La Inocencia Perdida
2006-04-24
Cuando se vive en un lugar en el que no se tiene pasado, vivimos de 
recuerdos, estos se hacen más intensos; evocarlos es un modo de seguir 
siendo uno mismo. Supongo que eso sucede a la mayoría de los que, por 
diferentes razones, tienen que emprender una nueva vida lejos de su 
terruño. A mi me pasa, y no solo vienen a mi mente hechos recientes, 
sino aquellos que perecían  ya perdidos en mi memoria.
Por estos días recuerdo mucho mi etapa de estudiante de secundaria, y 
sobre todo a tres de mis compañeros de clase: Gustavo, Yuneiri y Nancy. 
Con  ellos cursé los tres cursos de ese nivel y llegamos a forjar una 
amistad muy sólida. Estudiábamos juntos, también salíamos al cine (a ver 
películas soviéticas), y éramos en la escuela inseparables. En nuestra 
clase nos consideraban los más destacados, los alumnos modelos que 
además cumplíamos con todas las “tareas” revolucionarias. Al  salir de 
clases solo nosotros seguíamos con nuestras pañoletas puestas, cuando 
todos los demás se apresuraban a guardarlas pues se sentían ridículos 
llevándola siendo ya tan “grandecitos”.
Vienen a mi mente aquellas charlas nuestras donde discutíamos sobre los 
libros de marxismo que precozmente nos habíamos leído y  también 
comentábamos los artículos  publicados en la prensa soviética que 
circulaban en Cuba. Una de esas publicaciones era el semanario Novedades 
de Moscú, que convocaba cada año a un concurso sobre la historia de la 
URSS y tenía como primer premio un viaje de 10 días “al país de los 
soviets”. Ahí estábamos nosotros en la Biblioteca Nacional recopilando 
información para participar. Recuerdo que Gustavo llegó a obtener en una 
ocasión una mención que era premiada con una suscripción anual al semanario.
Terminamos la secundaria y aquellos amigos que éramos tuvimos que 
separarnos. Gustavo se becó en la Lenin , Yuneiri se mudó de barrio, 
Nancy se fue a un Tecnológico y yo para el preuniversitario. Algún 
tiempo después supe que Gustavo estudiaba en Moscú, Yuneyri en alguna 
ciudad de Uzbekistán y Nancy se había casado. Eran los Años de inicio de 
la perestroika y muchos esperábamos que esos aires llegaran a Cuba, tal 
vez sin entender mucho qué era aquello, pero sí pensando en que si se 
hacía en la URSS, era lo correcto. Así razonábamos no pocos.
Lo que sucedió con la perestroika y el “socialismo real” en Europa del 
este es una historia conocida. A mediados  de los 90as, el azar o el 
destino quiso que de un modo u otro algunos de nosotros nos 
reencontráramos nuevamente. Yo ya era un disidente y recuerdo que al ver 
de nuevo a Yuneyri dudé en decirle que hacía. Sentí temor en perder la 
amistad que habíamos forjado en la adolescencia. Ella, sin embargo, fue 
más decidida . Varias horas de conversación me demostraron que habíamos 
sufrido la misma desilusión, tanto que ese día mi amiga decidió formar 
parte del Partido Liberal Democrático.
Pocas semanas después nos encontramos a Gustavo, le fuimos a visitar, 
queríamos saber qué había sido de su vida y qué pensaba de la realidad 
que estábamos viviendo. Resultó que el pionero destacado, el primero de 
nosotros que ingresó en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, era 
un agudo critico del régimen . En él, aunque no encontramos  a un 
miembro más para la disidencia, si teníamos a un convencido de la 
necesidad de los cambios radicales en Cuba. De Nancy supimos que se 
había ido del país en el éxodo del 1994.
Un día, mientras conversábamos los tres, alguno preguntó  qué era lo que 
deseábamos para Cuba cuando creíamos en la revolución, reflexionamos 
unos minutos , y todos coincidimos en que siempre habíamos deseado lo 
mismo: libertad, prosperidad , y respeto a la dignidad de los cubanos. 
Solo que entonces, no habíamos escogido nosotros el camino, se nos había 
impuesto y era errado. Ahora éramos nosotros quienes habíamos buscado y 
encontrado lo que creíamos el mejor camino, éramos pues también más libres.
Nuestras anónimas historias son la de muchos de nuestra generación. 
Somos los hijos de los que eran niños o adolescentes cuando triunfó la 
revolución y  creyeron que había llegado la libertad a nuestra isla. 
Ahora nosotros, con hijos que tienen la misma edad que entonces tenían 
nuestros padres, estamos anhelando y luchando para que esa libertad 
frustrada llegue realmente a nuestra patria. Dios quiera que ese día no 
este muy lejano.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5263
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