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Sunday, October 09, 2011

Brasil y su responsabilidad por Cuba

Brasil y su responsabilidad por Cuba
RICARDO TROTTI | EL UNIVERSAL
domingo 9 de octubre de 2011 02:40 PM

Brasil insiste en pasar de potencia económica a líder hemisférico. Su
voz está presente en todos los foros, ya sea pidiendo un escaño
permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU o apoyando a Europa en
sus maniobras para sortear la crisis económica, como ofreció esta semana
la presidenta Dilma Rousseff.

Brasil es el único país americano, a excepción de EEUU, con las
características requeridas para ser líder: Tamaño, población, PBI y
respeto internacional. Pero para liderar no solo debe pretenderlo, sino
asumirlo. Tiene que meterse en asuntos no tan simpáticos, perder el
miedo a tomar acciones que polarizan y sobre todo debe, bajo el
principio de la universalidad, denunciar los atropellos sistemáticos de
los derechos humanos, así ocurran en Cuba como en China.

Bien o mal, el ex presidente Lula da Silva asumió acciones de este tipo.
Convencido de que algo malo había sucedido en Honduras, dio refugio al
ex mandatario Manuel Zelaya en su embajada de Tegucigalpa y cabildeó
para que Honduras fuera expulsada de la OEA.

Ahora es la presidenta Dilma Rousseff quien tiene en sus manos una
oportunidad inmejorable para asumir el liderazgo. Si Brasil denuncia y
reclama al régimen de Cuba por las violaciones actuales a los derechos
humanos, no solo reivindicará la sed de libertad del pueblo cubano, sino
que romperá la parsimonia timorata de sus pares latinoamericanos, que
sucumben a la propaganda castrista -y del presidente venezolano Hugo
Chávez- sobre que los principios de soberanía y no intervención, les
impiden inmiscuirse en asuntos internos para denunciar los abusos.

Esa inmunidad, permite a los hermanos Raúl y Fidel Castro seguir
aplastando las libertades. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional (CCDHRN) denunció que en setiembre las
autoridades detuvieron a 563 personas por motivos políticos, más del
doble de las detenciones que se registraron en cada uno de los meses
anteriores del año y la cifra más alta de las últimas tres décadas.
Corroboran esta tendencia los informes de los últimos dos años, tanto de
Amnistía Internacional como de Human Rights Watch y la Sociedad
Interamericana de Prensa, que demuestran que la situación de los
derechos humanos y el clima de libertad de expresión, lejos de mejorar,
continúan deteriorándose.

Lo más extraño es la doble moral de la mayoría de gobiernos de la
región, que esquiva denunciar a la dictadura cubana, aunque hayan
ensalzado a los recientes movimientos populares democráticos en los
países árabes. Cuba y Venezuela vienen comprando ese silencio a base de
petróleo más barato, insultos diplomáticos y estrategias
propagandísticas. La más urdida fue la de hace dos años, cuando Chávez
cabildeó para que Cuba sea readmitida en la OEA y logró la aprobación de
la asamblea. Enseguida, Fidel Castro desairó a todos y despotricó contra
el organismo "prestado a los intereses del imperio". En realidad, nadie
comió el anzuelo. La reinserción, equivalía a que su gobierno debía
asumir responsabilidades en materia de democracia y derechos humanos,
aspectos que desprecia.

Los Estados latinoamericanos no deberían estar tranquilos ni sentirse
exonerados de exigir responsabilidades al régimen. Aunque Cuba no se
someta a la Carta Democrática Interamericana o a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, la Convención de Viena de 1969 establece el vigor
de tratados internacionales, como la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre, por encima de disposiciones de su derecho interno y
de su Constitución, lo cual la hace igualmente responsable ante el
universo, por violaciones a los derechos humanos o crímenes de lesa
humanidad, como muchos que parecen cometerse en ese país.

Si se examinan las agresiones que las turbas gubernamentales provocaron
contra las Damas de Blanco en las últimas semanas, los arrestos
continuos de disidentes, las trabas a la circulación de personas en el
territorio nacional y a la libertad de expresión, se podrá advertir la
mano de las autoridades detrás de todas esas transgresiones.

Ni Cuba ni cualquier otro Estado pueden escudarse detrás de los
principios de soberanía y no intervención. Ya nadie tiene excusas. Pero
algunos países, por su potencial, como Brasil, tienen mayores
responsabilidades y deberían asumirlas.

trottiart@gmail.com

http://www.eluniversal.com/opinion/111009/brasil-y-su-responsabilidad-por-cuba

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