OLA REPRESIVA
Kilo 5 ½
Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - Esos nombres de las
prisiones en Cuba no se deben al peso, sino a la distancia: Kilómetro
cinco y medio de distancia de la ciudad de Pinar del Río, provincia del
mismo nombre al extremo oeste de Cuba. Hay otras Kilos, y muchos
sufrimientos esparcidos por el archipiélago cubano.
Desde esos lugares nos llegan historias que si no fueran contadas
recurrentemente por las mismas personas que las padecen, pensaríamos que
no se trata de sitios cercanos en tiempo y espacio. Algunas parecen
sacadas de relatos y novelas de siglos pasados o hechos ocurridos más
recientemente en países donde la prensa nacional y extranjera reflejan
acontecimientos de barbarie.
En particular, la prisión Kilo 5 ½ de Pinar del Río, desde hace mucho
tiempo me sorprende a menudo. Eso me sucede cuando escucho a Normando
Hernández, de 36 años de edad, condenado desde el 24 de marzo de 2003 a
25 años de prisión por el "gravísimo delito" de dirigir el Colegio de
Periodistas Independientes desde Vertientes, provincia de Camagüey.
Ciertamente, la redada nacional se produjo los días 18, 19 y 20 de
marzo, pero el inquieto y entusiasta joven no fue encontrado en su
hogar, sencillamente porque se escondió para poder celebrar el
cumpleaños de su pequeña hija, y luego se entregó a la policía política,
que lo buscaba por todo el pueblo.
Normando, con grandes problemas gástricos y dificultad en la absorción
de nutrientes, no recibe agua potable, como tampoco los demás, y debe
esperar a que la distribuyan para verterla en recipientes plásticos a
los que ha incorporado pequeños pedazos de carbón para que el lodo y los
residuos se depositen, y poder beberla.
Eduardo Díaz Fleitas, agricultor de 55 años de edad y condenado en 2003
a 21 años, relata que convive con 120 presos comunes en un espacio de 29
metros de largo por cinco y medio de ancho, en literas de tres pisos, y
con muchos durmiendo en el suelo, sin suficiente ventilación, pésima
calidad y cantidad de comida, así como reiterados casos de tuberculosis.
Fleitas refiere que durante 17 días entre mayo y junio fue ingresado
debido a las dolencias que padece en el hospital provincial Abel
Santamaría, de Pinar del Río, donde se le diagnosticó una úlcera
pre-pilórica, hernia hiatal, úlcera en el duodeno aguda y artrosis
general deformativa. Pasados nueve días de su regreso a prisión, aún no
le habían comenzado a suministrar los medicamentos ordenados en el
chequeo médico ni, por supuesto, la dieta alimenticia indicada por los
facultativos.
También relata que el preso Luis Robaina Cruz fue ingresado durante
junio en aquel hospital, donde se le diagnosticó por segunda vez
tuberculosis, luego de mucha insistencia de su parte por lo mal que se
sentía. Debido a que tantos conviven en un local con tan deficientes
condiciones higiénico-sanitarias y de ventilación, les realizaron Rayos
X, pero el reo infectado continuaba conviviendo entre ellos.
En esa cárcel están también Alfredo Felipe Fuentes, economista de 57
años de edad condenado en la ola represiva de 2003 a 26 años, así como
Diosdado González Marrero, de 44 años de edad, campesino del poblado El
Roque, en Matanzas, sentenciado a 20 años, que ya en otra ocasión había
sido declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, y
hasta recientemente estuvo Nelson Molinet Espino, de 42 años de edad y
condenado a 20 años, quien fue trasladado para Kilo 8 como sanción.
En realidad, muchas podrían ser las referencias a las arbitrariedades
cometidas en esa prisión y las inhóspitas condiciones para una vida
humana elementalmente normal, y mucho menos que se correspondan con las
Reglas Mínimas del Tratamiento a Prisioneros de las Naciones Unidas,
organización de la que forma parte el nuevo Consejo de Derechos Humanos,
del cual el gobierno de Cuba es miembro.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jul06/17a8.htm
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