Muchas personas, no necesariamente opositoras al régimen castrista, son
arrestadas debido a sospechas de su "peligrosidad".
Lun, 23/11/2009 - 10:12
De acuerdo con el reporte del 18 de noviembre de Human Rights Watch, el
presidente Raúl Castro ha aplastado el disentimiento e intensificado la
represión en Cuba desde que asumió el poder en reemplazo de su hermano
Fidel.
Se dice que el gobierno en La Habana ha extendido el uso de una ley
"orweliana" que permite al Estado castigar a la gente antes de que
cometa un crimen, bajo sospecha de que podría hacerlo; una táctica
diseñada para atemorizar a opositores reales y potenciales.
El reporte, "Nuevo Castro, misma Cuba", pinta una imagen de la isla en
la que aquellos que se salen de línea se arriesgan a ser golpeados y
encarcelados en condiciones horrendas que rayan en la tortura.
Desde que tomó el lugar de Fidel, en julio de 2006, Raúl ha expandido la
represión y mantenido cantidad de presos políticos encerrados, dice HRW.
"El gobierno de Raúl Castro ha utilizado leyes draconianas y juicios
fingidos para encarcelar a muchos más que se atrevieron a ejercer sus
libertades fundamentales."
El grupo con sede en Nueva York dijo que su reporte se basaba en una
misión clandestina para recabar datos, llevada a cabo en junio y julio,
en la que se condujeron entrevistas a profundidad en siete de las 14
provincias de Cuba. Habló con activistas de derechos humanos,
periodistas, clérigos, sindicalistas y ex prisioneros políticos y sus
familias.
El reporte fue duro con las políticas internacionales hacia Cuba. El
embargo económico de medio siglo impuesto por Washington dio a La Habana
un pretexto para considerar a los disidentes como saboteadores apoyados
por la Casa Blanca, dice, y debería terminarse.
Estados Unidos y Canadá predicaron derechos humanos, pero no pudieron
presionar a La Habana a respetarlos, añade. "Lo que es peor, los
gobiernos latinoamericanos de todo el espectro político han sido
renuentes a criticar a Cuba y, en algunos casos, han aceptado
abiertamente al gobierno. Este silencio perpetúa el clima de impunidad
que permite que la represión continúe."
No hubo respuesta inmediata del gobierno cubano. En el pasado, éste ha
acusado a HRW de ser un grupo mercenario pro Estados Unidos.
Cuando una enfermedad intestinal obligó a Fidel a entregar el poder,
hubo esperanzas cautelosas de apertura y tolerancia mayores, después de
casi medio siglo de gobierno comunista de un solo partido. Raúl, el
veterano ministro de Defensa, no prometió tales cambios, pero llamó a un
debate honesto sobre los serios problemas económicos de la isla.
Pero de acuerdo al reporte, éste endureció la represión echando mano de
una provisión del código penal que permite que se condene a las personas
por "peligrosidad", definida como una conducta que contradice las normas
socialistas.
El estudio documenta más de 40 casos en los que los individuos fueron
encarcelados por "peligrosidad", por acciones tales como repartir copias
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, organizar marchas,
escribir artículos que critican al gobierno o bien intentar organizar
sindicatos independientes. El reporte sospecha que hay muchos más casos.
Las cárceles están superpobladas, son antihigiénicas e insalubres,
llevando a la desnutrición y la enfermedad, dice el documento, y los
presos políticos son rutinariamente sujetos a confinamiento solitario
prolongado, golpes, restricciones de visitas y la negativa a que reciban
atención médica. "Sumadas, estas formas de tratamiento cruel, inhumano y
degradante, muy bien podría alcanzar el nivel de tortura."
El miedo impregna las vidas de los disidentes y sus familias. "Algunos
dejan de expresar sus opiniones y abandonan sus actividades; otros
continúan ejerciendo sus derechos, pero viven con el miedo constante a
ser castigados."
HRW reconoció los avances en la educación y la atención médica para la
población en general, pero lamentó que el respeto por los derechos
civiles y políticos no estuviese a la par.
Los cubanos en general tienden a quejarse de la falta de comida y de
lograr sobrevivir con los sueldos mensuales de 33 dólares. Los
estudiantes y académicos en La Habana nos confiaron en entrevista que
había más debate que antes, pero también hablaron de la frustración de
que se hubiesen estancado las reformas económicas de Raúl.
Brian Latell, analista del Instituto para los Estudios Cubanos y
Cubano-Estadunidenses, y autor de After Fidel: Raul Castro and the
Future of Cuba's Revolution (Palgrave Mcmillan), dijo que más allá de
una suspensión aparente de la pena de muerte, los derechos humanos no
habían mejorado.
"Los imperativos de Raúl para permanecer en el poder no difieren de los
que siempre fueron los de Fidel. Es decir, no se tolera ninguna
oposición organizada o potencialmente peligrosa de ningún tipo. Y
virtualmente todos concuerdan en esto dentro del círculo de
gerontócratas que rodean a los hermanos Castro."
Raúl Castro aplasta las nuevas protestas | Milenio.com (23 November 2009)
http://www.milenio.com/node/327241
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