfuerzo propio de los moradores.

Por las corroídas redes de agua potable lo que se distribuye es agua
salobre. El agua potable llega a los pobladores por pipas, y la mayoría
de ellos pagándola a un precio de mercado negro. En contraste los
guanabenses defienden la escasez del esencial líquido. Piensan que si a
estas alturas el Estado no ha urbanizado la red hidráulica tampoco se
preocupará porque cotidianamente salga el agua potable por los grifos de
sus hogares.

En confianza revelan saber que el agua salobre la extraen de pozos
contaminados "pero al menos la tenemos todos los días. Lo que no
sucederá con el agua dulce".

En 1999 el gobierno emitió un decreto para establecer la zona de alta
significación turística en una extensa franja del litoral norte de La
Habana. En Guanabo, ubicado en el noreste de la capital, ya existía esa
normativa desde mucho antes, aunque no de manera explícita. En Cuba, el
término turismo se esquematizó para referirse sólo al turismo
internacional, y los turistas nacionales serían sólo campistas o
vacacionistas.

Aún así Guanabo fue siempre territorio de visitantes cubanos. Incluso,
antes de que comenzara la prohibición a los cubanos de entrar en las
instalaciones para el turismo internacional, prohibición que tendría sus
orígenes a fines de los años setenta con las primeras visitas a la isla
de la comunidad cubana residente en el exterior, luego de un prolongado
y forzoso periodo de separación familiar.

Otro contraste: la zona de playa de Guanabo está considerada entre las
de mayor concurrencia en toda la capital, y aún así los bañistas no
cuentan con taquillas o cabañas para desvestirse y vestirse, guardar la
ropa, cumplir con la higiene personal o las prontitudes fisiológicas. No
obstante, la iniciativa privada para esas funciones está negada.

En Guanabo son escasos los visitantes extranjeros y también los
extranjeros que residen allí. Entonces, ¿qué intereses se esconden
detrás del decreto de zona turística, que no sea la intención de la
elite gobernante por apropiarse de Guanabo y entregarlo a la inversión
extranjera?

Los pocos extranjeros residentes en Guanabo, por lo general hombres
casados con cubanas, han comprado casas mediante transacciones ilegales,
dado que la compra venta todavía no ha sido autorizada. Para mayor
énfasis en los contrastes, las casas de los extranjeros a simple vista
tienen mejor confort que las de los nativos.

Sin ir más lejos, los comercios estatales (cafeterías, pizzerías,
restaurantes) se distinguen allí por el colorido de los decorados y
diseños afines con el ambiente. En contraste, los comercios particulares
están obligados a ser kioscos forrados con zinc, tejas de fibrocemento,
o cualquier material de desecho. Así quedó establecido para que las
vendutas particulares puedan desmontarse con facilidad si las
autoridades locales lo ordenan, haciendo contrastar el buen gusto con el
ex profeso afeamiento del ornato público. Y para mayor rimbombancia en
los contrastes, los comercios particulares no pueden estar situados de
frente a las calles principales, y los estatales sí.

De Guanabo muchos recordarán el parque infantil estatal Los Caballitos.
En el mejor de los tiempos contó con un carrusel, dos canales para que
los niños se deslizaran, cuatro cachumbambés e igual cantidad de
columpios. Pasaban años y no le daban mantenimiento, y cuando se
remozaba una vez cada quinquenio o cada decenio, el parque volvía a
deteriorarse en cuestión de meses.

Ahora existe en el mismo lugar un parque infantil con el mismo nombre, y
es particular. Sus aparatos fueron ingeniosamente construidos con vigas
metálicas, diferenciales de automóviles, cajas reductoras de
velocidades, poleas y correas de transmisión. Los dueños comenzaron con
cuatro aparatos y hoy pasan de una decena: Las tasas voladoras, El
ómnibus yutong, La estrella, La Canoa, La Rastra… funcionan todos los
días, y sin financiamiento del Estado.

Frente al parque Los Caballitos, en una porción de terreno ocioso,
autorizaron instalar una feria de artículos artesanales. Los
trabajadores por cuenta propia venden a la intemperie. El sol los
castiga, si llueve huyen antes de que se les moje la mercancía, y pagan
para que los vecinos se las almacenen. A escasos metros de la feria, hay
un rancho-restaurante estatal de comida criolla, donde pasan días y no
venden un plato de comida.

Unos metros más allá se yergue un contendor vacío de una empresa
estatal. Los cuenta-propias en vano solicitan que les alquilen el
contenedor y el rancho-restaurante. El primero para almacenar sus
mercancías y el segundo para ampliar la feria, darle un eficiente uso al
espacio y protegerse de los rigores climáticos. Guanabo es una zona
donde campean los contrastes por decreto.

Tag: apartheid

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